Cada treinta días, aproximadamente, el sol ingresa en una constelación zodiacal diferente, y la duración de un año está determinada por el recorrido aparente que realiza el sol a través de los doce signos, en casi exactamente 365 días y un cuarto. Normalmente estos se enumeran a partir de Aries, es decir, comenzando en el equinoccio de primavera (21 de marzo); pero estrictamente hablando el año comienza –y termina– en el solsticio de invierno (21 de diciembre), que es el día más corto del año y a partir del cual se inicia la fase ascendente del sol.
Damos a continuación las fechas a que pertenecen cada uno de estos doce signos con referencia al calendario civil, haciendo la salvedad de que en un año u otro estas fechas pueden tener una variación de un día:
CAPRICORNIO: 21 diciembre a 20 enero - ACUARIO: 21 enero a 19 febrero - PISCIS: 20 febrero a 20 marzo - ARIES: 21 marzo a 20 abril - TAURO: 21 abril a 20 mayo - GEMINIS: 21 mayo a 20 junio - CANCER: 21 junio a 20 julio - LEO: 21 julio a 21 agosto - VIRGO: 22 agosto a 21 septiembre - LIBRA: 22 septiembre a 21 octubre - ESCORPIO: 22 octubre a 20 noviembre - SAGITARIO: 21 noviembre a 20 diciembre.
Esto significa que el sol, en las fechas indicadas, se encuentra dentro del área de una u otra de esas constelaciones.
Normalmente se denomina signo natal de una persona a aquel en el que se hallaba el sol al momento del alumbramiento.
Otra cosa importante en el cálculo astrológico, es la averiguación de los signos ascendente y descendente que están determinados por la hora del nacimiento y el lugar en que éste se produjo.
La posición de la luna y los otros planetas también juega una importancia clave en una carta natal. El Horóscopo es la interpretación de esta carta de acuerdo a coordenadas y parámetros armónicos y ritmos estelares.
Aunque desde el punto de vista de nuestro programa las circunstancias individuales de una u otra persona son siempre secundarias y contingentes, no deja de ser interesante conocer el propio horóscopo, como una forma indirecta y sugestiva de percibir nuestro carácter y circunstancias temporales y como un medio para ir conociendo el lenguaje simbólico del cielo que se expresa en el orden cósmico y el mapa celeste.
P. Agartha