El trastorno maníaco-depresivo, conocido en términos médicos como trastorno bipolar, es un trastorno mental crónico serio. Es más que un simple cambio del estado de ánimo. Los pacientes bipolares experimentan períodos donde su estado de ánimo se altera, pasando por estados de manía (eufóricos o irritables) y depresión. También pueden experimentar estados mezclados.
Se estima que una de cada cien personas es maníaco-depresiva. La enfermedad se manifiesta generalmente antes de los 35 años de edad. La duración y la frecuencia de los ciclos entre el estado bajo de depresión y la euforia de la manía varían de persona en persona, al igual que los otros síntomas de la maníaco-depresión.
Causas.
El trastorno maníaco-depresivo, conocido en términos médicos como trastorno bipolar, es un trastorno mental crónico serio. Es más que un simple cambio del estado de ánimo. Los pacientes bipolares experimentan períodos donde su estado de ánimo se altera, pasando por estados de manía (eufóricos o irritables) y depresión. También pueden experimentar estados mezclados.
Se estima que una de cada cien personas es maníaco-depresiva. La enfermedad se manifiesta generalmente antes de los 35 años de edad. La duración y la frecuencia de los ciclos entre el estado bajo de depresión y la euforia de la manía varían de persona en persona, al igual que los otros síntomas de la maníaco-depresión.
Indicios y Sintomas.
Las personas que padecen del trastorno maníaco-depresivo probablemente exhibirán uno o más de los siguientes comportamientos durante la fase de manía:
- Euforia excesiva o estado de ánimo expansivo
- Irritabilidad y cólera, inconsistente con la situación
- Hiperactividad
- Ideas grandiosas o delirios; optimismo extremo
- Falta de buen juicio
- Grupos de ideas y pensamientos acelerados; conversaciones apuradas con cambios bruscos de temas y pensamientos desorganizados
- Menor necesidad de dormir
- Ira repentina, irritabilidad o paranoia
- La fase depresiva tiene los mismos síntomas de la depresión grave o "unipolar:"
- Sentimientos de falta de valor, falta de esperanzas, de impotencia, indiferencia total o culpa extrema
- Tristeza prolongada, llanto incontrolable
- Irritabilidad; retracción de actividades o relaciones de las que disfrutaron en otros tiempos
- Incapacidad para concentrarse o recordar detalles
- Falta de apetito o aumento en el apetito; fatiga constante, insomnio
- Problemas físicos que no tienen otra explicación
- Pensamientos sobre la muerte o intentos de suicidio
Tratamientos.
Si bien el trastorno maníaco-depresivo es una enfermedad mental seria, es tratable. Toda persona que sufra de la misma debe solicitar una evaluación médica completa para descartar otro tipo de trastornos mentales o físicos que podrían parecerse a la maníaco-depresión. Los tratamientos estabilizan los ciclos maníaco-depresivos y se concentran en el estado de ánimo que se está experimentando.
Medicamentos.
El medicamento más común para tratar la maníaco-depresión, carbonato de litio, puede reducir la cantidad y la intensidad de los episodios de manía o prevenirlos totalmente. Para aquellos pacientes que no responden bien con litio, los médicos han tenido éxito con otros medicamentos como carbamazepine y valproate.
Al igual que otros, estos medicamentos tienen efectos secundarios negativos cuando no se los utiliza apropiadamente. Sin embargo, y bajo el control de un médico, el litio y otros medicamentos similares pueden devolverle a los pacientes una vida normal y productiva.
La Vida con el Trastorno Maniaco-depresivo.
Vivir con maníaco-depresión puede ser una experiencia terrible. Al igual que las otras enfermedades mentales, la maníaco-depresión puede destrozar vidas si no se la trata. Puede complicar las relaciones, especialmente con la familia y amigos cercanos. También se pone en riesgo el empleo y la situación económica de la víctima. Incluso puede resultar en suicidio.
Además del tratamiento con medicamentos, la psicoterapia puede ayudar al individuo con consecuencias personales y sociales del trastorno maníaco-depresivo. Debido a la naturaleza intensa del trastorno, los miembros de la familia también se beneficiarían asistiendo a sesiones de terapia. Allí pueden encontrar apoyo emocional, educación y comprensión, y también aprender a participar en el tratamiento del paciente.