Si planeo hacer algo entretenido en casa, paso un tiempo preparándome para la llegada de los invitados. Eso significa arreglar, ordenar y crear un espacio, asegurándome de que tenga suficiente comida. Hago esto para crear un ambiente acogedor y demostrar a mis invitados cuánto valoro su presencia.
Hago las preparaciones con alegría, sabiendo que la atención amorosa y deliberada que doy es un regalo para quienes la reciben. Traigo esta sensibilidad a mi vida Espiritual. Me preparo para tomarme el tiempo para la contemplación en silencio. Mantengo un ambiente sereno para practicar la presencia de Dios. No apuro el tiempo que dedico a la oración. No dejo que las actividades del día interrumpan mi paz.