Te cantaré para que duermas, amor, para que descanses en paz.
Yo sé que escucharas mi canto, en voz muy baja, tan solo audible para vos.
Estas tan lejos y tan cerca.
No sé ni el nombre ni el lugar.
Será un oasis, una selva, una ciudad? Por donde iras con las respuestas a las preguntas que no te pude preguntar? No sé por que cuando te pienso se me pone tan loca la ansiedad.
Es como si te aguardara todavía y como si estuvieras por llegar.
Me parece que entras; que tus pasos cruzan el corredor, que llegan al cuarto, se detienen junto a mi lado de la cama y, mientras yo me incorporo para recibirte, tus brazos me estrechan contra tu pecho, y los latidos de tu corazón hacen un dúo de ritmo acompasado con los latidos de mi corazón.
Pero abro los ojos y estoy sola.
Ni tu olor ha quedado en el aire que me pesa, que yo embarullo con el perfume de una rosa que se va abriendo entre las fotos, encima de la cómoda.
Fotos donde tu mano se posa en mi rodilla, sentados con el mar atrás y tu sonrisa avanza.
La de tu último cumpleaños con los amigos rodeándonos. y aquella de tus tres años: un nene con el tapadito cerrado con doble hilera de botones y un conejito blanco relleno de estopa, que se te perdió en una tarde de compras con tu mama en Gath & Chaves.