La vida es una copa plena de felicidad,
pero nunca se te da llena.
Te dan un sorbito de vez en cuando,
un sorbito que tienes que ir llenando
gota a gota para sobrevivir.
No te la pases agitando sus desgracias,
pronosticando tragedias imaginarias,
asustadas por posibles males
que a lo mejor no llegan nunca.
Nacemos para luchar por la felicidad...
casi para crearla, para hacerla a pesar de la tristeza,
los desencantos, los errores, las malas jugadas
y los irremediables imprevistos.
La felicidad no se anda buscando en bienes y placeres.
Se actúa bien y ella sola se va presentando.
La felicidad no es estar añorando
y extrañando todo lo que nos falta,
sino encajar en todo lo que tenemos.
No vendas tu felicidad... ¡ regálala !
No busques para ella fórmulas sencillas ni baratas...
Cuesta trabajo, son caros los ingredientes:
Compartir lo que tienes.
Amar sin exigencias.
Perdonar sin cicatrices.
Aceptar sin perfecciones.
Agradecer lo que te dan.
¡ y no rendirte nunca !
Todo tiene que ir armonizando...
Del panal un poquito de miel.
Del mar, un granito de sal.
De la vida, un toquecito de optimismo.
De la imaginación, algún sueño.
Del dolor, algo de raíz.
¡ y de la fe, algo de roca !
Hacer felicidad es plantar robles,
unir sin cadenas... ¡
y poner luz entre el deseo personal
y el decreto deL universo !
No somos felices porque no sabemos
llenar nuestra copa. Porque no sabemos dar
a la vida un máximo de calidad y rendimiento.
Porque miramos al mundo como un esclavo,
al camino empedrado como un imposible,
a la mala suerte como una sombra que nos persigue,
Y al ideal como algo inalcanzable!
No olvides que la más linda manera de ser feliz
es ocuparse de que otros lo sean.
Da mucho de ti mismo y la felicidad llegará sola.
Llena tu copa... ¡ y salda tu cuenta siendo feliz !