ACERCA DE LAS CURACIONES
Dr. Harvey Spencer Lewis, F. R. C.
Tal vez algunas veces somos poco cuidadosos en el empleo de frases y palabras
cuando tratamos de expresar brevemente algunas ideas místicas, y caemos en
la costumbre de emplear frases populares. Yo sé que muchas veces he dicho
que la naturaleza realizará muchas curaciones si le damos la oportunidad, y
que la naturaleza cura mucho y hace muchas cosas. Pero, después de todo,
¿qué queremos decir cuando empleamos la palabra naturaleza de ese modo?
Permítaseme decir qué es lo que tengo en mente y entonces podrán ustedes
decir si comprenden eso del mismo modo.
En primer lugar, no puedo separar las leyes y principios de la naturaleza, de la
Consciencia de Dios. Cuando digo que la naturaleza hace algo, quiero decir que
Dios lo hace por medio de las leyes naturales. Jamás tengo la idea de que la
naturaleza y Dios son distantes o separados. Pero sé que hay quienes niegan la
existencia de Dios y dicen que todo se debe a las leyes de la naturaleza. Así,
vemos que estamos expuestos a malentendidos si decimos que la naturaleza
efectúa las curaciones y dejamos de explicar qué es lo que queremos decir. Creo
plenamente que en el principio del tiempo Dios creó y estableció ciertas leyes y
principios para que funcionaran en el plano terrestre, así como estableció
ciertas leyes para que funcionaran en el Cósmico. Estas leyes terrenales son las
leyes de la naturaleza y si bien realizan y producen cosas milagrosas, las están
haciendo de acuerdo y junto con la Consciencia de Dios.
El materialista, y especialmente aquellos que tratan de atenerse a una idea
mecánica de la vida, quieren que creamos que las leyes de la naturaleza son
únicamente leyes creadas por sí mismas y establecidas gradualmente por la
naturaleza misma, de manera mecánica, y que no hay una inteligencia
suprema, un ser supremo que tiene a su cargo el funcionamiento de esas leves,
o que haya sido creador de ellas en el comienzo del tiempo. Tratan ellos de
decirnos que toda acción del cuerpo humano, toda acción del cerebro, toda
acción de cualquier planta o flor, de cualquier semilla que se ponga en la tierra,
de cualquier mineral que crezca o evolucione, es el resultado de una acción y
reacción química o mecánica o física. No voy a emplear el tiempo de ustedes en
analizar ahora la teoría mecánica de la vida, porque después de haberla
explicado de acuerdo con los mejores libros que tenemos en nuestra biblioteca,
tendría la obligación de señalar a ustedes muchas discrepancias e
incoherencias que ustedes pudieran no haber visto. Sé bien que después de
hecho esto, ustedes descartarían la mayor parte de la teoría mecánica de la
vida y la olvidarían. ¿Entonces para qué vamos a perder una hora en explicar
algo que ustedes eventualmente rechazarían, del mismo modo que se
despojarían de cualquier cosa ficticia o inútil?
Ahora bien, cuando decimos que las leyes naturales de Dios sanan, curan o
corrigen y remedian ciertos estados perjudiciales del cuerpo, queremos decir
que esas leyes y principios emplean y cooperan con las fuerzas constructivas y
creadoras del universo y llevan a cabo cierto método sistemático de
reconstrucción que siempre ha existido en la naturaleza y que siempre existirá.
Un estudio sencillo de la fisiología nos mostrará a cada uno de nosotros que
cada hora de actividad de índole física y cada momento de actividad mental
desgasta alguna parte del cuerpo humano o del cerebro humano. No podemos
caminar por el cuarto sin emplear alguna energía y desgastar algunas células
de los tejidos o algunas células nerviosas. Mientras más fuerte sea el ejercicio,
físico o mental, mayor será la destrucción en un sentido puramente material.
Aun durante el sueño, cuando los procesos reconstructivos están en su grado
máximo de actividad, siempre se está efectuando algún proceso destructivo. La
vida misma en el cuerpo físico es un proceso de destrucción de células viejas y
de formación de células nuevas. Quiero asegurar a ustedes que la vida en el
cuerpo físico dejaría de manifestarse si se pudiera hacer algo para impedir los
procesos de desgaste de algunas de las células que componen nuestros
cuerpos. Sería eso un estado tan serio, como si se hiciera algo para impedir la
creación de nuevas células que reemplazaran a las gastadas. Estas dos fases,
desgaste y reconstrucción, son las dos mitades del mismo ciclo de evolución y
no se puede suprimir la mitad del ciclo sin quebrantarlo todo.
La conservación de la vida v la conservación de la energía están basadas en
suministrar al cuerpo humano suficiente descanso o tiempo de descanso cada
veinticuatro horas para permitir que los procesos constructivos hagan un
trabajo que equilibre los resultados de los procesos de desgaste. Dicho de otro
modo, es casi como una cuestión de Debe y Haber en un libro de caja. Tiene
que haber tanta construcción como hay desgaste, o si no el cuerpo y todas sus
partes cederían pronto a la enfermedad y la debilidad, y la vida misma
terminaría en ese cuerpo.
Si no hay suficiente recuperación y reconstrucción para igualar el proceso de
desgaste y destrucción, el cuerpo y el cerebro no ganarían nada, ni crecerían, y
no tendrían salud. Debe haber un poquito más de actividad creadora en cada
una de las veinticuatro horas o en la suma total del período de cada día.
Acerca de cómo la naturaleza en sus variadas y diversas maneras lleva a cabo
esta reconstrucción y esta curación y este remedio, tenemos información
abundante, pero requeriría meses y meses de explicación para que podamos
cubrir, aunque fuera superficialmente, cada uno de los procesos conocidos. A
medida que analizamos el asunto vamos quedando más convencidos de la
verdad del viejo dicho bíblico de que estamos terrible y maravillosamente
hechos. Hay algunos procesos que funcionan en nuestro cuerpo que la ciencia
ha tratado de analizar desde hace tiempo. Hablando de la química del cuerpo y
de sus acciones químicas o mecánicas, puedo decir que todos los grandes
bioquímicos del mundo y todas las grandes autoridades en la teoría de la vida
mecánica, no han podido explicar algunos de los principios de reconstrucción
que operan a diario. Cierto es que no han podido repetirlos completamente en
una acción puramente química o mecánica.
¿Han pensado ustedes alguna vez en la obra maravillosa que se efectúa
inconscientemente, automáticamente, eficazmente, por los procesos de la
naturaleza cuando ustedes se dañan cuerpo, como, por ejemplo, al cortarse
una pequeña parte del tejido de una mano? Digamos que ustedes han estado
manejando un cuchillo afilado que se ha resbalado y ha cortado una herida de
medio centímetro en uno de los dedos. La sangre fluye libremente y se siente
un ligero dolor, y probablemente ustedes sumergen el dedo en agua para lavar
la sangre y disponerse a atar el dedo para dejar que la naturaleza cuide de él.
Si ustedes son de aquellos que temen los microbios y la infección,
probablemente acudirán a algún rincón de la casa en busca de alguna
substancia o líquido para poner en la herida y limpiarla.
El sano empleo de esas cosas es simplemente una ayuda para la naturaleza.
Después de todo, si la piel junto a la herida no está limpia y algo extraño se
introduce en la incisión, la naturaleza tendría más trabajo para librarse de ello
que el trabajo que costaría limpiar lo sucio. Pero aun si no se aplica nada a la
herida, se verá que la naturaleza comenzó instantánea mente a remediar el
daño. Es como si la consciencia del cuerpo instantáneamente llamara a los
bomberos, a la policía, a la sanidad y junto con éstos al departamento de
limpieza de las calles y a varias otras organizaciones higiénicas, a la vez que
avisara a los servicios de la ciudad para que detengan la alta presión, para que
reduzcan la circulación y hagan mil y una cosas que ni ustedes ni yo podemos
soñar siquiera.
La manera más rápida para que esa herida cicatrice es dejar que el aire esté en
contacto con ella, a no ser que el aire esté extraordinaria mente contaminado,
como sucede en algunas fábricas o casas muy sucias. El aire bueno y saludable
del exterior ayudará a que la herida cure más rápidamente que si se le ponen
muchos vendajes, porque la sangre tiene una facilidad notable para coagularse
desde el momento en que el aire la toca, y esta sangre coagulada forma una
cubierta encima y alrededor de los tejidos dañados. Esta es la primera etapa del
proceso para remediar el daño, porque mientras el flujo de la sangre no se haya
detenido, no puede cerrarse la herida. La sangre debe detenerse tan pronto
como sea posible, pues si no, se perdería una buena cantidad de ella, y esto
requeriría un trabajo extraordinario por parte de los procesos de la naturaleza
para reemplazarla. Así, la naturaleza cuida de la situación, y gradualmente crea
nuevo tejido celular y la herida cicatriza poco a poco de una manera que los
más maravillosos cirujanos, químicos, mecánicos, materialistas y filósofos no
podrán igualar jamás.
En todo nuestro cuerpo se efectúa esa reconstrucción a cada momento, a cada
hora y 3 cada día. El aprender de memoria un poema y hasta el aprender de
memoria un número de teléfono, desgasta algunas células cerebrales que deben
reemplazarse instantáneamente. El atravesar apresuradamente la calle para
subir a un auto móvil, quebranta y destruye algún tejido, lo que requiere que la
naturaleza se ponga en acción y reemplace la pérdida.
Ahora bien, la naturaleza hace todo esto a su manera, sin consultarnos y sin
sentarse cómoda mente en una silla para explicárnoslo todo en alguna noche
frente a la chimenea. La naturaleza cree que si queremos saber lo que ella hace,
debemos ponernos a escudriñar hasta encontrarlo. Si no estamos lo
suficientemente interesados para dedicarnos a descubrir sus procesos con gran
trabajo y largas investigaciones, no seremos dignos de saber nada acerca de
ellos. Pero resulta maravilloso saber que, si compren demos o no sus
procedimientos, el trabajo de ella prosigue sin perjuicios, sin inclinaciones y sin
preferencias de ninguna clase.
El más pobre, el más humilde e ignorante miembro de una tribu de alguna isla
lejana podría ver que la naturaleza lleva a cabo su trabajo en el cuerpo de él
con la misma prontitud y con la misma eficacia que si se tratara de la persona
mejor informada y más inteligente del mundo occidental. Sin embargo,
podemos obstaculizar los procesos de la naturaleza y podemos poner muchos
tropiezos en su camino. Podemos darle más trabajo del que tendría que hacer,
y así podemos retardar la eficacia de sus procedimientos y alejar la realización
del fin adecuado.
En realidad, estamos haciendo esto, más de lo que cooperamos con la
naturaleza. Por la mañana, al levantarnos, podemos dejar de hacer el ejercicio
necesario para estimular a la acción todas las partes del cuerpo. Tal vez
entonces comemos una porción de manjares que no deberíamos comer, nos
enrollamos en una porción de telas en torno a nuestro cuerpo, ponemos
zapatos apretados a nuestros pies, y un sombrero apretado en la cabeza, y un
anillo apretado en los dedos, y mil cosas de esta clase. Luego, en vez de
caminar subimos a un tranvía o a un automóvil para ir al trabajo. Tal vez
entonces nos sentamos a trabajar con una luz pobre y con un aire viciado, para
luego hartarnos con abundantes alimentos pobremente preparados y con
combinaciones químicas impropias, poniendo así en nuestro cuerpo cosas que
son nocivas, olvidándonos de dar al cuerpo los elementos nutritivos naturales y
químicos que los procesos de la naturaleza necesitan para formar tejidos y
sangre. Luego, hacemos la misma cosa a mediodía y por la noche y finalmente
nos acostamos llenos de venenos y extenuados. Cierta mente que no podemos
decir que estamos cooperando con la naturaleza.
Nuestra organización Rosacruz tiene un poquito más de conocimientos o un
poquito más de conocimiento especial acerca de los procesos de la naturaleza,
especialmente acerca de los procesos de la mente, y por esto tenemos tanto
entusiasmo en nuestro sistema de instrucción y de ayuda a los demás acerca
de la manera correcta de vivir. Nuestro propósito es dar a la naturaleza una
mayor oportunidad, una mayor ocasión de realizar su trabajo natural, como
Dios pensó que lo hiciera. No podemos efectuar la curación real y verdadera; no
podemos re mediar las condiciones, ni puede hacerlo ningún médico. Pero
nuevamente llamo la atención de ustedes acerca de que es tan importante
cooperar con la naturaleza y aprender a darle toda oportunidad y evitar el
obstaculizar los procesos de la naturaleza, como lo es rezar para pedir la salud
y la felicidad, o como lo es llamar a un médico.