Es importante además destacar que casi todas las divinidades zodiacales de no importa qué tradición están representadas con formas de animales, y recordaremos nuevamente que la palabra Zodíaco no quiere decir sino "rueda de los animales", o "rueda de la vida", lo que está obviamente ligado a la idea de movimiento y de generación surgida del Ser universal, o mejor de su energía creadora, que permanentemente se recrea a sí misma, en este caso a través de las indefinidas formas animales. Esto concuerda perfectamente con la idea, muy difundida entre las civilizaciones precolombinas de que el cosmos, esto es la Vida universal, es un animal gigantesco, del que todos formamos parte integrante (tal es el caso también de la serpiente alquímica Uroboros), y ello explicaría el por qué entre dichas culturas la Deidad creadora está en bastantes ocasiones representada como un animal, o bien caracterizada con las partes más significativas de él, generalmente la cabeza, como es el caso, por ejemplo, de los dioses asirio-babilónicos y del antiguo Egipto, o el del dios con cabeza de elefante Ganesha en la tradición hindú. En las tradiciones de Mesoamérica el dios Quetzalcoátl quiere decir "pájaro-serpiente", o "serpiente emplumada", conjugando en su naturaleza las energías aéreas que tienden hacia el cielo (lo vertical), y aquellas que reptan y se mueven por la tierra (lo horizontal). El águila y la serpiente son, en efecto, los dos animales que mejor representan ese antagonismo y complementariedad entre lo celeste uránico y lo terrestre ctónico y telúrico.
Por otro lado, junto con el cordero, el pelícano y el pez, el águila y la serpiente son los animales-símbolos más representativos de Cristo, si bien esto habría que extenderlo a casi todos ellos (incluidos los fabulosos), como lo demuestra su riquísimo bestiario (dentro del cual se incluye el Tetramorfos), tan ampliamente desarrollado en el arte de la Edad Media. Dicho bestiario comprende prácticamente todas las especies repartidas en cuatro grandes grupos, en correspondencia con los cuatro elementos: los reptiles a la tierra, los peces y anfibios al agua, las aves al aire, y los mamíferos al fuego, siendo el mismo Cristo (el Hijo del Hombre) el elemento central, o "quintaesencia", pues de él emanan en tanto que expresiones de los atributos de su Verbo o Logos creador.
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