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De: ♦ Buhita (Mensaje original) |
Enviado: 09/08/2010 23:01 |
Ña María Castañas tenía diez hijos -también una tía- un perro, un gato y un queso reseco en un garabato que todas las noches el ratón mordía y ... lamía el gato. Una mañanita de azul primavera a Doña María le dolía una muela.
Salieron el perro, el gato, la tía y le preguntaron que por qué gemía.
Ña María, decía:
"Me duele una muela la muela de arriba la del lado izquierdo la de la comía"
Y todos los hijos, al oír el cuento fueron de inmediato a casa del dentista mientras Ña María lloraba y gemía.
Gimoteaba tanto Ña María Castañas que toda la gente se sumó, enseguida: los hijos, el perro, el gato, la tía y su vecindario, de frente y en fila, le daban la vuelta de calle a cocina
¡Pobre Ña María...! tenía tanto miedo cuando vio al dentista que del puro susto no pudo decir cuál era la muela por la que sufría.
Entonces, sus hijos le abrieron la boca y dentro le vieron una muela rota...
El señor dentista le sacó la muela y siguió llorando la Doña María ya que esa no era la que le dolía.
La pobre viejita, apenas decía:
"La muela de arriba es la que me duele, la del lado izquierdo, la de la comía"
Como hay varias muelas en el lado izquierdo... las sacaron todas pues nadie sabía cual de ellas dolía.
¡Ña María Castañas se quedó sin muelas!
Ahora no come: ni carne, ni pollos, ni arepas, ni bollos, ni el queso reseco de aquel garabato que el ratón mordía y ... lamía el gato.
La pobre abuelita come ahora bizcochos mojados en leche... con pan y cuajada, pues quedó sin muelas en el lado izquierdo y como en el derecho no tenía nada... Ña María Castañas hoy vive feliz vendiendo pasteles y untando los panes en leches y mieles.
INÉS DE CUEVAS |
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El papá le dice a Pepito: Pepito, tráeme leche fría. Y va Pepito y le trae leche y su papá le dice: Te pedí que me trajeras leche fría. Sí papá, pero la vaca no cabía en el refrigerador.
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Iban caminando dos amigos tranquilamente por la calle cuando se
encontraron a un árabe, el que les pregunta: ¿Son ustedes herbanos? Y estos contestan: No señor, no somos hermanos. Pero el árabe insiste: A mí no me engañan, ustedes dos son herbanos. Que no señor, nosotros no somos hermanos. ¡Cómo no! Ustedes son herbanos. ¡Cuántas veces le tengo que repetir que no somos hermanos. Pero el árabe insistió hasta que los amigos dicen: ¡Esta bien, sí somos hermanos! Y el árabe contesta. ¡Bues no se baresen!
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