Te estoy viendo.
Estás frente a mí, te veo.
Te estoy viendo.
Y por primera vez soy consciente de ello.
¿Qué me dices? No comprendo…
¿Que el cielo allí brilla más, me dices? No te entiendo.
¿Allí dónde?
Tu voz suena dulce, calmada, como el suave viento del otoño, que te llama,
como el suave cantar de las hadas.
Te veo diferente, no sé, como distinta.
Sonríes, me miras, y tus ojos brillan.
Parece que la noche te ha cambiado, no sé.
¡Estás tan alegre sin tener un por qué!
¿Que no hay por qué, me dices?
No te entiendo, vida mía, no comprendo.
Que me dé cuenta, me suplicas.
¿Cuenta de qué, mi vida?
Deseo abrazarte y tú te alejas,
¿Qué te ocurre?
Que has cambiado, me contestas,
No te entiendo, vida mía, no te entiendo…
¿Dónde me has dicho que has estado?
¿Allá, en un lejano prado?
Creo… que ya comprendo, vida mía,
ya te entiendo.
He muerto, y has venido a llevarme contigo
a aquel lugar lejano, donde durante tanto tiempo has estado.