La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María se halla presidida por el Ángel de la Gracia. El don de la gracia de Dios a la compasiva Madre de Cristo, que intercede por nosotros en el cielo, ofrece la esperanza de la salvación a millones de seres corrientes cuyas vidas parecen desesperadamente comprometidas.
Esta fiesta en honor de la milagrosa asunción de la Virgen María a los cielos, constituye una devoción fervorosa y difundida en las Iglesias católica y ortodoxa. Como María nació sin pecado original, abandonó esta vida sin sufrir la corrupción de la muerte, que es el resultado del pecado. Llevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos, anticipó el destino de todos los creyentes. Así la oración inicial de su Misa acaba con las palabras: "Os rogamos nos concedáis que, atentos siempre a las cosas del cielo, merezcamos participar de su gloria".
El torrente universal de devoción a la Bendita Virgen María en este día sacro se halla regido por el Ángel de la Gracia. Se trata de una celebración cordial de exaltación y curación. Cuando abrimos nuestros corazones al amor y solicitamos que la gracia de la Santísima Virgen María interceda por nosotros y escuche nuestras oraciones, nos acercamos todavía más al amor al espíritu maternal en nuestro seno.
Muchas bendiciones hoy y siempre.