*...-…Kghhhhhh Maldito seas, tu denuevo…-
Solo aquellos sentidos léxicos resonarían en el vacío del salón papal, donde solo la estampa del máximo representante de Athena en la tierra yace aparentemente subyugado por un punzante dolor en su testa. Entre quejidos y una agitada respiración que va mermando
-…Esa mocosa aun te está buscando jmjmjmjm y por lo visto, va muy bien encaminada, me agrada su convicción…-
murmura entre risas a la par que lo platino de su cabellera va desapareciendo
-… No me equivoque en dejarla en el refugio, ¿no lo crees así?...-
cuestiona al vacío para de un momento a otro, el porte del patriarca se alcé avanzando leves metros por frente del trono
-…Ella alberga un fuerte sentido de justicia y honor, no permitiré que su valor se vea manchado por la oscuridad que abraza este santuario…-
añade desprendiendo de su testa el yelmo alado y la mascara que viste cediendo a la vista una alongada cabellera azulada “…Que ingenuo eres, primero el terco de Aioria cuestiona nuestro poder y lo permites y ahora te pones tan blando que quieres proteger a una mocosa que de la cual solo tienes supuestos…” Sin prestar demasiada importancia a las venenosas frases que brotan en su mente, el papa retoma nuevamente su sitial en el trono, mas esta vez, se cierne en una recóndita concentración trascrita en la aparición de un danzante y sublime halito dorado que pareciera sincronizarse con aquel templo que más allá, se ve amparado por ese mismo brillar ecuánime al astro rey… *