Una brote sin precedentes de fiebre de Lassa, peligrosa enfermedad mortal que posee un alto potencial epidémico y que actualmente no tiene cura, está causando estragos en Nigeria, informa Daily Express.
La afección, que se manifiesta en forma de hemorragia viral aguda, se produce por contacto con la orina o las heces de roedores de la especie Mastomys natalensis que pueden ser portadores del este virus y que habitan en la región de África Occidental.
Uno de cada cinco casos de esta enfermedad representa un riesgo severo para la salud, afectando a hígado, bazo y riñones. Si bien no existe evidencia de que la fiebre de Lassa no pueda transmitirse a través del aire, el contacto de una persona con las secreciones corporales de un enfermo constituye un enorme riesgo de contagio, informa el portal WebMD.
Víctimas fatales
Según epidemiólogos de Nigeria, se cree que al menos 1.081 casos en el país se deben a este virus, que en los dos primeros meses del año ya se ha cobrado la vida de 90 personas. En particular, catorce profesionales de la salud que trabajaban en la contención de este brote han contraído esta afección, cuatro de los cuales han muerto a causa del virus.
La fiebre de Lassa es especialmente peligrosa para mujeres que se encuentran en los últimos meses de embarazo, donde la enfermedad significa la muerte de la madre y del bebé en más del 80% de los casos.
Los síntomas de la enfermedad
Varios días después del momento de contagio, el enfermo experimenta síntomas como dolor de garganta, jaqueca, tos, náuseas, vómitos, diarrea, así como dolores musculares, de pecho y de la zona abdominal.
En los casos más severos, la enfermedad "puede imitar otras fiebres hemorrágicas mortales", como el ébola, "causando sangrados por la nariz, boca y otras partes del cuerpo", explica el doctor Charlie Weller, director del departamento de vacunación de la ONG británica Wellcome Trust.
Como ocurre en otros países pobres azotados por epidemias, el desarrollo de la vacuna contra la fiebre de Lassa se encuentra estancado, señala Weller. Las medidas preventivas se limitan a aconsejar a los residentes locales que tapen los agujeros por los que puedan entrar roedores, así como almacenar la comida y el agua en contenedores sellados.