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De: esperanzaotoñalcaribe  (Mensaje original) Enviado: 03/08/2015 18:05

La pandemia de la soledad

La soledad, el hecho de sentirse solo, es una pandemia moderna que avanza silenciosamente. Parece que tenemos muchos amigos pero, en realidad, apenas sonconocidos. La persona se da cuenta de que está sola cuando no sabe con quién compartir sus emociones, sus tristezas, y cae en estados de ansiedad y angustia, y en depresiones. Lo deseable es convertir esa alarma en un punto de inflexión y tomar conciencia de que caminar hacia donde la inercia social nos dirige a menudo nos hace infelices.

La pandemia de la soledad es un fenómeno que empezó hace medio siglo aproximadamente y que va a más. Cada vez es más habitual sentirse solo y eso se explica por diferentes motivos: núcleos familiares inestables, puestos de trabajo efímeros, ambiciones profesionales, progresiva urbanización de la sociedad…

Tiempo atrás, los trabajos eran más perdurables, como también lo eran las familias (la ley del divorcio española data de 1981). Aquel escenario daba más seguridad emocional a las personas.

Causas de esta lacra social

La peor soledad del mundo es estar rodeado de mucha gente. Es normal sentirse solo en las grandes empresas, que se caracterizan por tener una estructura jerarquizada. En todo momento da la sensación de que hay alguien espiando y nadie se atreve a hacer ningún comentario por miedo a que sea mal interpretado. Los profesionales que allí trabajan están cubiertos de corazas.

Sólo hablan de trabajo y evitan dar su opinión para que no sea utilizada en su contra. Los cargos intermedios y los directivos son carne de cañón: las mejores víctimas de la soledad. Siempre están acompañados y parece que tienen muchos amigos, pero realmente ni se conocen. La presión es tanta que van al gimnasio a descargar adrenalina o buscan otras actividades a las que siempre van acompañados.

¿Pero qué pasa cuando se alejan de esta rutina, cambian de trabajo, se quedan en el paro o se separan? ¿A cuántos de los supuestos amigos pueden recurrir? Es entonces cuando experimentan lo que significa sentirse solo.

La misma incomunicación de las empresas ocurre en las ciudades. En los pueblos pequeños todo el mundo se conoce (incluso demasiado, dirán las malas lenguas) y todos forman una gran familia. Los vecinos tienen con quién compartir sus sentimientos y, además, están rodeados de naturaleza, que sirve para recargar pilas.

El hecho de no expresar los sentimientos es un hábito nocivo al que acostumbran a caer muchas parejas. En un matrimonio que funciona, los cónyuges suelen explicarse cómo ha ido el día nada más llegar a casa.

Expresan sus emociones, hablan desde su interior y tienen en cuenta todo aquello que los une.

Roles que alejan a los demás

Ya sabemos que la falta de diálogo es el primer paso para la futura ruptura de una pareja. Es igualmente peligroso hablar desde el orgullo, desde el egoísmo. Cuando elego entra dentro de la relación, la pareja se distancia.

Otro comportamiento que acaba condenando a cualquier individuo a sentirse solo es adoptar la postura de víctima. Estas personas suelen estar en todas las conversaciones negativas, todo les parece mal, continuamente andan quejándose y consideran que la culpa es siempre del otro.

Son vampiros que descargan toda su energía negativa en el primero que ven pasar y que chupan la energía de los demás. Las otras personas acaban agotadas y se alejarán de él en otra ocasión.

También es habitual el rol del prepotente. Ni él mismo es consciente de quién es y de cuáles son sus necesidades emocionales. Tiene problemas de autoestima, de ansiedad y de miedo, y quizás por esta inseguridad finge estar bien.

Para suplir sus carencias, adopta un papel de liderazgo que, a menudo, acaba por convertirse en prepotencia. Tanto es así que los demás acaban sin querer saber nada de él. Es otro ejemplo de cómo las personas se van quedando solas paulatinamente y sin darse cuenta. Y todo porque están desconectadas de su interior.

Darse cuenta

Lo más habitual es sentirse solo cuando uno sale de la rutina habitual: al separarse de su pareja o perder el empleo, por citar dos ejemplos. No sabe a quién recurrir. Llama a sus teóricos amigos, pero no le hacen caso porque ellos siguen en la dinámica de siempre, llevados por la inercia que impera en la sociedad.

La persona entra en estados depresivos porque se siente sola y porque toma conciencia de que hasta ahora ha querido llenar su vacío interior con cosas materiales: una casa, un gran coche…

El individuo ve que no es feliz, que todo lo material no le lleva a ninguna parte. Se da cuenta de que tiene que desprenderse de lo que la sociedad le ha enseñado, encontrarse consigo mismo y preguntarse qué le falta a su vida.

Pero la gente no encuentra respuestas porque el sistema nervioso está alterado y la mente ni siquiera puede parar a los pensamientos negativos o circulares, y por ello no puede conectar con su interior.

Sólo hay una solución

Toda solución pasa por una terapia para eliminar los bloqueos emocionales y energéticos acumulados y para desprenderse de las corazas que impiden llegar a las otras personas.

Al tomar este camino, poco a poco, el individuo vuelve a conectar consigo mismo. Es habitual sentirse tonto, enfadarse con uno mismo y maldecir la vida llevada hasta ahora. Pasada esa fase, la persona reconecta con su esencia, con lo que realmente le gusta y con lo que disfrutaba de pequeño.

Cuando el sistema nervioso se pone a tono y el individuo vuelve a su esencia, es más fácil encontrar personas con las mismas afinidades y, por lo tanto, amistades duraderas. La receta es liberarse de los bloqueos que nos alejan de nuestra naturaleza real y volver a ser uno mismo. Si la persona cambia y conecta con su esencia, todo cambia a su alrededor de forma positiva.



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