Puedo honrar a Dios de muchas maneras. Puedo servir, dar generosamente de mi tiempo y mis bienes y puedo ofrecer compasión a quienes sufren. Pero a veces me enfoco tan intensamente en lo que tengo para dar, que no me doy a mí mismo suficiente prioridad.
Mas todas las maneras en que me cuido, mediante el descanso, la nutrición, los ratos tranquilos con familiares y amigos, y haciendo cosas que amo— no son solo buenas para mi salud física y emocional, sino que también nutren mi vida espiritual. Mientras más me cuido, más cuenta me doy de mi naturaleza divina hermosa y plena y puedo ser más plenamente las manos y el corazón de Dios en el mundo. Renovado y revitalizado, reflejo la luz de Dios adonde quiera que voy.