CUANDO ALEGRAS A ALGUIEN…
Cuando alegras a los demás,
no tienes manera de evitar sentir alegría.
Enseñando a los demás, no puedes dejar de aprender,
de manera profunda y sustancial.
No puedes forzar a nadie a comprenderte.
Sin embargo intentando sinceramente comprender,
lograrás ser comprendido.
La mejor manera de lograr
que tu punto de vista sea aceptado no es gritando.
Es escuchando,
como sabrás de qué manera hablar más efectiva y convincentemente.
La mejor manera de ayudarte a ti mismo
es ayudando a los demás.
Esa hermosa paradoja es la base de la civilización
en su forma más maravillosa.
Cuanto más positivamente afecte tu vida a los demás,
más brillantemente se reflejará a su vez en ti.
Si te sientes un poquito deprimido, ofrece tu bondad,
tu cuidado, tu tiempo y tu atención a alguien.
Y haciéndolo levantarás, como mínimo, a dos personas.