LA RUEDA Y LA CRUZ
El símbolo de la rueda (la esfera en la tridimensionalidad) está estrechamente asociado con el del círculo, del que ya hemos hablado. Como a éste, también se lo encuentra en todos los pueblos tradicionales, lo que nos habla de su primordialidad, atestiguando así su importancia como vehículo para la comprensión de los misterios de la cosmogonía, considerada como un soporte vivo que nos permite acceder al conocimiento de la metafísica y las verdades eternas. De hecho ambos símbolos se refieren a las mismas ideas, pues responden a idéntica estructura: un punto central y la circunferencia a que éste da lugar por su irradiación.
Recordaremos que el punto central simboliza la Unidad, el Principio Supremo, y la circunferencia la manifestación universal, el mundo o cosmos entendido en su totalidad, que una vez manifestado gracias a la emanación del Principio, retorna nuevamente a él, cumpliendo así un doble movimiento de expansión y concentración, centrífugo y centrípeto -solve et coagula de la Alquimia-, que encontramos presente en el propio ritmo cardíaco y en el expir y aspir respiratorio.
Queremos destacar también las vinculaciones de la rueda con otros símbolos, como el de la cruz, que precisamente conforma su división cuaternaria fundamental, como ya se ha dicho, y que constituye su estructura interna, la cual permite conectar el punto central con la circunferencia, o lo que es lo mismo, la Unidad con la manifestación universal, caracterizada por el movimiento incesante, el que es promovido justamente por la rotación de la cruz en torno al centro, que sin embargo permanece totalmente inmóvil, simbolizando de esta manera la inmutabilidad del Principio.
Ese movimiento creacional genera también el espacio y el tiempo (y con ellos la posibilidad de la vida en todas sus expresiones), ordenados por los radios de la cruz, como muy bien expresan las cuatro direcciones y las cuatro estaciones, las que por cierto están señaladas por las respectivas posiciones del sol, cuyo símbolo astrológico, y también alquímico, no es otro que el punto y la circunferencia.
La rueda con la cruz en su interior es igualmente la imagen de todo ciclo, que se divide según el modelo cuaternario: las cuatro fases de la luna, del día y del año, las cuatro edades de la vida del hombre, las cuatro grandes divisiones del ciclo cósmico (llamado Manvántara por la tradición hindú), que comprenden la manifestación entera del mundo y de la humanidad, etc.
Naturalmente el círculo admite también otras divisiones, que se agregan a su simbólica y la enriquecen, como es el caso de la partición en seis, ocho y doce radios. En este último caso tenemos el del zodíaco, que además de "rueda de la vida", en otras tradiciones también significa "rueda de los signos" y "rueda de los números".
P. Agartha
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