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General: EL VIAJE A ORIENTE (28 y 29)
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Evaristo  (Mensaje original) Enviado: 26/01/2014 21:09

EL VIAJE A ORIENTE

Hermann Hesse

Continuación... (28)

 

“Un ruido me sacó del desvarío: de todos lados, las inmensas filas de archivos me miraban de modo inquietante. Una nueva idea, nuevo dolor, me atravesó como un rayo: yo había querido, inocente, escribir la historia de esta Orden, ¡yo, incapaz de descifrar y de comprender ni la milésima parte de esos millones de escritos, libros, imágenes y signos! (1) Abrumado, tonto, ridículo, sin comprenderme, grano de polvo, me veía entre esas cosas con las que me habían permitido jugar un poco para, sin duda, hacerme comprender lo que era la Orden y lo que yo mismo era.

 

“Por las múltiples puertas entraron muchísimos Superiores: a más de uno reconocí a través de mis lágrimas. (2) Reconocí a Jup el Mago, reconocí al archivero Lindhorst, a Mozart con el traje de Pablo. La ilustre congregación se instaló en numerosos sitiales cuyas filas, elevándose hasta el fondo, se iban estrechando; por sobre el trono, que culminaba en su extremidad, vi resplandecer un baldaquín de oro.

 

El Orador avanzó y anunció: "La Orden se apresta a pronunciar por boca de sus Superiores la sentencia del querellante H...,(3) que se creyó obligado a callar los secretos de la Orden y que ahora comprende lo que había de extraño y blasfematorio en su proyecto de escribir la historia de un viaje del que no era digno, y de hacer la historia de una Orden cuya existencia ya no creía y a la que había sido infiel.

 

“Se volvió hacia mí y exclamó con su clara voz:

-¿Está dispuesto, querellante H..., a reconocer al Tribunal y a aceptar su fallo?

-Sí - respondí. (4)

 

-¿Acepta, querellante H..., que el Tribunal de los Superiores le juzgue en ausencia del Jefe Supremo, o desea que éste pronuncie la sentencia?

-Acepto- dije - el fallo de los Superiores, sea dado en presencia del Jefe Supremo o en su ausencia.

 

“Iba a proseguir el Orador. Pero desde lo profundo de la sala resonó una dulce voz:

-El Jefe Supremo se dispone a pronunciar por sí mismo la sentencia.

 

“Al oír esto sentí un estremecimiento. Desde la extremidad del salón, desde el lejano horizonte de los archivos, avanzaba un hombre de oro, se acercaba en medio del silencio de la Asamblea y reconocí su porte, reconocí sus movimientos, reconocí, en fin su semblante. Era Leo.(5) Ataviado tan magníficamente como un Papa, subió al trono entre las filas de los Superiores. Ante el brillo de su atuendo. Que ostentaba la suntuosidad como una flor exótica, cada fila de Superiores se levantaba a su paso para saludarle. Llevaba su radiante dignidad con la conciencia, la humildad, la abnegación de un Papa o de un piadoso Patriarca portador de las insignias de su rango.

 

 

(Continuará...)

 

CLAVES MÁGICAS:

 

1.     “Una nueva idea, nuevo dolor, me atravesó como un rayo: yo había querido, inocente, escribir la historia de esta Orden, ¡yo, incapaz de descifrar y de comprender ni la milésima parte de esos millones de escritos, libros, imágenes y signos!”. Por fin entendió Hermann Hesse la naturaleza de su error. Es el error de los historiadores que pretenden encontrar el Espíritu examinando la Letra, sin darse cuenta que primero deben despertar su propio Espíritu, dormido en el materialismo. La Orden de Hermann Hesse es la COMUNIDAD INVISIBLE o IGLESIA DE LA LUZ de la cual nos ha hablado ampliamente Carlos de Eckartshausen en su libro “La Nube sobre el Santuario”. El “Viaje a Oriente” está lleno de signos y claves escondidas que nos dan cuenta de esta analogía. Es la Orden que ha existido desde el primer Día de la Creación, impartiendo enseñanza por comunicación y por inspiración desde hace miles de años. La enseñanza por comunicación proviene de los enviados divinos: Encarnaciones de Avatares, Adeptos e Iniciados. La enseñanza por inspiración es la Puerta Abierta a todos los Seres Humanos que desarrollan su Sensorium Interno para percibir la Luz Mayor de la Sabiduría Divina. El estudiante en el Sendero de la Iluminación tiene frente suyo una cantidad incalculable de material esotérico para descubrir por sí mismo: los escritos de los Iniciados, los libros de los inspirados, las imágenes simbólicas y los signos de la Naturaleza. Descifrar consiste en encontrar el número oculto o relación existente entre los tres mundos: el Mundo de Dios, el Mundo de la Naturaleza y el Mundo del Hombre. El logro de la comprensión de estas relaciones transforma al Hombre en un Adepto, aquél que ha alcanzado o logrado.

 

2.     “Por las múltiples puertas entraron muchísimos Superiores: a más de uno reconocí a través de mis lágrimas.” Es en el preciso momento en que Hermann Hesse toma conciencia de su objetivo imposible cuando aparecen los Superiores. No necesita llamarlos con la voz, porque los Superiores entienden el lenguaje del pensamiento, que es instantáneo. Además, no olviden que toda esta parte de la narración transcurre en un nivel metafísico, pues los sucesos no presentan secuencias racionales sino supraracionales. Las lágrimas de Hesse simbolizan arrepentimiento y comprensión. Cuando estas dos cualidades se manifiestan, la Gracia Divina es concedida. Esto está simbolizado con la aparición de los Superiores.

 

3.     “El Orador avanzó y anunció: "La Orden se apresta a pronunciar por boca de sus Superiores la sentencia del querellante H...,” Muchas Órdenes Esotéricas tienen Tribunales internos para juzgar las faltas de sus miembros. En especial la Masonería con sus códigos de faltas masónicas, debiendo existir un acusador y un acusado. Lo que diferencia el especial Tribunal que está juzgando al Hermano Hesse es que el acusador y el acusado son una misma persona. Porque no es un Tribunal humano sino un Tribunal Divino, es un Tribunal Superior, porque está por encima de los Tribunales humanos. El Juez es la propia consciencia, que observa y supervisa a la personalidad. Cuando el aspirante entiende la existencia de esta parte más profunda y elevada de su Ser Interno, puede escucharle y aceptar su sabio consejo. La acusación contra sí mismo está perfectamente descripta: en primer lugar, Hesse ya no creía en la existencia de la Orden; en segundo lugar, había dejado de comportarse como un Iniciado – esto es lo que significa la segunda acusación de haber “sido infiel” a la Orden.

 

4.     “-¿Está dispuesto, querellante H..., a reconocer al Tribunal y a aceptar su fallo?-Sí - respondí.” La conciencia superior habla al hombre inferior. La puerta de la percepción espiritual se abre cuando el ser humano acepta la voz de la conciencia, entonces puede comenzar a recorrer un nuevo sendero. Este es el momento más importante de Hermann Hesse, el momento de su redención, cuando acepta el fallo del Tribunal de su propia consciencia.

 

5.     “-El Jefe Supremo se dispone a pronunciar por sí mismo la sentencia…. avanzaba un hombre de oro, se acercaba en medio del silencio de la Asamblea… Era Leo.” Entonces, cuando el Ser Interno comienza a hablarle a la personalidad, se establece una comunicación fluídica con el Yo Superior, simbolizado por el Jefe Supremo de la Orden, el hombre eternamente joven, EL LOCO del Tarot, el Regidor de los Doce Signos, que es LEO, el SOL, el ORO. El “Hombre de Oro” es el perfecto Iniciado, el Adepto por excelencia. Es el Hierofante, quien enseña los Misterios, el quinto Signo y por eso está relacionado con el sistema de enseñanza metafísica denominado Tarot, con la carta llamada Arcano Mayor EL HIEROFANTE. Vemos entonces que ANDRES LEO es el Jefe Supremo de la Orden.





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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Evaristo Enviado: 26/01/2014 21:12

EL VIAJE A ORIENTE

 Hermann Hesse

Continuación... (29)

 

“A la espera del fallo una profunda angustia me dominaba; dispuesto estaba a aceptarlo humildemente, fuera condena o gracia; no me conturbaba menos que fuera Leo, el maletero servidor de antaño, quien estuviera ahora a la cabeza de toda la Orden, dispuesto a juzgarme. Pero estaba mucho más embargado, chocado, desconcertado y extenuado, por el gran descubrimiento del día: la Orden subsistía, perfectamente intacta y más poderosa que nunca (1); no eran Leo ni la Orden quienes me habían abandonado y decepcionado, sino que yo había sido bastante débil y bastante insensato interpretando erróneamente mis propias experiencias, para dudar de la Orden, para considerar el Viaje a Oriente como fallido y creerme el sobreviviente y el cronista de una historia jamás concluida, pese a no ser sino un fugitivo, un infiel, un desertor. Al descubrir esto, el horror y el éxtasis compartieron mi corazón.

 

Estaba, humilde, a los pies de la Sede Suprema, que antaño, me había acogido como miembro de la Orden, de la que había recibido la consagración y el anillo (2), la cual, como a Leo el servidor, me había lanzado a los caminos, y, en medio de todo esto, otra falta, otra inexplicable negligencia, una nueva vergüenza, pesaba sobre mí: ya no poseía el anillo, lo había perdido (3), y ni sabía cuando ni dónde, ni lo había echado nunca de menos hasta ahora.

 

“Sin embargo Leo, el Jefe Supremo, de áureas vestiduras, comenzaba a hablar con su dulce y bella voz; sus palabras bajaban a mí y me inundaban de tranquila alegría, como lo hubiera hecho un rayo de sol.

 

“- El querellante – dijo – tuvo oportunidad de librarse de algunos de sus errores. No comprende, y es muy razonable, que llegara a ser infiel a la Orden, que reprochara a ésta sus propias faltas y su propia locura, que dudara de la persistencia de la Orden, que padeciera el increíble orgullo de llegar a ser su historiador (4). Nada de esto es grave. Son, perdóneme el querellante, son, a lo sumo, tonterías de novicio. Y una sonrisa basta para desvanecerlas.

 

“Lancé un profundo suspiro y una leve sonrisa flotó ante la ilustre Asamblea. Que mis propias faltas, hasta mi locura de creer que la Orden ya no existía, y que yo fuese el único en serle fiel, no fuesen consideradas por el Jefe Supremo sino como tonterías y puerilidades, era un enorme alivio que, al mismo tiempo, me restablecía en mi yo.

 

(Continuará...)

 

CLAVES MÁGICAS:

 

1.     “la Orden subsistía, perfectamente intacta y más poderosa que nunca”.  Eckartshausen nos dice en “La Nube sobre el Santuario”, que existe una sola COMUNIDAD DE LA LUZ, de la que han derivado todas las Órdenes y Fraternidades. A esta Primer Orden podemos llamarla simbólicamente “Hermandad de la Primera Luz”, y sus miembros no son de este Mundo. Esta Orden existe siempre, desde el primer día de la Creación, y subsistirá hasta el último día de la manifestación, por la sencilla pero profunda razón de que el único objeto de existencia de esta Orden, es lograr la reintegración de aquello que está disperso, dentro del Todo. Una vez que esta Divina Misión esté cumplida, el período de tiempo que medido en términos de nuestro planeta Tierra, serán miles de millones de años, este Universo cesará de existir tal como lo conocemos. Sin embargo, el TODO no deja de existir. Y de una manera que no puede explicarse fácilmente, las múltiples personalidades existirán en una armonía tan perfecta que serán parte del Uno Indivisible. Podemos mirar hacia atrás en el tiempo y observar los rastros de civilizaciones desaparecidas en Oriente y en Occidente. Pero algo siempre queda. Aun cuando los Templos han sido derrumbados y destruidos por las guerras que continuamente azotaron nuestro planeta, siempre sobrevive algún Iniciado para continuar con la Tradición. Y aún en casos extremos donde los Iniciados han muerto físicamente, la Orden Invisible vuelve a manifestarse, mediante la encarnación de uno o de varios “Agentes Desconocidos”, cuya misión es restablecer los Misterios, de acuerdo a la modalidad en tiempo, espacio y cultura del pueblo donde se restauran los Misterios. Cuando Hermann Hesse dice que la Orden permaneció “perfectamente intacta”, nos está hablando del Conocimiento que no cambia, que es inmutable, porque proviene de Dios. Significa que sus Misterios no pueden ser mancillados, como no pueden ser modificados los rayos del Sol colocando un vidrio empañado o de color oscuro delante de la vista de una persona. Quien carece de verdadero Conocimiento, creerá que la distorsión que observa es la verdad. Mientras que el Iniciado comprenderá que la distorsión es la falta de capacidad del órgano apropiado de las personas, para poder recibir la Luz de ese Conocimiento. 

 

2.     “Estaba, humilde, a los pies de la Sede Suprema, que antaño, me había acogido como miembro de la Orden, de la que había recibido la consagración y el anillo”. Los elementos simbólicos de la Orden son la “Consagración” y el “Anillo”. Se denomina “Consagración” a la Ceremonia por la cual se inviste bajo la invocación del Ser Supremo, a los profanos con el Primer Grado de la Orden. Es en otras palabras, la Ceremonia de Iniciación. En cuanto al “Anillo” su origen se pierde en la noche de los tiempos. Su forma circular representa el Infinito, el Cosmos. Es la Serpiente que se muerde la cola. Significa Eternidad,  Fortaleza y Hermandad. Eternidad porque la circunferencia del Anillo no tiene principio ni tiene fin. Significa Fortaleza, porque la unión de los eslabones o Anillos, forman la Cadena de Anillos que es mucho más fuerte que un eslabón separado. Significa Hermandad pues todos los Iniciados forman la “Comunidad del Anillo”. Al colocarse un Anillo, los Iniciados participan del mismo sentido místico de ser “Uno con el Todo”.

 

3.     “una nueva vergüenza, pesaba sobre mí: ya no poseía el anillo, lo había perdido”. Con las explicaciones anteriores, resulta fácil entender el significado simbólico de la “pérdida del Anillo”: representa la separación de la Orden. El concepto de pérdida está asociado al de falta de atención, ya que se pierde aquello a lo cual no  le prestamos la debida atención. Perder el Anillo es alejarse insensiblemente de los Principios de la Orden, dejar de asistir a las reuniones, no practicar más los Rituales, dejar de estudiar. Y poco a poco, sin darse cuenta, el Espíritu es nuevamente atrapado por la Letra. Sucede muy a menudo en las Logias de todas las corrientes esotéricas, que muchos son quienes ingresan y son Iniciados, pero muy pocos son los que progresan y continúan su desarrollo interno. En otras palabras, es inmensa la cantidad de Hermanos que han “perdido el Anillo”.

 

4.     “El querellante – dijo – tuvo oportunidad de librarse de algunos de sus errores. No comprende, y es muy razonable, que llegara a ser infiel a la Orden, que reprochara a ésta sus propias faltas y su propia locura, que dudara de la persistencia de la Orden, que padeciera el increíble orgullo de llegar a ser su historiador”. El Jefe Supremo de la Orden, LEO, explica a Hermann Hesse la verdadera naturaleza de su error. Las Órdenes Iniciáticas proporcionan la oportunidad a los Iniciados, para que comiencen a desarrollar sus virtudes, y eliminen los vicios. Esto es el fundamento sin el cual no es posible progresar a las alturas filosóficas, místicas, herméticas, cabalísticas y alquímicas. Sin una base moral se corre el peligro de caer en la perversión del conocimiento iniciático, en el intento de utilizar el conocimiento en provecho propio y no en provecho de la Humanidad. También es un error emocional muy común, que sufren ciertos estudiantes, y que consiste en creer que por el mero hecho de haber ingresado en una Orden o Fraternidad, todos sus problemas materiales y emocionales serán solucionados. Como si el camino del Espíritu fuese el camino de la materia. Y no entienden que el equilibrio entre lo físico y lo metafísico es la prueba que debe pasar el Iniciado. Yo he conocido a muchos estudiantes que me han dicho “Cómo es posible que luego de mi Iniciación tenga más problemas que antes”, “Yo antes estaba tranquilo, tenía esto y aquello y ahora sufro enormemente”. La respuesta está en ellos mismos, pues al hacer tales comentarios están revelando el enorme egoísmo dentro suyo. Estaban esperando honras, adquisiciones, logros, por el simple trámite de una afiliación esotérica. Recuerden las palabras de Cristo: “Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”. Hemos visto el triste espectáculo de Iniciados que han perdido su Anillo, y aún peor, que lo han arrojado con desprecio, para retornar a la vida mundana de sufrimientos, producto de la falta de comprensión por haberse alejado del camino de la Sabiduría. Por último nos resta analizar lo que se nos quiere expresar con el “increíble orgullo de pretender ser su Historiador”. La Historia es una serie de hechos relacionados por causas y efectos esparcidos en el tiempo y en el espacio. La Historia sirve para conocer nuestras raíces, y aprender de las obras y de los errores de quienes nos precedieron. Pero el pecado es querer ser solo un Historiador, mientras que el Iniciado es quien hace la Historia, actuando en el mundo para restablecer la Luz Mayor. El concepto de Orden en el Viaje a Oriente no es el de una organización física, de la que pueda conocerse la fecha de fundación, el lugar, sus Estatutos, y todo tipo de datos profanos. Se trata más que de la Orden, del Orden impuesto por Dios en el Cosmos, es pues el conjunto de Leyes Naturales a las que está sujeta el Macrocosmos y el Microcosmos. No puede la mente finita del ser humano abarcar lo Infinito. La Historia de la Orden es la Historia de Dios, y esta Historia no puede ser escrita, pues solamente será lo que los seres humanos escriben acerca de Dios. Será la Historia de las creencias de los hombres, pero no la Historia de la Orden, que nunca podrá ser escrita porque no es de este Mundo.






 
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