Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Arcoiris de Esperanza
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 
 
  Herramientas
 
General: CUENTO REFLEXIVO...
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Evaristo  (Mensaje original) Enviado: 16/09/2011 14:16
CUENTO REFLEXIVO...

El querubín travieso: un cuento acerca de los juguetes bélicos…

Una reflexión en forma de cuento sobre los juguetes de guerra y su influencia sobre nuestros niños…

En la tierra como en el cielo no hay nada comparable a la sonrisa de un niño, sus juegos y su bullicio alegran el ambiente, su sola presencia es sinónimo de felicidad.
En el cielo alrededor de Dios se encuentran los Arcángeles, sus guardianes y Los Ángeles, que son sus enviados protectores de almas, también están los Serafines que son sus heraldos con su música. Y alegrando a nuestro Señor con sus risas y juegos los niños del cielo, Los Querubines.
En el cielo los lapsos del tiempo no son iguales a los de la tierra, ahí se vive en la eternidad ya que Dios es inmortal, Él está desde que el mundo es mundo y tal vez algún día Él decida que la vida de este planeta llegue a su final.
Pero las criaturas del Señor sí tienen sus edades, como decíamos, no iguales a como nosotros las conocemos, podríamos decir que más o menos un año en el cielo es equivalente a una generación en la tierra, podría no ser tan exacto, pero digámoslo así, nada más por tener un punto de comparación.
Y esto debe de ser así, porque las criaturas celestiales requieren de una enorme sabiduría para poder comprendernos, dado el raro comportamiento de los seres humanos; ellos estudian día a día a hombres y mujeres desde que nacen hasta que son llevados a la presencia de nuestro Creador y lo hacen para poder ser algún día nuestro ángel guardián y acompañarnos con bien cuando nuestro Señor nos llame.

A los Querubines en especial se les permite asomarse por discretas ventanas del cielo para que vean como son los niños de la tierra y como al igual que estos, entre los niños del cielo los hay unos más traviesos que otros, otros preguntones o tranquilitos, unos más estudiosos que los demás y entre estos los más curiosos e inquietos, los que no se conforman con una simple respuesta y desean investigar hasta el fondo de las cosas.
Entre estos se encuentra Ubaldin, un querubín travieso y siempre inquieto, siempre preguntando, siempre indagando el porqué de las cosas, nada pasa por alto y lo que no comprende lo investiga hasta encontrar la respuesta verdadera.
Cuando a sus manos cae algún artículo nuevo ya sean juguetes, libros o cosas de uso común, los estudia y los descifra para darles correctas utilización, nunca se rinde y los deja abandonados o los cambia por otros más fáciles de jugar.
Ubaldin es un niño despierto, alegre y jovial, juguetón como el que más, pero también estudioso y tenaz para aprender, sobre todo las cosas más difíciles y complicadas
Precisamente por ser tan peculiar es este aspecto, es que a Ubaldin le extrañaba el cambio que entre los niños del mundo se estaba produciendo en tan corto tiempo. Durante sus primeros años él había observado que los niños pasaban mucho tiempo junto a sus papás, los ayudaban en las labores del campo, recolectaban los alimentos y siempre comían con ellos, no sin antes alabar y darle gracia al Señor por tales dones.
Sus juegos consistían en correr por el campo, montar a los animales del corral, subir a los árboles y comer de sus frutos, encontrar nidos de avecillas, esconderse de sus amigos. Las piedras y los palos eran utilizados como juguetes para diversos juegos como los jakses o matatena, la quimbomba (Un palito con punta de ambos lados que se colocaba dentro de un cuadro hecho en el piso y se bateaba con un palo) que combinaba el béisbol con los encantados.
Durante muchas generaciones los niños de los pequeños pueblitos provincianos necesitaron de otros niños para jugar, con juguetes sencillos y naturales, como fueron los trompos, los baleros, las canicas, las pelotas de hilo, las muñecas de trapo, el juego de té; los más grandecitos en juegos de equipos jugaban a la roña, pesca-pesca, los encantados, tamalitos a la olla, el salto del burro, competencias de papagayos o papalotes, los bolos tirados con rocas. Por las noches se jugaba al teatrito, a las rondas cantadas, cuenta cuentos y a los espantos.
Ya en el tiempo de las grandes ciudades, los niños iban a los parques con sus papás a jugar y hacer ejercicio en los pasamanos, los columpios, las resbaladillas y los toboganes entre otros juegos.
Comenzaban los juguetes fabricados y mecánicos como los cochecitos de pedales, las bicicletas, los patines y para jugar dentro de las casas los de cuerda como los trencitos y las autopistas así como las muñecas dormilonas y que decían mamá al mecerlas, ninguno de estos juguetes utilizaban baterías.

Así es como generación tras generación los juguetes iban ganando la atención sobre los niños, estos ya no jugaban con sus padres, además con sus compañeros disputaban con egoísmo la posesión del artefacto en lugar de compartirlo, los juguetes se convirtieron en herramienta de discordia entre los niños, estos se volvían más agresivos y huraños y lo que antes servía como lazo de unión familiar ahora sirve para que los mayores se desentiendan de sus hijos, más que un objeto de premio o diversión ahora los padres les dan a sus hijos complicados artefactos electrónicos como pago o soborno contra el reclamo por la falta de atención. Con ellos suplen su presencia y su compañía y sus hijos jueguen solitos.

El tiempo pasaba y Ubaldin notaba el acelerado cambio en el comportamiento infantil. Ya en la actualidad, veía algo que no entendía, los niños se pasaban muchísimo tiempo frente a una cosa cuadrada, algunos con un teclado y algo parecido a un roedor, ya no hablaban ni reían, no caminaban y más bien fuera de las manos no se movían, si acaso soltaban por un instante el aparato sólo era para meter la mano a unas bolsas que contenían unas extrañas hojuelas o tiras saladas que se metían a la boca y que además tragaban. Las llaman golosinas.
Como decíamos Ubaldin no se conformaba con respuestas vagas, era inquieto por naturaleza y curioso a más no poder, él tenía que averiguar que era aquella caja que tanto abstraía a los niños, ese artefacto que había logrado cambiar en tan corto tiempo el comportamiento infantil que había perdurado desde el principio de los tiempos.
Preguntó a su maestro Serafín y éste le contestó como suelen hacerlo algunos mayores que no alcanzan a digerir que los niños son tan inteligentes como el que más y necesitan llenar esa enorme necesidad de información que requieren, satisfacer su infinita capacidad de aprender; el Serafín le había respondido:¡Aún no estás en la edad de comprender esas cosas!.
Inconforme con la respuesta acudió a su Ángel Tutor, quien sinceramente le respondió que tampoco comprendía el porqué de tal cambio; Acudió a recabar información de la sabiduría del Arcángel, éste en su papel de resguardar al Señor de los cielos le respondió:
Los hombres cada día pretenden igualar al poder de Dios, no entienden que no es la acumulación de conocimientos lo que los acercaría a tener tal poder, es tal su ambición que ahora pretenden que las máquinas piensen, ¿pero para qué?
Si dicho conocimiento no lo aplican para su bienestar, sino para obtener poder y tal poder sólo lo desean para fines egoístas y de conquista. Es por eso que yo tampoco entiendo la función y el objetivo de tales máquinas. Te permito pasar al recinto sagrado y acudir a la infinita sabiduría de nuestro Señor.
No, hijo mío, le contestó con toda dulzura Dios, no pretendas calificar lo incalificable, si la mente humana es a veces indescifrable para mí, mucho más lo sería para ti tratar de comprender el porqué deseen igualar la sabiduría divina acudiendo a artefactos sin corazón.
La sabiduría divina es la base del poder de Dios, sus conocimientos los fue adquiriendo poco a poco a través de los milenios, desde que decidió que este planeta tuviera vida.
Estudió cómo podría relacionar todas las formas de vida con los elementos con que se formó la tierra de tal manera que cada uno estuviera al servicio de los demás y pensó que para que esto fuera posible sólo se requeriría de un sentimiento: El Amor. Así reza su primer mandamiento, amarás a tu Dios por sobre todas las cosas.
Es por eso que el poder con el que Dios fue dotado, fue para que con amor pudiera hacer todas las cosas que existen, es tanto el amor que siente por el hombre que por eso les hizo todo tan hermoso: El mar, las nubes, el sol, las estrellas, los coloridos pájaros, los frondosos árboles, el canto de las criaturas de la selva, las frescas alboradas y los coloridos atardeceres.
Para eso es el poder Divino, para crear elementos que sirvan para la paz y el confort de todos los seres vivos, para dar y recibir únicamente amor, ése es su objetivo.
Es por esto que te permitiré que bajes un instante para que con tu corazón de niño averigues qué es lo que sucede en el alma y el corazón de los niños del mundo. Serás invisible, pero tus preguntas serán contestadas por el inconsciente de quienes tú elijas.

UBALDIN LLEGA A LA TIERRA…
Lo hizo en un día que en el calendario terrenal señalaba como 6 de Enero, precisamente el día que el Señor dispuso para que los habitantes de este planeta se manifiesten en contra del egoísmo, un día para dar y compartir.
Buscó por muchos lados tratando de encontrar niños jugando los juegos que conocía, los que había visto que jugaban los niños con sus papás, buscó en parques y jardines, en lugares públicos y no los encontró.
Por fin decidió incursionar dentro de una casa y ahí si había niños, pero estos no reían ni gritaban, todos estaban absortos mirando como sus “Juguetes” jugaban solos, si acaso solo se limitaban a apretar un botoncito para accionar las funciones de los complicados aparatos que emitían ruidos extraños, los más con formas humanoides que simulaban guerreros armados hasta los dientes, otros simulando animales y robots que aparentaban destruir todo cuanto se les atravesara.
La gran mayoría de estos juguetes aparentan convertirse en armas, expresando violencia irracional. Ubaldin quedó horrorizado al ver que en los rostros de los niños se manifestaba el odio y la violencia que imitaban las funciones de los juguetes, repetían las expresiones y los movimientos bélicos así como los extraños ruidos que emitían al accionar sus armas o su agresividad. La dulce y apacible mirada del niño ya no existía. Ya estaba poseído por el "demoníaco" juguete.
Ubaldin trató de justificar ese comportamiento recordando que desde el principio de los tiempos el hombre ha utilizado formas animaloides o transmutaciones de humanos y animales, los antiguos griegos hablaban de las sirenas y los centauros, las hidras o el minotauro.
Los romanos y normandos lo hicieron con grifos y dragones y gigantes con un solo ojo entre otros seres míticos. Los celtas con sus duendes y gnomos. También crearon a sus seres con poderes sobrenaturales, a sus súper héroes como los narrados en la Ilíada y La Odisea, pero siempre en eterna lucha para salvar a los humanos en contra de los monstruos que querían destruirlos.
Siempre el bien contra el mal; el mal representado por seres monstruosos y deformes y el bien por el hombre en toda su esplendidez y magnificencia y tal y como ordenó Dios, nuestro Creador, a su imagen y semejanza.
Pero ahora pareciera lo contrario, que estos grotescos seres de figuras amorfas y caras deformes, como una burla a la perfección de lo creado por Dios, sean considerados los súper héroes por los niños de esta generación.
Estas sacrílegas formas que simulan poseer poderes sobrenaturales pretendiendo emular dotes divinos, poderes que solo el Señor puede utilizar en aras de actos de amor para sus semejantes, pero en aquellos, sólo promueven el odio y la violencia.
Otros niños recibieron como regalo pequeños discos que insertan en la cosa cuadrada y proyectan películas, muchas de ellas con caricaturas de seres monstruosos prehistóricos que buscan venganza contra los humanos que destruyen a la naturaleza y su hábitat, atacan sus ciudades, destruyendo cuanto se encuentra en su paso, pisoteando a seres humanos como si fueran hormigas. También se juega con el demonio y con el infierno, los poderes del mal y la magia negra, que sólo la fuerza divina puede someter.

Aunque dichas películas parecieran inofensivas o divertidas, en el fondo de la mente de los niños se va sembrando la semilla de una eterna venganza, tal pareciera que se está fomentando una generación de revanchistas que aplicarían la ley por sus propias manos. El ojo por ojo contra el don del perdón, pero también se promueve la falta de respeto hacia el más allá, caricaturizan la dimensión del descanso eterno con personajes fantasmagóricos, muertos vivientes convertidos en héroes, algunos de ellos con nombres y caras de calaveras, vampiros convertidos en súper héroes.
También de la enigmática caja cuadrada brotan figuras de seres mutantes entre hombres y animales o insectos, que adquirían de estos su fuerza y habilidades de supervivencia en su mundo y combinan con el ingenio del hombre.
Aunque algunos de estos personajes simulan luchar contra la maldad, lo cierto es que distorsionan la inocente visión de los niños al extremar la violencia en los simulados actos. También suelen confundir con sus falsas proezas y habilidades sobrenaturales a sus infantiles admiradores quienes tratan de emularlos y que pueden provocar fatales accidentes.
Ubaldin pudo notar en los niños, la exagerada dependencia e influencia que estos personajes ejercen sobre ellos, que los llevaba hasta el grado de que se disfracen como ellos con trajes muy costosos que les pedían a sus papás. Se sentía profundamente preocupado y desilusionado por tan amarga experiencia. ¿Es que la dulce inocencia infantil hubiera desaparecido? Había decidido retornar al cielo.

Pero antes de irse decidió hacer una última visita, entró la casa de una niña quien se pasaba mucho tiempo frente a la cosa cuadrada. Prefería ésta a jugar con sus amiguitas, cuando venían a visitarla sus primitas, sus tías o sus abuelitos ella preferían la cosa cuadrada, no obedecía a su mamá cuando le pedía que dejara esa cosa y acudiera a saludar a sus visitas, o a comer o a alguna tarea.
Si acaso obedecía lo hacía de mala gana y sólo por unos instantes y volvía a instalarse frente a la pantalla. Pero una luz de esperanza brillo en los ojos de nuestro querubín, al percatarse que a la niña no veía lo mismo que los demás niños, a ella le gustaban jugar con muñecas y ver cuentos de príncipes y de princesas en su pantalla.
Le gustaban historias como la de Simbad, el Rey León, las de Mogli en El Libro de la Selva, las caricaturas de animalitos con mensajes de amor como es la de Nemo el pececito extraviado y Ariel la sirenita enamorada.
Ubaldin encontró en el corazón de Anita, aquel instinto de amor maternal que creía se había extinguido, ciertamente que la cosa cuadrada le absorbía mucho tiempo pero cuando lograba apartarse de ella jugaba como lo hicieron sus papitos y sus abuelitos y los abuelitos de ellos; contar historias, jugar al teatrito, nadar, bailar, hacer gimnasia, ir al zoológico y a los parques. Nuestro inquieto querubín al fin encontró un alma gemela, una niña con corazón de niña.
Con el ejemplo de esta preciosa niña y la ilusión dibujada en su celestial rostro se dedicó a visitar muchos hogares y también ahí encontró más niñas de alma blanca y pura, niñas jugando a ser niñas y a todas ellas les dejó un mensaje grabado en su infantil espíritu: ¡Rescaten a sus hermanos!.
No dejen que la cosa cuadrada les borre su inocencia, que el juego sea para convivir con sus amigos y sus seres queridos, inclusive jueguen con ella, pero no permitan que esa cosa juegue con ustedes.
Ubaldin regresó al cielo y con renovada esperanza le comunicó al Señor: Ciertamente el hombre se confunde con la gracia con la que vos los habéis dotado: la inteligencia.
En cierta forma llegan a sentirse tan poderosos como vos, pero en el fondo siempre se sentirán frágiles y perecederos. Es por eso que inventan artefactos y mitos que les hagan sentir lo nunca llegarán a ser, dioses.
Juegan a serlo, pero al final de cuentas sólo es un juego. Juegan a ser poderosos porque siempre existirá en ellos el temor al ser supremo, a su Creador.
Mientras más aprenden y adquieren ese artificial poder, es cuando más frágiles se sienten. Existe en ellos algo de lo que nunca podrán prescindir, el respeto a Dios y siempre necesitaran de la bondad y el amor de Cristo y de su Madre. Siempre serán niños...

(Tomado de la red)


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados