El compuesto anti-arrugas bótox servirá de poco como tratamiento para la migraña crónica, a pesar de que en el Reino Unido se le ha concedido una licencia para esa aplicación, según una publicación del "British Medical Journal".
La toxina botulínica es una neurotoxina derivada de la bacteria clostridium botulinum y se utiliza, en varias formulaciones, como tratamiento para varios males que conllevan espasmos musculares.
Dentro de estas formulaciones se incluye el bótox (una variante de la toxina botulínica A), que se utiliza principalmente, aunque sin licencia específica, para el estiramiento de las arrugas faciales, explica la revista "Drugs and Therapeutics bulletin".
El bótox acaba de recibir una licencia que autoriza su uso para aliviar los síntomas de la migraña crónica, mediante una serie de inyecciones regulares en hasta 39 puntos de los músculos de la cabeza y el cuello.
Aunque no se ha explicado cómo este tratamiento actuará sobre la migraña para aliviar sus síntomas, el proceso parece distinto al habitual del bótox, paralizante de los músculos, señalan los expertos.
Cada tratamiento con bótox para la migraña costará 276 libras (aproximadamento 325 euros), y las inyecciones deberán administrarse cada doce semanas.
La revista considera que "las pruebas que se han hecho públicas sobre la eficacia del bótox como tratamiento de la migraña crónica son limitadas y poco convincentes".
No sólo eso -agrega-, sino que además "el bótox causa el empeoramiento de los síntomas de dolor de cabeza en una de cada diez personas, mientras que una proporción similar desarrolla síntomas como picor, dolor, sarpullidos, espasmos y rigidez muscular".
En algunos casos, puede incluso dar lugar a un choque anafiláctico, y no se puede descartar que las inyecciones puedan transmitir infecciones, ya que el compuesto contiene serum albumínico humano.
La revista señala que la agencia reguladora de medicinas y productos de salud (MHRA) en el Reino Unido aprobó el uso del bótox para la migraña al valorar que ofrecía "un enfoque único" y evitaba algunos efectos secundarios de las pastillas.
Esos especialistas alegan que el diagnóstico de migraña crónica que se utilizó en las pruebas clínicas no era acertado, ya que se describió de esa manera otro tipo de dolores de cabeza.
Se pudo comprobar que casi dos tercios de los voluntarios abusaban de los tratamientos contra el dolor de cabeza y el abuso de estos tratamientos puede tener el efecto de aumentar los dolores, si bien ello no puede calificarse de migraña según la definición internacional, apuntan los expertos.
"Estas discrepancias, junto con las limitadas pruebas sobre sus beneficios, hacen que nos cueste ver un lugar para la toxina botulínica A como tratamiento para la migraña crónica", concluye.
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