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♥ Cuentos y Leyendas: El pecado llamado EL AMOR
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De: ♥Nelida (Mensaje original) |
Enviado: 27/08/2010 22:21 |
1. Cupido
Voy a morir dentro de treinta minutos. Es una realidad que no puedes cambiar .No me ruegues ni intentes salvarme la vida por favor. Solo escúchame mientras te cuento mi historia. No sé por que lo hago. Quizás por que siento que el mundo merece una explicación de mi muerte que cambiara el mundo. Yo me llamo Muhammad, un nombre normal que lo llevan muchos. Pero antes de tenía otro nombre bastante famoso: Me llamaba Cupido, el dios del amor.
2.
Nací en el Olimpo, no sé desde cuantos siglos, pero me recuerdo bien que mi abuelo Zeus y mi madre Venus me trataban muy bien comparando con la de manera de tratarme de los otros dioses. Yo era el dios más mimoso y no me obligaban a hacer cualquier tipo de trabajo como el resto de familia. Es más, me dieron el permiso de entrar en el laboratorio donde Zeus estaba creando un nuevo juguete llamado “El ser humano”. Siempre me preguntaba en realidad qué era esta creatura. A Zeus le gustaba jugar tanto y creo que por eso lo estaba preparando. En el Olimpo me enseñaron a disparar flechas. Era lo único que me obligaron a hacer días y días de entrenamiento muy duro y sin decirme nada sobre el porqué de tanto esfuerzo. Me dieron unas flechas con instrumentos para usarlas. Se trata de flechas que causan amor cuando se disparan a los corazones. Me pareció algo muy divertido y las usé con el propio Zeus. Tenía que romper cada flecha en dos partes y lanzar una sola a cada corazón pero nunca lo hacía. A Zeus este error le causó mucho daño y se casó con un ángel llamada Hera. Además, imagínate, tenía que escribir un reportaje después de cada disparo. Resumiendo; era yo uno de los dioses a los que no se podía controlar para nada. Eché a trabajar o mejor dicho a jugar con los humanos. Son los creaturas más débiles que había creado Zeus. Siempre están listos para caer en el amor y cuando lo hacen dejan totalmente de pensar, de usar la mente hasta de dormir y de comer. Con ellos disfrutaba mucho. A veces seguía las reglas y partía las flechas a dos partes para los dos corazones de los amantes. Otras veces, como en el caso de Zeus, no lo hacía. Nadie me regañaba y por eso pensaba que los seres humanos son solo para distraernos. Le pregunté a Zeus sobre esto y tuvimos una larga conversación, cosa que es imposible para cualquier otro dios. - "¿Porqué deja usted vivir a estos desgraciados?" le dije a Zeus.
- "Tú eres demasiado pequeño para entenderlo", me contestó; mientras besaba a Hera, la diosa que ya controla el Olimpo. - " Pero no los necesitamos y además cuando mueren la mayoría de ellos van al infierno y no al paraíso para ser nuestros siervos” - “Como se suponía” dije moviendo las alas. - "Cupido hijo, sólo haz tu trabajo y divierte" dijo con voz muy suave y decisiva a la vez.
Aquel día estaba caminando con Venus.- "¿Cómo va la cosa?" me preguntó. -"Nada nuevo, ya no me gusta seguir con historias de amor largas como las de antes" contesté. -"sí, hace mucho que no veo a ninguna pareja como a las que les disparabas, digo como Romeo y Julieta, Otelo y Desdémona, Jack y Rose los del Titanic y ¿cómo se llamaba la princesa que murió?" dijo cerrando los ojos para recordar. - "Diana" contesté con una sonrisa. Estábamos en Egipto volando sobre las pirámides, unos edificios que construyeron los antiguos egipcios para imitar al reino del Olimpo. No pudieron hacerlo por el castigo que les implicó Zeus. Estaba pensando en esta historia cuando mi madre me preguntó - "¿porqué no disparas algunas flechas a estos jóvenes?" dijo señalando a la izquierda a unos estudiantes de una facultad. -"No tengo ganas, además no llevo las hojas sagradas para escribir el reporte" contesté subiendo hacia el cielo. "Quiero verte disparando", me lo dijo agarrándome de la mano. -"Vale, lo haré para ti, y luego nos iremos de este continente". Levanté el arco de oro y elegí una flecha, no la rompí en dos partes como debería hacer, vi a un chico de casi veintidós años caminando en el patio de la facultad, lancé y ya. -"¿Nos vamos o nos quedamos?" dije muy aburrido. -"Espera que quiero ver de quien se enamorará". Miré al chico, que dejó de andar y miró a una chica muy hermosa que estaba a su lado. -"Ahora va a sonreír, intentará hablar con ella y colorín colorado esta historia se ha acabado" dije. “No, él no sonríe, míralo está triste" dijo Venus. Me llamó la atención que estaba verdaderamente triste. Hasta pude ver unas lagrimillas saliendo de sus ojos. -"¿Cómo puede alguien llorar mientras tiene todo este amor en su corazón? el amor es un regalo precioso que le di y mira como reacciona!" dije muy enfadado, era la primera vez que esperaba para ver el resultado de mis disparos y no podía creer lo que veía. Venus se quedó en silencio viendo el chico que miró otra vez a la chica y se fue despacio. -"¿Pero qué hace este desgraciado?" dije en voz alta. -"Lo puedes saber" dijo Venus con sonrisa. Sabía lo que quería decir. Algunas veces lo hacía: entrar en la mente de un ser humano para vivir lo que sentía. Era algo muy prohibido por Zeus aunque él mismo lo hace porque a la vez es muy divertido. -"Pero se notará mi ausencia en el Olimpo" dije pensando. -"Déjame lo del Olimpo a mí" me dijo con voz segura. Sonreí y me acurruqué las alas y directamente fui a la cabeza del chico. Él sintió un choque que le hizo cerrar los ojos y cuando los abrió era yo quien veía con sus ojos.
Muhammad
Soy pobre. Es la regla número una que aprendí. Tenía en cada momento de mi vida que trabajar, ahorrar dinero y estudiar. Nunca me importaba ni la política ni la religión ni nada. Me importaba sólo una cosa: el dinero. Desde mi infancia me olvidé de amigos, de disfrutar y del amor. Veintidós años de lucha contra el mundo tan duro para cualquier ser humano que sea de la clase media como yo. Con el dinero se puede comprar todo. Unas monedas y unas hojas que pueden convertirte en una persona de respeto, pueden atraerte las mujeres mas hermosas hasta que pueden hacerte escuchar la frase "te quiero" mil veces aunque, en la realidad, en ninguna vez va será cierto.
Mi padre murió y me dejó sin armas en este mundo. Mi madre hacía lo posible para protegernos, a mis tres hermanos y yo, de la pobreza. Sus esfuerzos fueron en vano. Siempre me comparaba con los demás y siempre me veía menos que ellos. Hice comparaciones hasta en el nombre, por ejemplo con mi nombre: me eligieron un nombre normal, muy común que lo lleva mucha gente. Creo que no quisieron pensar mucho cuando me pusieron este nombre. Sé que es el nombre del profeta del Islam, mi religión como se supone, pero entre Muhammad el profeta y yo hay mucha diferencia, no creo que llevando el mismo nombre que él sería suficiente para por lo menos ser tan importante o tan influyente en el mundo como que fue el mismo Muhammad. A lo largo de mis veintidós años, había probado todo: robar, violar, matar, el sexo y hasta seguir completamente la religión que me habían elegido para ser respetado por todo el barrio y los familiares. Lo único que no pude sentir era: El amor. La pobreza automáticamente quita del corazón la habilidad de amar. Nunca pude entender las novelas rosas aunque las leía mucho. Lo hacía sólo para demostrar a mi mente que no hay algo que se llama “amor”, cada historia tenía un motivo que no es un sentimiento puro. Normalmente es la atracción erótica, como en el caso de Romeo que le cautivó Julieta con sus encantos. En la historia famosa del Titanic, la chica sólo quería probar la vida de los pobres mientras el chico deseaba marcar una victoria contra la clase alta. En la famosa historia árabe de Ántar y Ábla: el negro le importaba sólo la dignidad que no sentía por su color. Así pensó en la mujer, llamada Ábla, como una chica de alto nivel y empezó a versificar poesías y a mostrar sus poderes de luchar en las guerrillas de su tribu. Se trata del dinero en todos estos casos. Realmente no creo en el amor ni en su símbolo idiota, que lo eligieron los artistas, tanto dibujantes como novelistas y le pusieron el nombre que más odio: Cupido.
Cupido
"¡Es imposible!" así grité mientras caminando en el cerebro de este desgraciado." No cree en mí y además me insulta" dije con mucho furor. No creía tanta melancolía y tantos pensamientos que se transportaron de la mente de Muhammad a la mía. En voz muy baja insulté a Zeus por haber creado estos humanos tan llenos de sentimientos y tan irrazonables. Empecé a ver fotos de la memoria de este chico. Me causó daño ver a Muhammad tan infeliz en todos los momentos de su vida. Pensé en aquel momento en lo que decía sobre las grandes historias del amor y me pregunté si eran verdad. Nunca escribí ni un reporte del resultado de mis flechas. Así no podría saber la verdad de sus sentimientos reales. Claro que había algo de amor en esas historias, -¿Pero era sólo por el amor o era otra cosa y el amor era un elemento de menos importancia?, ¿Lo que sentía durante mi infancia en el Olimpo era verdaderamente mimo o era ignorancia? ¿Mis flechas hicieron felices a la gente o le causaron daño? Me quedé pensando mientras Muhammad caminaba a su casa. Le dejé y fui directamente al Olimpo. Entré muy rápido a mi palacio buscando los antiguos reportes. Me sorprendió que ningún flecha resultara felicidad. El amor es algo dañino en mi vida, después de siglos y siglos, descubrí que era lo peor que ocurrió en el universo. Romeo y Julieta se suicidaron. Zeus y Hera, después de casarse y unos problemas entre ellos y los otros dioses, causaron la muerte de miles de personas en una ciudad llamada Troya. Otelo mató a su esposa porqué no creía que una mujer tan hermosa como Desdémona pueda enamorarse de él. Me salieron lágrimas de mis ojos y se cayeron sobre las hojas sagradas. Las letras se extendieron como si estuvieran gritando. Venus entró y mi vio así; - " estaba segura de que algún día sabrías la verdad, tu verdad " me dijo con voz áspera, muy distinta de la manera con que siempre me hablaba. Volé a toda velocidad saliendo del palacio. Oí la voz de Venus llamándome pero no respondí. Solo pensaba en mi última víctima y lo qué le sucedería. Estaba sentado en su despacho, sólo y callado. Entré de nuevo en su cerebro y, como la sangre nadaba en su cerebro escuchando su voz interna mientras hablaba. Era muy peligroso lo que decía. Porque hablaba de mi flecha. Decía Unas palabras que me hicieron tomar una decisión seria, grave y final.
Muhammad
No me encuentro bien. Siento como que hay algo clavado en mi corazón. Eso lo sentí justo cuando vi a Dorra. La única chica en todo el mundo que pudo romper mis muros y conquistar mi castillo. Una Venus pero no del Olimpo. Tiene tres cientos tipos diferentes de sonrisas y sus ojos te degollan con la primera vista y te dejan, muerto, pero contento. No me llamó la atención sólo por su belleza, sino por que era muy pura como los ángeles. Era mi colega de la facultad. Nunca pude acercarme a ella ni hablarle. Tenía una especie de luz divina que tenía miedo de que me quemara si me acercaba más a ella. No la miraba mucho por miedo a enamorarme más de ella. Esto no me servía y pasaba un año entero mirándola desde lejos. Ella no me dejaba en paz: se me aparecía en sueños, en mis libros y en las caras de todas las chicas del mundo. Cada día intentaba hablarle pero mi trabajo me obligaba a correr justo cuando se terminaban las clases. Pero aquel día tomé la decisión de decirle que la quiero. No sé porqué lo decidí, ni qué relación tiene esto con este dolor leve en el centro de mi corazón. La vi casi corriendo y me acelere para alcanzarla. Palpitó muy rápido mi corazón y sentía frío en todo mi cuerpo. Ella estaba en su camino cuando un chico musculoso la agarró la mano. Corrí hacia ellos con la intención de pelearme con él. No sabía si lo podría ganar esa pelea con mi huesudo cuerpo vacío de músculos. Pero me chocó que ella gritó de alegría y abrazó al chico se besaron y con las manos cruzadas se fueron. - " Esta zorra sale ahora con este chico" dijo una voz cercana de una colega mía -"Es que el último no le pagó tanto como esperaba”, -“por eso buscó otro" dijo otra voz. El mundo se volvió negro ante mis ojos. A cualquier otra persona podía ser normal que le choque una situación así. Pero a mí, era la única esperanza que me quedaba. Quizás era por el gran amor inexplicable que sentí por ella. O era por tanto pensar en el amor aquellos días. Volví a mi casa con lagrimillas en los ojos, este mundo no es para mí. La tierra tan sucia no merece que en ella viva ni un minuto más. Estoy seguro de que mi Dios me perdonará por el pecado que cometí soltando las riendas de mi corazón para amar y equivocándome de dioses y rumbos a lo largo de mis años. Con lentitud saque la botella del veneno que usamos para los ratones y pensé mientras bebía que moriré como un ratón, diciendo de manera indirecta a Dios, -si es que verdaderamente hay uno-, que fue un gran error crear el ser humano y que fue el pecado más grande crear el sentimiento irrazonable, el amor.
Cupido
Yo también voy a morir. Te lo dije antes pero ahora ya sabes porqué lo haré. Con mis manos de luz saco mi flecha del corazón de Muhammad, que ahora es también mi corazón. Veo la sangre sagrada junto a la sangre humana en el suelo juntas. Oigo gritos de seres humanos familiares del chico y gritos de Venus y Zeus desde muy alto en el Olimpo. Los dioses vinieron todos a la habitación tan pequeña donde vivía mi última víctima. Gritos y lágrimas divinas y humanas se mezclan. Veo en el cielo las caras de todos a los que había flechado con amor, mejor dicho todos los que hice sufrir. Están ahora riéndose con voz muy alta. Gritos humanos, gritos divinos, lágrimas y risas, todo se une y se junta con un color negro que me tapa los ojos y, aún ese color, tapa mis oídos.
Reporte de la policía
20 marzo 2010 A las cinco de la tarde se suicidó Muhammad Shams El Din Hammad, de veintidós años. La ambulancia que fue rápido a su localidad no le pudo salvar. Además dicen que se oía voces bastante raras en su habitación. El cadáver se entregará a su familia hoy para enterrarle . Con todo dolor firmamos.
Firma Sargento: Abdel Salam Adel
Reporte del Olimpio
235 de kinforiles 14462203 A las tres menos doce se suicidó Cupido, de tres cientos siglos de edad. El conjunto de dioses no pudieron salvarle la vida. El amor desaparecerá del universo entero hasta que un dios acepte encargarse de este sentimiento y desde luego se le entregarán las flechas y el arco que pertenecían al difunto Cupido, pero eso sólo puede ocurrir después de tres siglos humanos. Con todo dolor firmamos. Firma Zeus Hera Venus |
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