Suicidio de Mario Monicelli deja a Italia sumida en el impacto
La muerte del director, a los 95 años, ha golpeado en la península, donde hoy se lo recuerda como el "Balzac" de esta era. La familia anunció que no habrá funerales.
La Italia del cine y de la cultura llora hoy por Monicelli, a quien describen como el "Balzac italiano", autor de "una gigantesca comedia humana, a través de decenas de películas, la mayoría obras maestras", apunta el periodista Curzio Maltese, en el diario "La Repubblica".
"Corriere della Sera" lo describe como un eterno "desafiante de la censura", "creador de personajes extraordinarios", e inventor de "una sátira sobre una Italia que no le gustaba".
Hoy se recuerda que Monicelli supo absorber como nadie la vena cómica de uno de los grandes actores del cine italiano, Vittorio Gasssman, convertido en grotesco caballero en la "L'Armata Brancaleone" (1966) o en el fracasado boxeador en "I soliti ignoti" (1958).
También supo hacer convivir y brillar en sus películas a talentos como Gassman y Sordi en "La grande guerra" (1959), donde los cobardes se convierten en héroes; o a Ugo Tognazzi, Gastone Moschin, Philippe Noiret y Adolfo Celi en "Amici Miei" (1975), los bromistas y socarrones amigos a quienes envuelve una profunda amargura.
Las nuevas generaciones de la comedia, como el director Vincenzo Cerami aseguran que con su muerte ha acabado una época del cine italiano.
"Nadie mejor que él ha contado la historia de Italia. Junto con sus ojos se ha cerrado una época", explicó Cerami en declaraciones al periódico de Roma "Il Messaggero".
Para Stefania Sandrelli, actriz en tres películas del cineasta italiano, "como la comedia a la italiana, en la vida de Monicelli ha terminado prevaleciendo el drama" y ha elegido para morir "hacer un agujero en la pared para sorprenderse como Capannelle, uno de los protagonistas de 'I soliti ignoti', con que al otro lado estaban todos sus amigos".