Sinceridad
Del libro “En vos confío”
Capítulo V
¡Oh, tú, que estás enamorado de las bellezas de la Verdad, y has puesto tu corazón en la sencillez de sus encantos, atente a tu felicidad para con aquélla, y no la rechaces; la constancia de tu virtud te coronará con honor.
La lengua del sincero tiene raigambre en su corazón; la hipocresía y el engaño no hallan sitio en sus palabras. Él se ruboriza con la falsedad y queda confundido; pero al hablar la verdad, tiene los ojos fijos. Como hombre sostiene la dignidad de su carácter y desdeña someterse a las artes de la hipocresía. Confía él en sí mismo; jamás está embarazado; tiene valor para decir la verdad, pero tiene temor de mentir. Está muy por encima de las bajezas del disimulo; las palabras de su boca son los pensamientos de su corazón. Sin embargo, abre los labios con prudencia y cuidado; estudia lo que es recto y habla con discreción. Aconseja con amistad; reprueba con libertad, y lo que quiera que promete ciertamente lo cumple.
Pero el corazón del hipócrita está oculto en su pecho; disfraza sus palabras con la apariencia de la verdad, mientras la ocupación de su vida es engañar. Él ríe en el dolor; llora en la alegría, y las palabras de su boca no tienen interpretación. Trabaja en lo oscuro como un topo y se cree seguro; pero sus desatinos lo sacan a la luz y queda traicionado y expuesto, con el polvo en su cabeza. Pasa sus días en continuo tormento; su lengua y su corazón están en contradicción perpetua. Él busca la apariencia del carácter del hombre recto, y se enreda en las ideas de su astucia.
¡Oh, necio, necio!, los trabajos que te tomas para esconder lo que eres son mucho más de lo necesario para llegar a ser lo que aparentas; y los hijos de la sabiduría se burlarán de tu astucia cuando, en medio de tu seguridad, se te caiga el disfraz y el dedo del escarnio te señale con desprecio.