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General: EL VIAJE A ORIENTE (22 y 23)
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De: Evaristo (Mensaje original) |
Enviado: 05/01/2014 21:30 |
EL VIAJE A ORIENTE
Hermann Hesse
Continuación... (22)
“Es el perro lobo Necker (1)– dijo Leo haciendo las presentaciones-; somos muy buenos amigos. (2) Necker, éste es un viejo violinista, no debes hacerle nada, ni ladrarle siquiera.
“Permanecimos allí y Leo, a través de los barrotes, acariciaba tiernamente los pelos húmedos. Era en verdad una hermosa escena; me alegraba verle en tan buena relación con el animal, dándole el gusto de tal visita nocturna; pero, al mismo tiempo, me resultaba penoso y casi insoportable ver a Leo demostrar tanta confianza y amistad a aquel perro lobo, como, sin duda, a muchos otros, quizás a todos los de la comarca, en tanto que un irrefrenable abismo le separaba de mí.(3)
“La amistad y la confianza que yo, humilde, imploraba, Leo parecía acordarla no sólo a ese perro Necker, sino a cada animal, a cada gota de lluvia, a cada partícula de la tierra que pisaba; parecía ofrecerse constantemente, vivir sin cesar en palpitante intimidad con lo que lo rodeaba, conocerlo todo, ser conocido y amado de todos. (4)
“Sólo a mí, a mí, que le amaba tanto y que tanto necesitaba de él, nada le acercaba; sólo yo estaba excluido (5); me consideraba con fría y extraña mirada, me impedía penetrar en su corazón, me había borrado de su memoria.
“Continuamos despacio: el perro lobo le seguía del otro lado del seto con cortos gemidos de amistad y alegría, sin olvidar sin embargo mi importuna presencia, pues más de una vez aún, por amor a Leo, ahogó en el fondo de su garganta sus gruñidos hostiles y defensivos.
“-Perdóneme – proseguí; me acerco a usted y me adueño de su tiempo, y usted quiere, naturalmente, ir a su casa y dormir. (6)
“-¡Oh! ¿Por qué? – dijo sonriente,- No me desagrada gandulear una noche entera; no carezco ni de tiempo ni de gusto para eso, si usted no está fatigado.
“Dijo esto muy gentil y firmemente, sin reserva alguna. Pero apenas pronunciadas estas palabras, sentí de repente en la cabeza, en todo el cuerpo, cuán cansado estaba (7), cuánto me costaba cada paso de tal andanza nocturna, inútil y tan humillante para mí.
“-Cierto – dije con abatimiento – estoy muy cansado, sólo ahora lo advierto. Por lo demás, carece de sentido esto de pasear bajo la lluvia y ser cargoso al prójimo.
“-Como usted guste – dijo cortésmente.
“-¡Ah, señor Leo! Antes, durante el viaje a Oriente, no me habría hablado usted así. ¿Lo ha olvidado usted todo, de verdad? Pero es inútil. No lo retengo más. ¡Buenas noches!
“Desapareció rápidamente en la sombría noche. Quedé solo, estupefacto, atontado. Había perdido la partida. (8) No me conocía; no quería conocerme; se burlaba de mí
(Continuará...)
CLAVES MÁGICAS:
- “Es el perro lobo Necker”. Necker es una palabra alemana que significa “Provocador”. El “perro lobo” significa la unión de la naturaleza instintiva del hombre – el lobo – , con su cultura social – el perro -, que es fruto del hombre (los perros son lobos domesticados). Los instintos nos provocan, las emociones primitivas nos mueven a actuar para satisfacer las necesidades básicas. La parte más brutal e instintiva del ser humano está simbolizada con el “lobo Necker”. Pero este lobo ha dejado de ser salvaje, o mejor dicho, es semi-salvaje, así como los seres humanos aparentemente cultos y socializados, pueden desatar emociones reprimidas y mostrar la naturaleza primitiva de sus instintos asesinos.
- “somos muy buenos amigos.” Leo le explica a Hermann Hesse que él y el perro lobo Necker tienen una excelente relación. Si recordamos que Leo es el Iniciado, y el perro lobo Necker la naturaleza inferior del ser humano, veremos cómo la analogía se hace evidente. El León representa la Soberanía del Iniciado, y el Lobo representa la Fuerza de la Naturaleza instintiva. La amistad entre el Iniciado y las fuerzas sutiles de la Naturaleza es la capacidad para usar estas fuerzas al servicio de la Humanidad.
- “me resultaba penoso y casi insoportable ver a Leo demostrar tanta confianza y amistad a aquel perro lobo, como, sin duda, a muchos otros, quizás a todos los de la comarca, en tanto que un irrefrenable abismo le separaba de mí.” Los espíritus de la Naturaleza, sus fuerzas llamadas “elementales” obedecen la palabra del Adepto, y lo siguen alegremente, tal como se observa en algunas imágenes del Tarot del Arcano “El Loco”, a un perro seguir a un joven o a un anciano. La sensación de separación que experimenta Hermann Hesse es la “herejía de la separatividad”. No es el Adepto Leo quien está lejos de Hermann Hesse, sino que es Hermann Hesse quien se siente lejos y separado de Leo, porque no puede ascender, no puede superarse, no puede volver a abrir los ojos y ver la Luz que una vez recibió en su Iniciación. Hermann Hesse ha olvidado los secretos, y por eso se siente apartado del Adepto Leo.
- “Leo…parecía ofrecerse constantemente, vivir sin cesar en palpitante intimidad con lo que lo rodeaba, conocerlo todo, ser conocido y amado de todos.” Esta descripción es la de un Adepto: un ser humano que ha trascendido las limitaciones materiales, que se ha puesto en armonía con el Universo y sus Leyes, y que posee la capacidad de penetrar los misterios de los mundos sutiles.
- “sólo yo estaba excluido”. Este padecimiento de Hermann Hesse, esta acusación al Adepto, es el grito universal de todas las personas que no comprenden las Leyes de Causa y Efecto. A diario nos encontramos con seres de todas las clases sociales, que experimentan este sentimiento de separación con Dios, con el Estado, con la Familia, con un grupo social. Son personas que están dispuestas a acusar rápidamente a todo menos a ellos mismos, sin darse cuenta que son ellos la raíz de sus dolores. El trauma de la separación puede experimentarse aún viviendo en medio de mucha gente. Suicidios inexplicables de personas a las que uno jamás supondría que se sentirían tan desamparados como para matarse, atestiguan que es un problema emocional, mal llamado mental. Porque se trata de emociones y no de razones. Ellos sienten que están separados. Una explicación racional, puramente mental, no les servirá de nada. Porque alcanzar la Unidad del Adeptado es darse cuenta que esa Unidad siempre había existido, y que era la venda de la ignorancia la que cubría dicha realidad.
- “-Perdóneme – proseguí; me acerco a usted y me adueño de su tiempo, y usted quiere, naturalmente, ir a su casa y dormir.” Hermann Hesse no sabe cómo aproximarse al Adepto Leo, y en lugar de decir lo que siente, enmascara sus pensamientos, pide disculpas y avergonzado intenta retirarse. Vemos a continuación que Leo le contesta que él no está cansado, y que tiene tiempo para concederle a Hermann Hesse, y también le dice que está complacido. Pero la clarividencia del Adepto puede ver las confusas sombras emocionales que perturban a Hermann Hesse, y entonces sucederá un hecho que en términos antiguos puede denominarse “magnetización” de la personalidad de Hesse por el aura del Adepto Leo.
- “apenas pronunciadas estas palabras, sentí de repente en la cabeza, en todo el cuerpo, cuán cansado estaba…” Leo se dio cuenta que Hermann Hesse está sufriendo un conflicto interior, similar al que el Bhagavad Guita describe en su Capítulo I: “Ningún conocimiento puede ser alcanzado sin ser buscado, ni la tranquilidad sin afanarse por ella, ni la felicidad sino a través de tribulaciones. Todo investigador, en un momento u otro, tiene que sufrir un conflicto de deberes, un vuelco del corazón”. Presenciamos entonces un acto de la voluntad del Iniciado. Al pronunciar las palabras “si usted no está fatigado”, Leo envió un pensamiento de apaciguamiento y tranquilidad a Hermann Hesse, para que pudiera aquietar su mente y dominar sus emociones. Es por esta razón que Hesse admitirá cuan cansado está y siente deseos de regresar a su casa.
- “Desapareció rápidamente en la sombría noche. Quedé solo, estupefacto, atontado. Había perdido la partida.” Lo último que dijo Hesse es verdaderamente cierto. Leo le brindó la oportunidad de estar con él toda la noche, le daba su tiempo y le manifestó además que eso le complacía. Le dio la oportunidad a Hesse de lavar sus emociones negativas bajo la lluvia, y de volver a despertar al Iniciado Hesse caminando a la luz de las estrellas. Pero Hermann Hesse desaprovechó esa oportunidad. Cuando Hesse dijo las palabras “…no lo retengo más”, el Iniciado Leo partió inmediatamente a cumplir con otro deber. La aparente frialdad del Iniciado está más allá de la comprensión del hombre mediocre. El Iniciado cumple su deber sin apegarse a los frutos de sus acciones. El Iniciado no se mueve por emociones pasajeras, sino por el deber que es inmutable.
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EL VIAJE A ORIENTE
Hermann Hesse
Continuación... (23)
“Desanduve lo andado. Detrás de la reja el perro Necker gruñó furioso. En la cálida humedad de esa noche de estío, temblaba yo de fatiga, de tristeza y de soledad.
“Ya, durante los años precedentes, había yo conocido horas parecidas. Entonces, en cada momento de desesperanza había sentido como si llegara, peregrino extraviado, al borde del mundo, y que no me quedaba de allí en adelante sino seguir el último impulso: dejarse caer del fin del mundo al vacío - en la muerte.(1) Con el tiempo la desesperanza había reaparecido con frecuencia, pero aquel violento deseo de suicidio se había modificado y casi extinguido. La "muerte" no me parecía ya ni Nada, ni Vacío, ni Negación. (2) Muchas otras cosas habían cambiado. Acogía ahora las horas de desesperanzas como se soporta violentos dolores físicos: se los aguanta con quejas o desprecio, se siente crecer su intensidad y uno se pregunta con curiosidad, ora rabiosa, ora irónica, cuánto tiempo durará eso, hasta qué grado podrá llegar el sufrimiento.
“Todos los pesares de mi engañosa vida, cada vez más vana y desalentada, luego de mi solitario retorno tras el fallido Viaje a Oriente (3), toda mi confianza en mí mismo y en mis aptitudes, toda la nostalgia hecha de ansia y de reminiscencia de los buenos momentos, grandes y bellos, que conocí en otro tiempo, ascendían en mí dolorosamente, crecían como un árbol, como una montaña, me desgarraban y me conducían a mi presente, a esta comenzada historia del viaje y de la Orden. Este trabajo, aún ahora, no me resulta ni deseable, ni de valor alguno. Sólo se me presenta todavía como precioso este anhelo: conseguir por mi trabajo y por mi contribución al recuerdo de una gran época, purificarme un poco yo mismo y rescatarme, reanudar las relaciones con la Orden y con lo que había vivido. (4)
“En casa prendí la luz, me senté con la ropa mojada y el sombrero en la cabeza, a mi mesa de trabajo, y escribí una carta, escribí diez, veinte páginas de quejas, de remordimientos, de súplicas a Leo. Le pinté mi miseria, reavivé en él los recuerdos de nuestra vida común, de nuestras comunes alegrías de entonces; deploré las dificultades infinitas, diabólicas, en que naufragó mi noble empresa. La fatiga se había disipado; escribía febril. "Pese a todas las dificultades - decía - preferiría soportar lo peor, a revelar uno solo de los secretos de la Orden. Y no renunciaría, pese a todo, a concluir mi tarea en recuerdo del Viaje a Oriente, y para la mayor gloria de la Orden". (5) Febrilmente llené página tras página con urgida letra, sin reflexionar nada, ni nada guardar; las quejas contra los demás y contra mí mismo, salían de mí como el agua de un cántaro roto, sin esperanzas de respuesta, por sólo la necesidad de liberarme. Esa misma noche llevé la pesada carta confusa al buzón más cercano. Entonces, y ya era casi de día, apagué mi luz, entré en la buhardilla contigua, y me metí en cama. Dormí en seguida con pesado y largo sueño.”
(Continuará...)
CLAVES MÁGICAS:
- “en cada momento de desesperanza había sentido como si llegara, peregrino extraviado, al borde del mundo, y que no me quedaba de allí en adelante sino seguir el último impulso: dejarse caer del fin del mundo al vacío - en la muerte.” Este párrafo describe la etapa que sufren aquellas personas que carecen de conocimientos espirituales vividos, y no solo teóricos. No es la expresión de la petición por la Luz, del postulante ante el Iniciador, o de “más Luz” para quienes recorren los senderos Iniciáticos. Los recuerdos de Hermann Hesse nos indican hasta dónde había retrocedido olvidándose de que él era un Iniciado, que una vez había sido miembro de la Orden, que había participado de sus secretos y de sus ceremonias. Es la etapa previa de todos los seres humanos que ni siquiera tienen el menor indicio de la existencia de un Sendero Esotérico.
- “Con el tiempo……aquel violento deseo de suicidio se había modificado y casi extinguido. La "muerte" no me parecía ya ni Nada, ni Vacío, ni Negación.” Luego, al comenzar a indagar en su íntima naturaleza espiritual, nació en Hermann Hesse un vislumbre de algo superior. Las personas materialistas piensan en el suicidio como remedio para el sufrimiento material, y esperan que la eliminación del cuerpo físico implique la eliminación de la consciencia del ser, y por lo tanto, de los remordimientos y de los pensamientos. Mientras que las personas que tienen una mínima cultura espiritual, saben que la muerte no elimina la consciencia del ser, y mucho menos el suicidio, que es una interrupción del plan de vida kármico que estaba trazado desde antes de nacer, y que su incumplimiento genera un tiempo de espera, y casi siempre una nueva encarnación, para continuar el aprendizaje en el preciso punto de la evolución en que se lo dejó por mano propia. Finalmente entendió o percibió intuitivamente que la “muerte” no existe, que solo es un cambio, una transición de un estado a otro estado. Pues “el No-Ser jamás ha existido, y el Ser jamás ha dejado de existir. El secreto de estas dos verdades ha sido descubierto por los Buscadores de la Verdad” (Baghavad Guita)
- “Todos los pesares de mi engañosa vida, cada vez más vana y desalentada, luego de mi solitario retorno tras el fallido Viaje a Oriente”. “La Iniciación lleva al reino de la razón el propósito de nuestro ingreso a los Misterios, y lleva al reino de la emoción el espíritu de ese mismo ingreso”, dice un antiguo proverbio Rosacruz. Recordemos que el llamado Viaje a Oriente es la Iniciación misma. Recordemos que la Iniciación puede ser vista como una ceremonia o ritual específico, otorgado en una Logia, en presencia de otros Iniciados, pero que hay una diferencia fundamental entre lo que se llama Iniciación VIRTUAL e Iniciación REAL. Solo el Iniciado sabe si su Iniciación Virtual – la ceremonia física en un Templo físico – ha sido una Iniciación REAL, que significa que dicha Ceremonia modificó su consciencia, es decir, su forma de apreciar su vida. Y que esta modificación de su consciencia generó modificaciones en su comportamiento, afectando su cuerpo físico. Y que modificó hábitos y respuestas a impulsos, afectando su cuerpo emocional. Más existe una parte oculta en la sentencia Rosacruz nombrada en primer término, y es la esfera espiritual: “Mas la Iniciación lleva al reino del Espíritu , el propio Espíritu de la Iniciación”. Yo he visto a muchos estudiantes abandonar sus Logias Rosacruces o Masónicas por no haber vivido la Iniciación como una Realidad, sino apenas como una Actualidad. En otras palabras, participaron de las ceremonias esperando que sucediera algo maravilloso, terrible o extraordinario. Pero no vivieron las Ceremonias, no las convirtieron en “realidad interior”. Este es el secreto del Alquimista, tomar los elementos que se entregan en la Iniciación, y fundiéndolos en el crisol del Alma, convertirlos en la Iniciación misma y por ende, hacer del recipiendario, UN INICIADO.
- “Sólo se me presenta todavía como precioso este anhelo: conseguir por mi trabajo y por mi contribución al recuerdo de una gran época, purificarme un poco yo mismo y rescatarme, reanudar las relaciones con la Orden y con lo que había vivido.” En el plano moral este pensamiento representa la parábola del hijo pródigo, que regresa a su hogar cansado y vencido, pero con una gran experiencia de vida que deberá asimilar en su hogar. Para darse cuenta más tarde que en realidad, todos los sufrimientos experimentados fueron el crisol en el que su Alma se purificó de las escorias de la personalidad. Solo necesita un poco de tiempo para recuperar su fuerza y su vigor, para volver al mundo ya no como un hijo, sino como un adulto. También he conocido a otros tantos estudiantes esotéricos que superaron la “etapa del hijo pródigo”, también llamada “noche oscura” por las negativas influencias externas que se derraman sobre el Iniciado, incitándolo a olvidar su patria espiritual y a dedicarse al mundo material. Estos son los estudiantes que regresan con una sonrisa de comprensión en sus rostros, que humildes vuelven para preocuparse de su ser interno, que habiendo vivido desesperanzas y aflicciones, retoman el sendero más fuertes que antes, porque han bebido de la copa de la experiencia, y son más adultos, más comprometidos, más maduros, más santos en todo sentido. Ya no se preocupan por entender los tecnicismos teóricos para dilucidar alguna teoría abstracta, sino que quieren elevarse a los planos de la Divinidad mediante la unión mística, o mediante un sendero ceremonial-ritualístico.
- "Pese a todas las dificultades - decía - preferiría soportar lo peor, a revelar uno solo de los secretos de la Orden. Y no renunciaría, pese a todo, a concluir mi tarea en recuerdo del Viaje a Oriente, y para la mayor gloria de la Orden". Llegamos ahora al punto en que Hermann Hesse escribe una Súplica, Confesión o Carta a la Orden, rogando ser admitido nuevamente. Todas las Órdenes Esotéricas poseen secretos que únicamente tienen derecho a conocer los Iniciados respectivos. Los Juramentos varían pero en esencia se reducen a la simple expresión pronunciada por Hermann Hesse, “preferiría soportar lo peor a revelar uno solo de los secretos de la Orden”. Tendremos oportunidad de profundizar este aspecto de lo que es secreto y de aquello que no lo es, cuando continuemos leyendo esta historia iniciática maravillosa.
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