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General: LA PALABRA DIARIA MES DE MAYO
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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 03/05/2010 05:42 |
Remontarse
Pongo mi fe en Dios y mi espíritu se remonta.
Dios en mí es mi fortaleza espiritual, el poder que apoya el desenvolvimiento de mi vida, la fuerza que eleva mi espíritu, mente y cuerpo. Soy llamado a ir más allá de los parámetros que me he fijado según llevo a cabo mi propósito divino.
Ejercito mi fortaleza espiritual cada vez que hago algo nuevo, bien sea que comience un programa de ejercicios o un negocio. Digo una oración antes de comenzar cualquier actividad. Tal como lo hace el águila, me remonto; dejando ir el temor y las limitaciones y haciendo uso de la fortaleza y las habilidades que Dios me ha dado. ¡Pongo mi fe en Dios y mi espíritu logra nuevas alturas!
¡Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos! —Salmo 84:5
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De: Siondra |
Enviado: 04/05/2010 22:07 |
¡Tatis gracias amiga, esas palabras de Mayo nos hace muy bien leerlas, un abrazo amiga !
Paloma |
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Gozo
El gozo está tan cerca como un pensamiento. Elijo el gozo.
Al mirar mi vida en retrospectiva, quizás note cómo mi ánimo ha subido y bajado. A lo mejor recuerdo días de profunda tristeza y otros rebosantes de alegría. Han habido períodos de optimismo y momentos de pesar. Estar consciente de mis emociones crea una entrada para el cambio.
Al vincularme con el Espíritu, siento que la paz, el amor y la felicidad fluyen por medio de mí. Me doy cuenta de que cuando cambio mis pensamientos, mis emociones cambian. Cuando siento tristeza, miedo o ansiedad, recuerdo que puedo escoger mantener mi mente y corazón a tono con el Espíritu. Cada uno de mis pensamientos, palabras y acciones es una expresión del Espíritu que está en mí.
Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.—Romanos 14:17
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Fe
Utilizo mi fe intencional y positivamente.
Quizás juzgue a mi fe débil o fuerte. Ésta es fortalecida por medio de la oración y la atención, mas también debo asegurarme de que la dirijo correctamente.
Utilizo mi fe cuando oro por curación, y también la utilizo cuando me preocupo por un ser querido. Mi intención al orar es tener un resultado positivo, así que decido evaluar los sentimientos que tengo cuando oro.
Dejo ir cualquier sentimiento de ansiedad y oro con un sentimiento de paz y fe en lo bueno. Me aquieto e imagino sólo los mejores resultados posibles. Creo firmemente que estos resultados surgirán. Al utilizar intencionalmente la fe, mi mente y corazón están en paz y mi confianza en Dios se fortalece.
Entonces Jesús dijo al centurión: “Vete, y como creíste te sea hecho.” Y su criado quedó sano en aquella misma hora.—Mateo 8:13
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Ascender
Permito que mi espíritu se remonte en unidad con Dios.
Cuando una situación parece no tener solución, tal vez sea porque la estoy viendo desde el punto de vista humano. Mas tengo el poder innato de ver cualquier circunstancia desde una perspectiva espiritual al dirigirme a Dios en oración.
Si sólo estoy viendo problemas y no soluciones —enfermedad y no salud, escasez y no abundancia— recuerdo descansar en el silencio y restablecer mi unidad con Dios. Al afirmar sabiduría, salud y abundancia, comienzo a ver las cosas de manera diferente. En unidad con la posibilidad infinita, sobrepaso las alturas de la conciencia humana. Al estar en unidad con Dios en todo lo que pienso, digo y hago, permito que mi espíritu se remonte.
Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno.—Juan 17:22
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Perdonar
El amor es la respuesta.
Si me mantengo atado a errores presentes o pasados, puedo liberarme al permitir que el amor sature mi ser de tal modo que genere perdón. El amor disuelve toda confusión, crítica y resentimiento.
Reconozco que las situaciones en mi vida que han causado infelicidad, soledad o frustración, no son la voluntad de Dios para mí, ya que Su voluntad para mí y para toda Su creación es sólo el bien.
Cuando permito que el amor infunda mis pensamientos con armonía, luz y salud, un sentimiento gozoso de perdón surge automáticamente en mí. Este amor me satisface. Toda mi vida es enriquecida por experiencias nuevas y satisfactorias de felicidad, éxito, salud radiante y compañía correcta.
Amad a vuestros enemigos, … orad por los que os ultrajan y os persiguen.—Mateo 5:44
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Gracia
Por medio de la gracia de Dios, recibo mayor bien que el que imaginé.
La gracia de Dios se manifiesta de muchas maneras: como una mano amiga, como un cheque inesperado o como la persona correcta. La gracia de Dios me da la habilidad de ser uno con la paz que busco en cualquier momento dado y tener acceso a una actitud de gratitud en cada situación de la vida.
A Dios le place darme Su reino. Con el corazón abierto para recibir, veo y siento la paz, el gozo y el amor de Dios que siempre están disponibles para mí.
Por medio de la gracia, recibo mayor bien que el que imaginé. La gracia es una bendición y un don, y la acepto con gratitud.
Buscad, más bien, el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino.—Lucas 12:31-32
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Descanso
Abro mi mente al descanso y la paz de Dios.
Confío en que la presencia y el poder de Dios proveen todo lo que necesito. Dios es la energía creativa y la sustancia espiritual que obran en mí y por medio de mí para crear la vida que deseo. En oración, pido, doy gracias y sé que mi oración es escuchada y contestada. Aun cuando no vea resultados externos, ceso de pedir y espero con fe.
Suelto la duda y el temor. Al dejar ir cualquier lucha o esfuerzo acerca de la manera cómo mi bien tiene que surgir, abro el camino para que Dios haga Su obra. Dejo ir y permito a Dios actuar. Anticipo, con avidez y gozo que mis necesidades son satisfechas.
Sé que mi mayor bien está en camino. En mi tiempo de descanso y oración, mi mente y corazón están abiertos a la paz de Dios.
El Padre, que vive en mí, él hace las obras.—Juan 14:10
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Dones del
Espíritu
La presencia de Dios me apoya.
Mantener en mi mente la imagen de lo que deseo lograr y los dones y poderes que yacen en mí abre, de par en par, las puertas a las posibilidades. En momentos de reto, mantener imágenes mentales positivas me ayuda a establecer las bendiciones que deseo.
Mantengo mi imaginación y mis pensamientos fijos en los dones divinos, oro y medito. Me afianzo en la presencia de Dios aquí y ahora. Gracias a esta Presencia, tengo todo lo que necesito para cambiar mis circunstancias y tener éxito. Acojo este conocimiento interno de apoyo divino y avanzo. Acepto los dones del Espíritu y hago lo que debo hacer.
El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho.—Juan 14:26
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Orar por otros
Traigo a todas las personas por quienes oro a un círculo de fe y amor.
No hay mayor compromiso que pueda hacer hoy que el orar por los demás. Al aceptar esta asignación divina, ofrezco la siguiente oración por familiares, amigos y por todos aquellos a quienes no conozco personalmente pero que necesitan apoyo para superar algún reto:
Oro para que estés receptivo a las bendiciones de Dios, abierto a más paz, salud y prosperidad. Te visualizo saludable y perfecto. Veo que logras tus metas y que llevas a cabo tus sueños.
Oro para que, al comenzar el día, disfrutes de confianza y energía; que tu día esté lleno de logros y significado. Oro para que cuando pongas la cabeza en la almohada, listo para dormir, sientas paz y satisfacción acerca del día que termina y que esperes con avidez el bien que el nuevo día te traerá. Amén.
En espíritu estoy con vosotros.—Colosenses 2:5
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Protegido
Soy protegido divinamente de todas maneras.
En momentos de cambio o reto, quizás sienta ansiedad o temor. Qué consuelo es saber que siempre soy guiado y apoyado por la presencia de Dios. Hay una sola presencia y un solo poder, Dios, el bien omnipotente.
Nada ni nadie tiene mayor poder. Al mantener mi atención centrada en esta verdad, sé que todo saldrá bien. Pase lo que pase en mi vida, sé que Dios está en mí y que también está estableciendo orden en la situación. En mí yacen la sabiduría y la fortaleza que necesito para superar cualquier reto que pueda surgir. La guía y la dirección divinas me apoyan. No importa la apariencia, soy protegido divinamente.
Cuando pases por el fuego, no te quemarás … Porque yo, Jehová, Dios tuyo, … soy tu Salvador.—Isaías 43:2, 3
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Luz de Dios
¡La luz de Dios resplandece por medio de mí!
Hay un dicho que reza: Dios nunca cierra una puerta sin abrir una ventana. Sin embargo, hay momentos en que parece que ni las puertas ni las ventanas están abiertas. Mas recuerdo ver más allá de las apariencias, a la Verdad. No tengo miedo porque soy la ventana que busco, y la luz de Dios resplandece por medio de mí.
Al abrir mi mente y corazón a mi luz crística interna, ésta resplandece, iluminando el camino hacia mi mayor bien. Permito que mi energía creativa fluya y siento entusiasmo por las nuevas oportunidades ante mí. Digo sí a las posibilidades emocionantes. Doy gracias a Dios, porque soy una ventana a través de la cual la luz crística resplandece.
Pero gracias a Dios, … Cristo Jesús, … que por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.—2 Corintios 2:14
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Curación
Bendigo mi mente y cuerpo con pensamientos de salud perfecta.
Soy perfecto. Qué afirmación de fe más poderosa. Afirmo con confianza perfección, porque soy uno con Dios. Soy uno con la vida, la sabiduría y el amor divinos. En meditación, visualizo a la energía dadora de vida como una corriente poderosa que llena cada célula, fibra y tejido de salud y perfección.
La sabiduría divina guía mis pensamientos a medida que elijo libremente aquello que fomenta mi bienestar. Mi mente está abierta a la sabiduría de Dios. El amor divino me une con mi familia universal. Al afirmar mi salud, también afirmo la salud y perfección de todos los demás. Al afianzar nuestra unidad con Dios, disfrutamos de salud, perfección y bienestar en mente y cuerpo.
En la casa de Jehová moraré por largos días. —Salmo 23:6
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Intención
Llevo a cabo mi propósito al compartir amor con el mundo.
La Madre Teresa dijo una vez: “No es la magnitud de nuestras acciones, sino la cantidad de amor que pones en ellas lo que importa”. Qué bella ilustración del poder que tiene la intención correcta y de la bendición que ofrece el actuar con amor.
¿Cuál es mi intención hoy? ¿Qué huella quiero dejar en el mundo? Tengo el deseo de ser sincero con todas las personas con quienes me encuentre. Estoy dispuesto a demostrar mi fe en Dios y ser una luz en el mundo. Al compartir mi luz con los demás, siento que cumplo con el propósito de mi vida y que sigo un plan divino. Atraigo bien ilimitado y tengo relaciones personales felices y satisfactorias. Soy un canal de amor y luz.
Mi plan permanecerá y haré todo lo que quiero. —Isaías 46:10 |
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