Cuando las olas de los años borren
las huellas que a lo largo de la playa
ha dejado la vida,
y una opaca tormenta ahogue sueños
sembrados en los surcos del destino;
cuando un frío huracán de indiferencia
arranque tiernos pétalos del alma
dejando las espinas,
y la escarcha del árido abandono
congele los recuerdos en el aire;
cuando el tiempo cabalgue los espacios,
desarraigue los cuerpos de su origen,
injerte soledumbre
y cercene las ramas de los troncos
para hundirlas en tierra hostil y extraña;
cuando todo termine, en el final
que lleve hasta los límites la espera
de un próximo horizonte,
y tristeza, abandono, desamparo,
acompañen los últimos momentos;
cuando el ocaso avive los sentidos,
no permitas, ¡oh, Dios!, que la amargura,
la angustia, el desaliento,
y el palpitar doliente de la herida,
rompan el frágil hilo de la fe.