Pensamiento del viernes 21 de junio de 2013.
"Todos los frutos poseen una
envoltura más o menos gruesa y dura a la que denominamos, según los casos,
piel, corteza, cáscara, concha… En ocasiones se puede comer, pero la mayoría
de las veces se tira. Después de la envoltura, se encuentra la carne que
se come. Finalmente, en el centro, están las pepitas o el hueso que,
generalmente, tiramos. Pero si guardamos el hueso y lo enterramos, se
garantiza la reproducción de la especie. ¿Cómo interpretar estos tres
elementos del fruto? La piel que lo envuelve y lo protege, corresponde al
plano físico; la carne, por donde circulan las corrientes de vida,
corresponde al plano psíquico; y el hueso que asegura la reproducción,
corresponde al mundo divino. Y si lo trasladamos al ámbito de las
virtudes: la piel del fruto es la sabiduría que protege,
retiene, preserva; la carne del fruto es el amor, porque el amor es lo
que se come y mantiene la vida. En cuanto al hueso que se
planta, representa la verdad ya que solamente lo verdadero es capaz
de perpetuar la vida. "
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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