La mejor arma contra cualquier violencia es la no-violencia. Esto no significa actuar de forma pasiva, sino sabiamente; quiere decir pensar antes de hacer cualquier cosa. De esta forma, la violencia, que es como un fuego que rompe y destruye, poco a poco va desapareciendo ante la no-violencia, que es como el agua de la vida. Pero para ser realmente no-violento tengo que empezar en mis pensamientos. En vez de criticar a los demás o buscar revanchismo, puedo dedicarme a encontrar una forma de actuar compensatoria, que transforme los efectos negativos de cualquier acto. Al ser no-violento en mis pensamientos, genero una energía tan poderosa que voy transformando el entorno en que vivo y empezo a apreciar a los demás y también ser apreciado por ellos.