La Senda mística requiere asi de una ayuda incesante en todas las etapas de la evolución y la perfección.
En el plano físico, ayuda de amigos y maestros que enseñan mediante el ejemplo; en el plano astral, auxilio de los pensamientos de devoción y de caridad que iluminen el sendero y permitan soportar las pruebas por medio de la paz del corazón; por último, en el plano espiritual, asistencia de los Espíritus Guardianes fortalecidos por los sentimientos de piedad hacia todos los pecadores y de indulgencia por todas las debilidades humanas as como orar por todos los ciegos obstinados y por todos los enemigos.
Es entonces, que toda la sombra terrenal desaparece lentamente, que el velo es levantado por un momento y que el Divino sentimiento de saber que nuestras oraciones son escuchadas llena el corazón de coraje y amor.
Habiendo alcanzado ese punto el místico no puede entender la necesidad de las llamadas sociedades eruditas, incluso de aquellas dedicadas al ocultismo, ni de libros tan numerosos, necesarios para explicar cosas tan simples.Es muy cauteloso con las sociedades y los libros y se retira más y más en comunión con el desamparado y el miserable.
Actúa y no lee más, ora, perdona y ya no tiene más tiempo para juzgar y criticar.
El intelectual, observando semejante hombre, se pregunta ante todo mediante que libros ha alcanzado aquel estado, también a qué tradición pertenece y por último, en que categoría ha de colocarse para... ¡juzgarlo mejor! Busca la "palabra mágica" que el místico usa para curar a voluntad las más malignas enfermedades, por la forma de hipnotismo que le permite influenciar las mentes de otros de tal manera, incluso a remota distancia, y por el propósito egoísta detrás de todo. Y como el intelectual no encuentra en los libros una respuesta a estas preguntas, y como necesita una explicación para reconquistar su serenidad mental, se dice a si mismo muy gravemente o al círculo de sus admiradores:"¡Posesión!" o un "¡místico!" o ¡"Simple Sugestión!... y todo está dicho. El intelectual, de este modo se hace un poco más vano y el místico, un poco más humilde.