Llevas todo el mes pensando en el nuevo chico que acaba de llegar a tu clase: ¡está como un tren! Ves al objeto de tu deseo acercándose a los casilleros, respiras profundamente, confías en que tu desodorante no te abandone y te diriges hacia él. Pero, mientras te acercas a él, te enfocan sus perfectos ojos verdes y, de repente, te quedas sin respiración - y se te olvida completamente lo que querías decirle. De modo que sigues avanzando...pasas de largó a semejante bombón y te detienes frente a la vitrina de los trofeos, simulando estar fascinada por la placa del campeonato de bádminton masculino de 1992. Te armas de valor. ¡Demasiado tarde! Una amiga tuya ha iniciado con él la conversación que te habría gustado mantener a ti. Miras fijamente los trofeos cubiertos de polvo y te avergüenzas de tu dichosa timidez.
¿Por qué te cuesta tanto acercarte a gente desconocida o probar cosas nuevas? Si titubeas a menudo porque te preocupa lo que puedan pensar los demás o temes que te rechacen, parecer tonto, pasar vergüenza o cometer un error, lo más probable es que la culpa la tenga la timidez.
¿Qué es la timidez?
La timidez es una emoción social que afecta a cómo siente, piensa y se comporta una persona. La timidez hace que nos sintamos incómodos, cohibidos, asustados, nerviosos o inseguros ante los demás. Cuando a una persona le asalta la timidez, se reprime de decir o hacer cosas porque le preocupa cómo podrían reaccionar los demás. La timidez también puede ir acompañada de sensaciones corporales, como ponerse rojo, temblar, tener náuseas o quedarse sin habla o sin respiración.
La timidez nos suele asaltar en determinados tipos de situaciones sociales - como el primer día de clase, cuando conocemos a gente nueva, cuando iniciamos una conversación con alguien que nos atrae o cuando hacemos una exposición oral en clase. Es más fácil que nos sintamos tímidos en situaciones donde no estamos seguros de qué va a ocurrir o cómo reaccionarán los demás, o cuando sabemos que todas las miradas van a posarse en nosotros. Es menos probable que nos sintamos tímidos en situaciones en que sabemos qué podemos esperar, qué debemos hacer o decir, y cuando estamos entre gente conocida.
Hay gente más tímida que otra. Una persona puede ser un poco tímida, medianamente tímida o extremadamente tímida. A algunas personas que son un poco o medianamente tímidas les entra la timidez sólo en determinadas circunstancias. A estas personas, la timidez les hace sentirse incómodas al principio, pero la suelen vencer al cabo de unos minutos. A menudo aprenden a luchar contra esa timidez inicial, conscientes de que, en cuanto entran en calor, al familiarizarse con la gente nueva o la nueva situación, superan esa reacción inicial.
Pero a las personas extremadamente tímidas les cuesta mucho vencer esa timidez inicial, lo que les lleva a evitar muchas situaciones sociales, tener graves dificultades para hacer nuevas amistades o evitar probar cosas nuevas. A la larga, esto puede interferir con su confianza en sí mismas y su autoestima.
¿Qué provoca la timidez?
La timidez leve o moderada es como cualquier otra emoción - al igual que la alegría y la tristeza, la timidez puede ser una parte de cómo experimentamos las cosas y reaccionamos ante ellas. Pero hay otros factores que también pueden influir sobre la timidez:
- Temperamento. Hay gente tímida por naturaleza, del mismo modo que hay gente que es malhumorada, impulsiva, alegre, nerviosa o tranquila. Los científicos creen que el temperamento está determinado por los genes que heredamos de nuestros sus padres. Una persona de temperamento tímido es más probable que sea cauta, le cueste más adaptarse a los cambios, prefiera lo familiar a lo desconocido y titubee cuando se enfrente a algo nuevo. La gente con un temperamento tímido también tiende más a observar antes de unirse a un grupo. Es posible que sea más sensible a las emociones - no sólo las suyas, sino también las de los demás. Debido a su sensibilidad emocional, las personas que tienen este temperamento suelen ser amables y preocuparse por los demás.
- Conducta aprendida. La tendencia natural de una persona a ser tímida puede verse influida por lo que aprende de otras personas, especialmente los demás miembros de su familia. Si los padres de un niño son sumamente cautos o tímidos y les cuesta mucho relacionarse con otra gente, su comportamiento puede enseñar a su hijo (sobre todo si éste tiene un temperamento tímido) que relacionarse con otras personas es desagradable o estresante - ¡incluso sin pretenderlo! Asimismo, los niños pequeños aprenden a esperar determinadas reacciones en función de cómo responde la gente a sus acciones. Si un niño crece en un ambiente donde recibe constantemente reacciones críticas o juicios negativos, se convertirá en un adulto que esperará que los demás lo juzguen mal. Estos niños tienen más probabilidades de ser reservados, tímidos y miedosos y de dejarse intimidar por determinadas situaciones.
- Experiencias desagradables. Lo que aprende una persona a través de su propia experiencia también puede repercutir sobre su timidez. Una persona de temperamento tímido puede volverse todavía más retraída si le fuerzan demasiado a participar en situaciones nuevas y/o que le hacen sentirse incómoda. Si una persona tímida es objeto de burlas, intimidaciones, malos tratos o humillaciones procedentes de otros niños de su edad, sus hermanos y/o adultos, lo más probable es que todavía se retraiga más sobre sí misma. Sin embargo, si a una persona tímida no la fuerzan y le permiten acercarse a las cosas nuevas poco a poco, esa experiencia positiva le ayudará a perder parte de su timidez.
¿Qué puedes hacer con la timidez?
La buena noticia es que nadie está predestinado a ser tímido. Las personas con temperamento tímido pueden superar la timidez. Las viejas pautas de conducta y las malas experiencias pueden ser sustituidas por experiencias nuevas y positivas que les enseñen nuevas habilidades. Si eres una persona tímida, la clave para superar tu timidez consiste en rodearte de buenas personas.
La forma en que la gente reacciona ante una persona tímida puede cambiar profundamente las cosas. Cuando uno es tímido, el mero hecho de que alguien lo entienda y lo acepte es sumamente importante. Esa persona puede ser un padre, un hermano, un tío, un primo, un profesor, un psicólogo o su mejor amigo. Saber que hay alguien que te apoya mientras tu vas avanzando pasito a pasito puede ayudarte a superar la timidez.
Los buenos amigos y los familiares que te apoyan sabrán ayudarte a afrontar las nuevas experiencias a tu propio ritmo. Los amigos que te aprecian de verdad también sabrán que no deben sobreprotegerte. El hecho de proteger a alguien de determinada experiencia no le enseña a afrontarla. La gente sobreprotectora te está enviando el mensaje de que la experiencia es excesiva para una persona tan tímida como tú -aunque no lo crea realmente. ¡Esto no es precisamente algo que fomente la confianza a en uno mismo!
He aquí algunos consejos que te pueden ayudar si tienes problemas de timidez:
- Aprende y practica habilidades sociales. Las personas tímidas se dan a sí mismas menos oportunidades para practicar conductas sociales. No es de extrañar que las personas que evitan relacionarse socialmente por timidez no se sientan tan seguras en las situaciones sociales como otras personas de su edad que son muy sociables. Practica conductas sociales como el contacto ocular, el lenguaje corporal que trasmite seguridad, las sonrisas, presentarte ante un desconocido, hablar sobre nimiedades, formular preguntas y las invitaciones con aquellas personas con quienes te sientes más cómodo. Construye la seguridad y la confianza en ti mismo de este modo.
- Planifica las cosas con antelación. Cuando te sientas preparado para probar algo que llevas tiempo evitando - como llamar a alguien por teléfono o iniciar una conversación - anota lo que quieres decir antes de lanzarte. Ensáyalo en voz alta, tal vez delante de un espejo. Y después lánzate. No te preocupes si no te sale perfecto (pocas de las cosas que hacen otros chicos que parecen más seguros de sí mismos son perfectas). Pero siéntete orgulloso de haberte atrevido. La próxima vez todavía te saldrá mejor porque te resultará más fácil.
- Sé tu mejor amigo. A las personas tímidas les preocupa lo que los demás puedan pensar sobre ellas. Puesto que siempre están pendientes de la posibilidad de que alguien pueda formarse una mala opinión de ellos, suelen ser bastante críticos. Y ¿con quién son más críticos? Consigo mismos. Fíjate en la dureza con que te juzgas a ti mismo y pregúntate si criticarías a tu mejor amigo con la misma dureza por lo mismo. En caso negativo, trátate como a tu mejor amigo. Acéptate con todas tus imperfecciones.
- Compórtate como si no fueras tímido. ¿Te parece raro? El "actuar como si" es una técnica que te puede ayudar a adoptar una actitud de mayor seguridad y confianza en ti mismo y permitirte probar comportamientos sociales que no sueles practicar. Piensa en alguien cuyo don de gentes que admiras y respetas, y actúa como si estuvieras en su piel.
- Desarrolla la asertividad. Las personas tímidas suelen ser menos asertivas (es decir, les cuesta más reivindicar sus derechos y hacerse valer), pero eso no significa que sean unos llorones o unos cobardes. Al preocuparles tanto las reacciones de los demás, no les gusta "complicar las cosas". Y eso puede hacerles más reacios a defender sus derechos cuando deberían hacerlo, pedir lo que quieren o necesitan o quejarse cuando alguien le pisa (¡qué daño!). El desarrollo de la asertividad puede ayudar a una persona a encontrar formas respetuosas de defenderse y hacerse valer y a desarrollar el respeto por sí misma.
- Céntrate en tus puntos fuertes. ¿En qué eres bueno? ¿De qué cualidades te sientes más orgulloso? Pregunta a tu mejor amigo o a los miembros de tu familia cuáles creen que son tus mejores cualidades. Cuando te encuentres es una situación que te impone, piensa en tus cualidades y en tus puntos fuertes. Cuando una persona se cree competente, se siente más segura y aumenta su confianza en sí mismo.
- Ya está bien como eres. No podemos modificar nuestra verdadera naturaleza interna. (¿Y para qué lo íbamos a hacer? Si todos fuéramos perfectos, todos seríamos iguales - ¡y nos aburriríamos muchísimo!) Pero sí podemos aprender comportamientos externos, como "actuar como si" y el lenguaje corporal que transmite seguridad a fin de afrontar mejor determinadas situaciones sociales
Cuando la timidez es extrema
Nada menos que en una de cada diez personas, la timidez es tan fuerte como cualquier miedo intenso. Estas personas pocas veces se sienten cómodas cuando están con otra gente y pueden sentir una gran ansiedad en prácticamente cualquier situación social. Una timidez leve puede llevar a una persona a ponerse como un tomate y a desear refugiarse bajo la mesa cuando mete la pata en clase. Pero la timidez extrema puede interferir con la capacidad de una persona para hablar en clase. Una persona extremadamente tímida puede pasarse toda la clase sin prestar atención por lo mucho que le preocupa que el profesor pueda preguntarle algo.
La timidez extrema puede hacer que una persona se sienta tan a disgusto en una fiesta o tenga tanto miedo de no saber qué decir en una comida que acabe por evitar completamente tales situaciones. Este tipo de timidez extrema se conoce como fobia social. Como otras fobias, la fobia social es una reacción de miedo ante algo que realmente no es peligroso, aunque tanto el cuerpo como la mente reaccionan como si el peligro fuera real. Una persona con fobia social que tiene terror a que un profesor le pregunte en clase puede dejar de ir a clase.
Cuando una persona es extremadamente tímida o le da tanto miedo hablar con los demás que deja de hacerlo en el colegio o instituto, con determinadas personas o en determinadas situaciones sociales, padece el tipo de fobia social conocido como mutismo selectivo. Esto significa simplemente que la persona no habla (mutismo) en determinadas situaciones pero sí en otras (selectivo). Las personas que se ponen demasiado nerviosas para poder hablar porque padecen fobia social o timidez extrema pueden mantener conversaciones completamente normales con aquellas personas con quienes se sienten cómodas (como sus padres o hermanos, o su mejor amigo) o en determinados lugares (por ejemplo, en casa). Pero otras situaciones sociales les provocan un malestar tan extremo que se quedan completamente sin habla.
A pesar de que evitar las situaciones que desencadenan la fobia social puede parecer un alivio al principio, en el fondo, con ello sólo consigue empeorar las cosas. Cuanto más evite una persona las situaciones problemáticas, más miedo le darán. Esa persona podría ir evitando cada vez más situaciones sociales hasta acabar completamente sola y asilada en su casa.
Debido a la intensidad de los sentimientos implicados en la timidez extrema, intentar superarla solo puede ser mucho más difícil que hacerlo con ayuda. Las personas con fobia social o mutismo selectivo a menudo necesitan la ayuda de un experto para hablar sobre sus dificultades y ayudarles a encontrar soluciones a sus problemas. Los psicoterapeutas especializados en el tratamiento de la timidez no sólo pueden enseñar a una persona tímida nuevas habilidades sociales, sino también a controlar la ansiedad y a reducir el estrés asociado a la fobia social.
Suprime "el evitar"
¿Qué te pasa cuando vas a entrar en una piscina y encuentras el agua muy fría? Si te tiras inmediatamente, te olvidas enseguida de lo fría que está de lo bien que te lo pasas nadando. Imagínate que la próxima vez ni siquiera metes el pie porque te dices a ti mismo: "seguro que está fría, ¡me voy a congelar!". Eso es la evitación. Es lo mismo que pensar en decirle algo al entrenador y después echarte atrás porque crees que podrías pasar vergüenza al hacerlo. ¿Sabes una cosa? Tal vez te dé un poco de vergüenza al principio, pero puedes hacerlo.
Volvamos a la piscina. ¿Qué ocurre cuando te tiras de golpe al agua fría? Al cabo de un rato, ya no la encuentras tan fría, no sólo porque el agua se ha calentado un poco, sino sobre todo porque tú te has acostumbrado a su temperatura. Con la timidez ocurre lo mismo. Si permaneces en una situación, te habitúas a ella y entras en calor. Pero entrar en calor no sólo es cuestión de resistencia. Si una persona se queda completamente inmóvil dentro del agua fría, probablemente empezará a temblar y no se calentará mucho. De ahí la similitud entre la piscina y una situación social. Para calentarte, tendrás que estar un poco activo, movilizando tus habilidades sociales. Habla, sonríe, di algo (¡cualquier cosa!), y recuerda tus puntos fuertes. No es fácil, pero merece la pena. Después de todo, el chico bueno de preciosos ojos verdes tal vez quiera hablar contigo - pero es demasiado tímido para dar el primer paso.