La enseñanza de los hombres de blanco en el martinismo
Siempre expresamos dentro de una pirámide los varios niveles en que los hombres y mujeres responden a las inquietudes de conocimiento. En la base, que es muy ancha, se encuentran aquellos que no muestran ningún interés. En el escalón superior tenemos a los creyentes, los que no buscan sino que se conforman con ser seguidores de alguna corriente. Enseguida vienen los buscadores, la pirámide se va estrechando a medida que subimos de manera que en el siguiente escalón solo hay unos pocos que sin perder su afán de búsqueda ya lo dirigen hacia un conocimiento mucho más profundo a la vez que se convierten en servidores de la humanidad. A estos los podemos llamar hombres y mujeres de deseo, entendiendo como deseo su orientación hacia las obras sublimes. Por fin llegamos a un nivel superior de la pirámide donde encontramos la jerarquía de la luz en donde se encuentran aquellos Superiores Desconocidos vestidos del blanco más puro.
Así vemos el plan de evolución espiritual del hombre desde la completa ignorancia a la creciente iluminación hasta un estado de sabiduría y realización que si atendemos la idea del Zohar (Libro del Esplendor), sería el Mesías u hombre auto realizado.
Nuestras luces nos enseñan que la verdad es una, aún cuando procedan de fuentes aparentemente distintas y en variación unas con otras. En el martinismo buscamos descubrir esta unidad esencial, no importa dónde se encuentre y cuál sea el canal a través del cual nos viene. Si establecemos un puente entre la brecha de los distintos puntos de vista de la ciencia y la religión, estableceremos de forma adecuada un sentido perfecto para ambas. Para lograr esto y conducir con más exactitud la verdadera comprensión de sus fundamentos mientras seguimos permitiendo la mayor libertad en la interpretación individual, nuestros maestros del pasado han elegido la vía tradicional de la instrucción mística.
Este método es el mismo que hace unos tres mil trescientos años usara Moisés y que sobre el año 500 a.C. perfilara otro maestro en el texto original, dándole a lo escrito cuatro sentidos diferentes, los cuales hoy son expuestos para toda la humanidad, pero que solo unos pocos interpretan en el sentido más profundo que podemos denominar de Revelación Profética. Este método permite que toda la humanidad sea confortada, aún cuando no comprendieran totalmente la Luz que en las palabras se encuentra. La luz que se oculta en las enseñanzas de Moisés es una enseñanza tan sutil que no es penetrada por el común de los hombres, sin embargo, los hombres y mujeres de deseo, caminan con seguridad cerca de ella, y aquellos que se convierten en Superiores Desconocidos se hacen uno con ella.
Es a través de las enseñanzas de Moisés como nos acercaremos a la verdad fundamental, a la esencia del contenido, a la luz que disipa el velo oscuro que nos separa de nuestra brillante guía. Para ello tenemos la ayuda de aquellos que fueron entrenados en su escuela y podemos comenzar con confianza nuestro trabajo de reconciliación o rescate. Tendremos como herencia la capa de Elías que ha venido siendo traspasada de generación en generación por los hombres vestidos de blanco. Ellos nos enseñan la verdadera naturaleza de la creación y los derechos de nacimiento de cada ser humano. Una vez que conocemos nuestro derecho de nacimiento podremos determinar con mayor facilidad la naturaleza de nuestro verdadero lugar en el plan divino y actuar más inteligentemente para hacerlo nuestro.
Con relación a lo anterior, nuestro venerable maestro Louis Claude de Saint-Martin, ha dicho: “Al primer vistazo que el hombre dirige sobre sí mismo, percibirá sin dificultad que debe haber una ciencia o una ley evidente para su propia naturaleza, puesto que hay una para todos los seres, aunque no está universalmente en todos y debido a que aún en medio de nuestra debilidad, nuestra ignorancia y humillación, estamos ocupados solamente en la búsqueda tras la verdad y la luz. Por lo tanto, aunque los esfuerzos que el hombre hace diariamente para alcanzar el final de sus investigaciones son raramente afortunados, en este cálculo no debe ser considerado que el final sea imaginario. Es solo que el hombre está engañado en lo que respecta al camino que conduce a ello, y por esto está en la más grande de las privaciones, puesto que hasta desconoce el camino en el cual debería caminar. La abrumadora desventura del hombre no es que esté ignorante de la existencia de la verdad, sino que interpreta erróneamente su naturaleza. Cuantos errores y cuantos sufrimientos podríamos habernos ahorrado si, lejos de buscar la verdad en el fenómeno de la naturaleza material, hubiéramos resuelto descender dentro de nosotros mismos y haber buscado explicar las cosas materiales por el hombre, y no al hombre por las cosas materiales; y así, fortificados por el coraje y la paciencia, hubiéramos preservado en la calma de nuestra imaginación el descubrimiento de esta luz que todos nosotros deseamos con tanto ardor”.
Que mores siempre en la Luz sagrada de la Sabiduría divina.