Cuando me amé de verdad,
comprendí que
en cualquier circunstancia,
yo estaba en el lugar correcto,
en la hora correcta,
y en el momento exacto.
Y entonces pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene nombre...
Auto-estima. Cuando me amé de verdad,
pude percibir que mi angustia
y mi sufrimiento emocional
no son sino una señal de que voy
contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es...
Autenticidad.
Cuando me amé de verdad,
dejé de desear que mi vida
fuera diferente y comencé a ver
que todo lo que acontece
contribuye a mi crecimiento.
Hoy sé que eso se llama...
Madurez. Cuando me amé de verdad,
comencé a percibir cómo
es ofensivo tratar de forzar
alguna situación, o persona,
sólo para realizar aquello que deseo,
aún sabiendo que no es el momento
o que la persona no está preparada...
inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es...
Respeto. Cuando me amé de verdad,
comencé a librarme de todo
lo que no fuese saludable ...
Personas, situaciones, todo
y cualquier cosa que me
empujara hacia abajo.
Al principio, mi razón llamó
a esa actitud "egoísmo".
Hoy sé que se llama...
Amor Propio. Cuando me amé de verdad,
dejé de temer tener tiempo libre
y desistí de hacer grandes planes,
abandoné los
Mega-proyectos de futuro.
Hoy hago lo que encuentro
correcto, lo que me gusta,
cuando quiero
y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es...
Simplicidad. Cuando me amé de verdad,
desistí de querer tener
siempre la razón y, con eso,
erré muchas menos veces.
Hoy descubrí la...
Humildad. Cuando me amé de verdad,
desistí de quedar reviviendo el pasado
y de preocuparme con el Futuro.
Ahora, me mantengo en el presente,
que es donde la vida acontece.
Hoy vivo un día a la vez.
Y eso se llama...
Plenitud.
Cuando me amé de verdad,
percibí que mi mente puede
atormentarme y decepcionarme.
Pero cuando yo la coloco al
servicio de mi corazón,
ella es una gran y valiosa aliada.
Todo eso es.... SABER VIVIR!
“No debemos tener miedo
de confrontarnos...
...Hasta los planetas chocan ...
y del caos nacen las estrellas.”