(Comparto una primera reflexión, en caliente, sobre la muerte del Comandante. Me enteré a noche, al cierre de la TV cubana y ví el discurso de Raúl. No pegué un ojo en toda la noche y salí corriendo al aeropuerto a cancelar mi retorno, programado para hoy Sábado al mediodía. Me quedo en Cuba hasta el Miércoles, y el Martes estaré en la gran despedida que se le hará a Fidel en la Plaza de la Revolución. Van unas pocas ideas, deshilvanadas, salidas más del corazón que de mi cerebro. Pero siento que no puedo guardarlas para mi fuero íntimo. ¡Hasta la victoria, siempre!)
(Por Atilio A. Boron) La desaparición física de Fidel hace que el corazón y el cerebro pugnen por controlar el caos de sensaciones y de ideas que desata su tránsito hacia la inmortalidad. Recuerdos que se arremolinan y se superponen, entremezclando imágenes, palabras, gestos (¡qué gestualidad la de Fidel, por favor!), entonaciones, ironías, pero sobre todo ideas, muchas ideas. Fue un martiano a carta cabal. Creía firmemente aquello que decía el Apóstol: trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras. Sin duda que Fidel era un gran estratega militar, comprobado no sólo en la Sierra Maestra sino en su cuidadosa planificación de la gran batalla de Cuito Cuanevale, librada en Angola entre diciembre de1987 y marzo de 1988, y que precipitó el derrumbe del régimen racista sudafricano y la frustración de los planes de Estados Unidos en África meridional.
Pero además era un consumado político, un hombre con una fenomenal capacidad para leer la coyuntura, tanto interna como internacional, cosa que le permitió convertir a su querida Cuba -a nuestra Cuba en realidad- en una protagonista de primer orden en algunos de los grandes conflictos internacionales que agitaron la segunda mitad del siglo veinte. Ningún otro país de la región logró algo siquiera parecido a lo que consiguiera Fidel. Cuba brindó un apoyo decisivo para la consolidación de la revolución en Argelia, derrotando al colonialismo francés en su último bastión; Cuba estuvo junto a Vietnam desde el primer momento, y su cooperación resultó de ser de enorme valor para ese pueblo sometido al genocidio norteamericano; Cuba estuvo siempre junto a los palestinos y jamás dudó acerca de cuál era el lado correcto en el conflicto árabe-israelí; Cuba fue decisiva, según Nelson Mandela, para redefinir el mapa sociopolítico del sur del continente africano y acabar con el apartheid. Países como Brasil, México, Argentina, con economías, territorios y poblaciones más grandes, jamás lograron ejercer tal gravitación en los asuntos mundiales. Pero Cuba tenía a Fidel …
Martiano y también bolivariano: para Fidel la unidad de América Latina y, más aún, la de los pueblos y naciones del por entonces llamado Tercer Mundo, era esencial. Por eso crea la Tricontinental en Enero de 1966, para apoyar y coordinar las luchas de liberación nacional en África, Asia y América Latina y el Caribe. Sabía, como pocos, que la unidad era imprescindible para contener y derrotar al imperialismo norteamericano. Que en su dispersión nuestros pueblos eran víctimas indefensas del despotismo de Estados Unidos, y que era urgente e imprescindible retomar los iniciativas propuestas por Simón Bolívar en el Congreso Anfictiónico de 1826, ya anticipadas en su célebre Carta de Jamaica de 1815. En línea con esas ideas Fidel fue el gran estratega del proceso de creciente integración supranacional que comienza a germinar en Nuestra América desde finales del siglo pasado, cuando encontró en la figura de Hugo Chávez Frías el mariscal de campo que necesitaba para materializar sus ideas. La colaboración entre estos dos gigantes de Nuestra América abrió las puertas a un inédito proceso de cambios y transformaciones que dio por tierra con el más importante proyecto económico y geopolítico que el imperio había elaborado para el hemisferio: el ALCA.
Estratega militar, político pero también intelectual. Raro caso de un jefe de estado siempre dispuesto a escuchar y a debatir, y que jamás incurrió en la soberbia que tan a menudo obnubila el entendimiento de los líderes. Tuve la inmensa fortuna de asistir a un intenso pero respetuoso intercambio de ideas entre Fidel y Noam Chomsky acerca de la crisis de los misiles de Octubre de 1962 o de la Operación Mangosta, y en ningún momento el anfitrión prestó oídos sordos a lo que decía el visitante norteamericano. Una imagen imborrable es la de Fidel participando en numerosos eventos escenificados en Cuba –sean los encuentros sobre la Globalización organizados por la ANEC; los de la Oficina de Estudios Martianos o la Asamblea de CLACSO en Octubre del 2003- y sentado en la primera fila de la platea, munido de un cuadernito y su lapicera, escuchando durante horas a los conferencistas y tomando cuidadosa nota de sus intervenciones. A veces pedía la palabra y asombraba al auditorio con una síntesis magistral de lo dicho en las cuatro horas previas, o sacando conclusiones sorprendentes que nadie había imaginado. Por eso le decía a su pueblo “no crean, lean”, fiel reflejo del respeto que sentía por la labor intelectual.
Al igual que Chávez, Fidel un hombre cultísimo y un lector insaciable. Su pasión por la información exacta y minuciosa era inagotable. Recuerdo que en una de las reuniones preparatorias de la Asamblea de Clacso del 2003 nos dijo: “recuerden que Dios no existe, pero está en los detalles” y nada, por insignificante que pareciera, debía ser librado al azar. En la Cumbre de la Tierra de Río (1992) advirtió ante el escepticismo o la sonrisa socarrona de sus mediocres colegas (Menem, Fujimori, Bush padre, Felipe González, etcétera) que la humanidad era “una especie en peligro” y que lo que hoy llamamos cambio climático constituía una amenaza mortal. Como un águila que vuela alto y ve lejos advirtió veinte años antes que los demás la gravedad de un problema que hoy está en la boca de cualquiera.
Fidel ha muerto, pero su legado –como el del Che y el de Chávez- vivirá para siempre. Su exhortación a la unidad, a la solidaridad, al internacionalismo antiimperialista; su reivindicación del socialismo, de Martí, su creativa apropiación del marxismo y de la tradición leninista; su advertencia de que la osadía de los pueblos que quieren crear un mundo nuevo inevitablemente será castigada por la derecha con un atroz escarmiento y que para evitar tan fatídico desenlace es imprescindible concretar sin demora las tareas fundamentales de la revolución, todo esto, en suma, constituye un acervo esencial para el futuro de las luchas emancipatorias de nuestros pueblos.
Fidel pronuncia discurso en la tribuna del Mausoleo Lenin en la Plaza Roja de Moscú en un acto de masas. Le acompañan el Presidente de la URSS, Nikita Jrushchov y el Secretario General del PCUS Leonid Brézhnev, el 28 de abril de 1963. Autor: Agencia de noticias TASS/ Sitio Fidel Soldado de las Ideas.
Hace un siglo, la historia mundial cambió para siempre. La Gran Revolución Socialista de Octubre fue uno de los hechos más importantes en la historia contemporánea de la humanidad. Semejante hecho histórico, así como la presencia de su líder Vladimir Ilich Lenin, tuvo gran influencia en muchos países de Europa, América Latina y el resto del mundo.
Sobre esta trascendental gesta, que sirvió de inspiración para la Revolución Cubana, nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro dijo en el Acto Central en Conmemoración del XX Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1973:
“Sin la Revolución de Octubre y sin la inmortal hazaña del pueblo soviético, que resistió primero la intervención y el bloqueo imperialista y derrotó más tarde la agresión del fascismo y lo aplastó a un costo de 20 millones de muertos, que ha desarrollado su técnica y su economía a un costo increíble de sudor y sacrificio sin explotar el trabajo de un solo obrero en ningún país de la Tierra, no habría sido en absoluto posible el fin del colonialismo y la liberación de decenas de pueblos en todos los continentes”.
Dos años después, en el discurso pronunciado en la velada solemne por el 50 aniversario de la fundación del primer partido marxista-leninista de nuestro país, en el teatro “Lázaro Peña”, el 22 de agosto de 1975, dijo:
“(…) la Revolución de Octubre de 1917, surgía en el mundo el primer estado de obreros y campesinos, y el movimiento revolucionario, tanto en su lucha contra el coloniaje y por la independencia nacional como por la liberación social, adquiere una extraordinaria inspiración y un inmenso caudal de experiencias”.
En la universidad “Carolinum”, de Praga, Checoslovaquia, con motivo de concedérsele el título de Doctor en Ciencias Jurídicas Honoris Causa, el 22 de junio de 1972, y sobre la importancia de la Revolución de Octubre, expresó:
“Nadie tenía derecho a pensar que tan extraordinario cambio como el que se inició en el mundo con la Revolución de Octubre sería un cambio fácil, que tan extraordinario parto de la sociedad humana sería un parto fácil. El socialismo surge como sistema nuevo, como gigantesca e histórica victoria contra la explotación, como una promesa para toda la humanidad”.
En tierras de la antigua URSS, en el XXV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, el 25 de febrero de 1976, afirmó:
“Ningún revolucionario dejó de sentir el aliento y el estímulo que emanó siempre de los comunistas soviéticos. Puede decirse que desde entonces todas las nuevas generaciones revolucionarias se educaron en las ideas, el espíritu y los principios de la Revolución de Octubre. Ningún acontecimiento influyó jamás tanto en la mente de los hombres, el destino de los pueblos y el progreso del mundo. La humanidad ha vivido a partir de entonces el más fecundo período de transformación revolucionaria en toda su existencia”.
Por la importancia histórica de este hecho, ejemplo histórico de la lucha del proletariado contra el capitalismo, en el acto central por el XXXI aniversario del asalto al Cuartel Moncada, efectuado en la ciudad de Cienfuegos, el 26 de julio de 1984, el líder de la Revolución Cubana destacó:
“(…) la realidad histórica es que la idea de aplastar por la fuerza a las revoluciones, formó parte siempre de la filosofía y del pensamiento del imperialismo y de todos los sistemas reaccionarios a lo largo de la historia”.
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Durante un acto de masas en el estadio Leningrado. Le acompañan el Presidente de la URSS, Nikita Jrushchov y el Secretario General del PCUS, Leonid Brézhnev, el 15 de mayo de 1963. Autor: Agencia de noticias TASS/ Sitio Fidel Soldado de las Ideas..
Fidel saluda al Presidente de la URSS, Nikita Jrushchov, después de firmar la declaración conjunta soviético-cubana en el Palacio del Kremlin, el 23 de mayo de 1963. Autor: Agencia de noticias TASS/ Sitio Fidel Soldado de las Ideas.
Una remembranza del 19 de noviembre de 1961 cuando el entonces Primer Ministro clausuró la Plenaria Nacional del Inder
Fidel Castro brilló desde los primeros años de la Revolución –entre otras muchas tareas– por su determinación de concederle su verdadero significado al deporte convirtiéndolo en un movimiento intensivo de masas.
El año de 1961 estuvo signado por la victoria de abril sobre la invasión mercenaria de Playa Girón y por el éxito de la Campaña de Alfabetización, hitos reconocidos en América Latina en medio de un panorama donde la administración estadounidense de John F. Kennedy amenazaba con emprender una nueva agresión a la Isla y presionaba a gobiernos títeres del continente para obligarlos a romper relaciones con nuestro país, como lo hizo en noviembre de ese mismo año el presidente venezolano Rómulo Betancourt, traición repudiada por ese pueblo hermano volcado en las calles.
Así, desde los mismos inicios de la Revolución Cubana, comenzó a tomar cuerpo esa convicción que nos acompaña hasta hoy de resistir y avanzar, pues las condiciones impuestas por los vecinos norteños no detendrían la determinación de hacer del nuestro un pueblo saludable y fuerte, preparado para enfrentar cualquier eventualidad. Sin embargo, junto al impulso de ideas renovadoras en diferentes campos de la vida cotidiana, también era preciso concebir una nueva planificación del deporte, modificarlo absolutamente en su organización para lograr su práctica intensiva y sumar de manera masiva a la población.
Creado el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder) el 23 de febrero del propio 1961, un momento crucial en su devenir lo marcó la Primera Plenaria Nacional, que sesionó durante los días 18 y 19 de noviembre en el Coliseo capitalino, como cierre de un proceso de seis semanas en las entonces seis provincias del país, en el que surgieron las bases para establecer planes de trabajo y crear los Consejos Voluntarios Deportivos (CVD), que llegaron a fomentarse con más de 100 000 activistas en la nación.
Fidel resumió esa reunión ante un auditorio de mujeres y hombres dispuestos a emprender la creación de 6 000 CVD en los municipios, barrios, fábricas, granjas cooperativas y donde fuera posible estimular la práctica de la Educación Física y el deporte. En la cita participaron representantes de la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), los CDR, la FMC, las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), la ANAP y la CTC, cuyo fundador y dirigente obrero Lázaro Peña también se dirigió a los asistentes.
PENSAMIENTO PERDURABLE
Las ideas medulares del pensamiento del Comandante en Jefe sobre el deporte expresadas en ese noviembre mantienen su vigencia. Hoy siguen siendo la unión de la escuela y el hogar el caldo de cultivo de un hombre sano, capaz de aprovechar sus potencialidades en bien de la sociedad. De ahí la prioridad de realizar los eventos interescuelas, los Juegos Escolares y Juveniles, entre otras competencias, en el ánimo de contribuir a la salud e incrementar la cantera de prospectos para el alto rendimiento. Ese propósito solo se alcanza a partir de revitalizar el trabajo en la base, incentivando la iniciativa local en la posible solución a carencias materiales, y contribuyendo a la superación de los entrenadores, aun en medio de las actuales limitaciones económicas.
«Es necesario llevar hasta el máximo el esfuerzo en favor de la Educación Física y el deporte en la escuela primaria, en los centros secundarios, en las fábricas, en las granjas, cooperativas y en todos los núcleos de masas», decía Fidel con visión de futuro en la clausura de la Plenaria Nacional, interesado en desatar un movimiento que borrara la imagen heredada del capitalismo cuando solo el 0,25 % de la población participaba en actividades deportivas. Era importante «despertar en el pueblo el interés por los deportes que se frustró en años anteriores, porque no era una actividad del pueblo humilde», señalaba el entonces Primer Ministro.
Abrirle campo a la mujer en las diferentes disciplinas resultó otra de las encomiendas confiadas a los nacientes CVD, en un despertar en pos de la ejercitación de la población en el que también cobraron fuerza las pruebas de eficiencia física LPV (Listos Para Vencer) y los muy propagados Fisminutos, práctica en la que un grupo de personas de determinado centro laboral o de otra índole se reunían diariamente para hacer ejercicios durante unos minutos.
PRESERVAR LOS VALORES
Fidel estaba convencido –como aconteció en los años posteriores a 1961– de que «es imposible que un movimiento deportivo de masas como el que está teniendo lugar en Cuba, no arroje un número extraordinario de atletas verdaderos», aseveración refrendada por los éxitos de Cuba en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, Panamericanos y Olímpicos, por solo citar a eventos multidisciplinarios.
Hoy, cuando se globalizan los adelantos científico-técnicos y se ha encarecido la participación en los certámenes internacionales, el Inder incorpora paulatinamente a sus deportistas a clubes extranjeros, bajo el análisis de dónde hallarán condiciones idóneas para alcanzar la maestría, al mismo tiempo que mejoran su entorno económico, respetando los principios regidores de la política deportiva del país. No obstante, aún persisten deudas en la organización de campeonatos nacionales de diversas disciplinas, llamados a enriquecer el caudal de jóvenes con condiciones para, además de trabajar en pos de la salud, integrar las filas del alto rendimiento.
Durante toda su vida, Fidel ponderó la preservación de los valores humanos, de ahí su confianza en la labor colectiva, porque el deporte «enseña a esforzarse, disciplinarse, trabajar colectivamente porque precisamente los deportes se practican, por lo general, en equipo y así se aprende a trabajar colectivamente».
Fidel fue un amante del deporte. Lo vivió y lo sintió; acompañó y disfrutó las hazañas de los cubanos en un sinfín de competencias. Su ejemplo perdurable bien podría recogerse en este criterio que expresara en la clausura de la Plenaria Nacional del Inder, en 1961: «Es por eso el deporte una tan maravillosa actividad que no solo ayuda a la salud física, no solo ayuda a formar el carácter, no solo ayuda a forjar hombres de espíritu y de cuerpo fuertes, sino también alienta al pueblo, entretiene al pueblo, entusiasma al pueblo y hace feliz al pueblo».
Aquel 19 de noviembre dio pie para que se instituyera esa fecha como el Día de la Cultura Física y el Deporte.
Jornada continental en Uruguay rindió homenaje a Fidel
La Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo, que sesiona en Uruguay, rindió homenaje ayer al líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, a pocos días de conmemorarse el primer aniversario de su fallecimiento
MONTEVIDEO.–La Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo, que sesiona en Uruguay, rindió homenaje ayer al líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, a pocos días de conmemorarse el primer aniversario de su fallecimiento.
Desde una tribuna con fotografías y carteles, cantautores y oradores de países de la región recordaron el legado del revolucionario, su impronta en América Latina y el mundo, y ratificaron la vigencia de su pensamiento.
Porque somos Fidel, está Cuba en este encuentro, pues aunque éramos país excluido del proyecto del ALCA, nuestro Comandante en Jefe no se encontraba ajeno al peligro que entrañaba para el continente ese intento anexionista, dijo la segunda secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas, Arelys Santana.
Por su parte, el integrante del secretariado ejecutivo de la Central Única de Trabajadores de Uruguay PIT-CNT, Oscar Andrade, señaló que 70 000 habitantes de esa nación sudamericana pueden ver gracias a la solidaridad de Fidel Castro y la Mayor de las Antillas.
Por otra parte, el evento, que aglutina a más de 2 000 activistas de unas 20 naciones y que culmina hoy sábado, también abordó el tema de la solidaridad con Venezuela. En ese sentido la cineasta y activista de la nación bolivariana Alejandra Laprea, destacó las expresiones de apoyo a su país.
A su juicio, en el contexto de las Américas y del mundo, Venezuela es la prueba de que sí se puede luchar y estar de pie.
Por otra parte, la cofundadora e integrante del movimiento argentino de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, Nora Cortiñas, en conversación con Prensa Latina, convocó a las nuevas generaciones a analizar, reflexionar, juntarse y respetarse «para que podamos realmente mejorar el mundo».
Cortiñas estimó que lo principal es «seguir la lucha, no dejar que nos avasallen los derechos, en algunos de los cuales habíamos logrado avances».
La agenda del encuentro tiene cuatro ejes: la lucha contra el libre comercio y las transnacionales, la profundización de los procesos democráticos y la defensa de la soberanía, y la integración desde los pueblos.
Este proceso nació en el 2015 en La Habana, Cuba, durante el Encuentro Hemisférico realizado allí para conmemorar los diez años de la derrota del Área de Libre Comercio de las Américas, iniciativa impulsada por Estados Unidos
Este 18 de noviembre se cumplen 181 años del natalicio del Generalísimo. Granma recuerda a este dominicano que se convirtió, por derecho y entrega en uno de los cubanos más ilustres
Cuando se habla del General dominicano-cubano Máximo Gómez Báez resalta siempre la genialidad de quien trascendió por su impresionante historial militar en los campos de Cuba. Menos se conoce de su formación cultural, y en particular de los escritos literarios legados a la posteridad.
El médico Benigno Souza, en admirable síntesis de la capacidad del guerrero, afirmaba que, a pesar de que Gómez no había estudiado humanidades y de preocuparse poco o nada de su estilo y corrección, nadie hubiera podido escribir una carta de pésame más bella que la dirigida por él a María Cabrales, una orden del día más sentida que la dictada cuando la muerte de Maceo, una arenga más heroica y marcial que la de Lázaro López, cuando ofrece a sus mambises que los llevaría «entre el humo del incendio y el estruendo de la fusilería hasta los confines de Occidente ¡hasta donde haya una pulgada de tierra española!».
Por su parte, Diego Vicente Tejera reconocía que leía con gusto y a ratos con admiración los escritos de Máximo Gómez, pues en ellos veía «a través de la poca atildada, pero sencilla frase la imagen serena de un hombre bueno, justo, veraz, afectuoso y algo soñador», además –concluía– «como siente noble y hondamente, por la mera sinceridad de la expresión, llega a menudo a la elocuencia».
¿Cómo transcurrió la formación cultural del joven dominicano? En su adolescencia no pudo asistir al colegio San Buenaventura en su tierra natal. El plantel acogió a fervientes promotores de una corriente pedagógica continuadora del legado político de Juan Pablo Duarte, Ramón Mella, Francisco del Rosario Sánchez, entre otros exponentes abanderados del ideal republicano sobre bases independentistas y modernas. Este plantel sirvió de centro organizativo y doctrinal a una nueva generación de jóvenes que aunaron sus inquietudes patrióticas y literarias en las tertulias de la librería García o en las reuniones de la Sociedad de Amigos del País.
Gómez no estuvo al tanto de esa dinámica capitalina. Su instrucción se limitó, según sus palabras, «a la que se podía adquirir en aquel lugar y en aquellos tiempos del maestro antiguo de látigo y palmeta hasta por una sonrisa infantil». La rígida tutela materna disipaba cualquier tipo de posibilidad de estudios en la capital, mucho menos en colegios extranjeros: «El ciego cariño que mi madre me profesaba, contribuyó no poco a que mi ilustración fuese menos que mediana, pues no quería separarme de su lado». Otro sería el influjo de sus padres en la educación recibida: «En cambio mi educación fue brillante, bajo la dirección de unos padres tan honorables como severos y virtuosos».
En ese ambiente pasó su «infantil existencia pura y campestre». Fue su maestro de primeras letras y catecismo el cura Andrés Rosón, amigo de la casa y, al decir de Gómez, hombre que, «aunque bastante instruido, era de atrasadas ideas, como ha sido siempre la gente de sotana».
Pero ávido de conocimientos, suplió las limitaciones instructivas con la lectura en los momentos de ocio. Fueron los libros una escuela en su formación cultural. Apasionado de la lectura, entendía, y así lo declaraba, que «la instrucción como más se consigue es leyendo [...] los colegios no enseñan nada, lo que hacen es abrir el camino, como se aprende y se sabe es con los libros».
La historia fue el refugio del guerrero en los campos de lucha. Los conocimientos mostrados llamaron la atención de intelectuales que se reunían en las tertulias organizadas en plena manigua. Uno de ellos, el Coronel italiano Orestes Ferrara, testimoniaba acerca del inesperado conocimiento revelado por el General Gómez sobre la batalla de Navarrino y las relaciones internacionales en aquel contexto: «Me parecía muy extraño que tuviera tales conocimientos».
Posteriormente, comprendió las razones de tales avances: «… en el curso de los años pude apreciar que los hombres de esa época, aun no teniendo gran cultura habían adquirido nociones peculiares relacionadas con su existencia, dedicadas a un ideal de libertad. El General sabía cosas interesantes sobre las luchas de Polonia y de Hungría, sobre Garibaldi y las conspiraciones italianas».
Según testimonio de su hijo Bernardo Gómez, entre las lecturas favoritas se encontraban las obras de Séneca y Víctor Hugo. En realidad Gómez sentía afición por el mundo grecolatino. Conocía y juzgaba las costumbres de sus hombres. De ahí su repudio a la actitud de Catón de Utica por darle su esposa a Hortensius, o las condenas a Cicerón, a los Borgias y a Bruto. A este último, porque al darle muerte a César «enseñó a la plebe a ser sanguinaria», y, a su juicio, no se enseñaba al pueblo a odiar la tiranía, «sino amar la libertad».
Algunas de las obras literarias de Gómez más citadas, son El viejo Eduá o mi último asistente, Mi escolta, La odisea del general José Maceo, El porvenir de las Antillas. Otros títulos, empero, apenas son conocidos, como El sueño del guerrero, La fama y el olvido, Momentos de ocio. Diálogo entre Luisa y Adela, Francisco Gómez Toro, Las mujeres, Las tres fases de la guerra, Histórico, El porvenir de Cuba, por solo citar algunas. La extensa producción incluye, además, el extenso epistolario y esa joya documental y literaria que es su Diario de campaña.
Era, en rigor, una suerte de fórmula en la que talento y sensibilidad se conjugaban para recoger la vida del héroe anónimo, la del simple guerrero o la del viejo asistente. El gran líder aspiraba a escribir la historia de los hombres humildes de su tropa. A veces se lamentaba: «¡Ah! yo que he mandado este ejército de valientes, bien quisiera dejar escrita la historia de cada uno de sus soldados».
Indudablemente la vida no le podía alcanzar para semejante empresa, pero basta revisar su epistolario, artículos, cuentos y todo lo que su inteligencia legó en múltiples expresiones literarias para encontrar, en cada uno de sus personajes al hombre desconocido que como los negros Eduardo, Simón, Polo y Tacón constituyeron la representación más popular de su tropa, o como el Teniente Coronel Baldomero Rodríguez, cuya valentía en la acción de Palo Seco fue motivo suficiente de inspiración para recoger por escrito su heroicidad. La escritura para el Generalísimo no solo fue placer y cultura, sino también compromiso y responsabilidad, sobre todo cuando de la historia de Cuba se trataba: «La historia de Cuba, y sobre todo aquel brillantísimo periodo del 68, no se puede profanar relatando los sucesos de cualquier modo, impulsado por el mero deseo de escribir. No, cosas son esas respetables para nosotros –por lo menos así me lo dicta los impulsos de mi conciencia».
Para Gómez, además del teatro fue la poesía una de sus expresiones favoritas, «indispensable para la vida culta de los pueblos». Al concluir la guerra solía acompañar a la poetisa puertorriqueña Lola Rodríguez de Tió a las tertulias organizadas por la escritora antillana y por el pianista y profesor holandés Hubert de Blanck. Aquel «amante de la música y trovador nocturno», como lo calificara su amigo íntimo Henríquez y Carvajal, el guerrero que asombró al mundo con sus hazañas militares, dejó también a Cuba y a los cubanos páginas hermosas de profundo humanismo.
Fidel condujo la Revolución, con sus transformaciones humanas, políticas y sociales hasta la victoria y, fiel a su pensamiento dialéctico, nos dejó en el año 2000 un concepto de ella que se universaliza y cobra fuerza por días por cuanto es un llamado a la inteligencia personal, y colectiva
«El hombre –decía Víctor Hugo– es un rey cuando sueña», y posiblemente no haya habido sueño tan abarcador y milenario en la azarosa aventura de la humanidad como el de alcanzar la igualdad y la libertad plenas, dos conceptos que se convertirán en objetivos básicos de las revoluciones.
Tras proclamar la sepultura del régimen feudal y enfilar sus bríos hacia una reivindicación humana hasta entonces desconocida, la Revolución francesa sintetiza sus ideales en tres principios fundamentales, Libertad, Igualdad, Fraternidad, que se convertirán en símbolos del mundo contemporáneo.
La Revolución de 1789, y las ideas relacionadas con ella, atravesarán los océanos para hacerse presentes en las luchas contra el colonialismo que se libran en esta América nuestra con la convicción de que no habrá libertad si antes no se alcanza la liberación, esa que se convierte en objetivo primordial de las revoluciones –que en fin de cuentas será una sola en Cuba– dirigida por Martí y Fidel en sus respectivos momentos históricos.
El primero no alcanzó a ver la liberación que tanta sangre y sacrificio costó y cuando algunos creyeron que había llegado, una vez finalizada la Guerra de Independencia, fue solo para comprobar que las alas de un nuevo amo ensombrecían la nación con sus vuelos imperiales.
Fidel condujo la Revolución, con sus transformaciones humanas, políticas y sociales hasta la victoria y, fiel a su pensamiento dialéctico, nos dejó en el año 2000 un concepto de ella que se universaliza y cobra fuerza por días por cuanto es un llamado a la inteligencia personal, y colectiva, a interpretarla con la lucidez del que asume los retos como un constante movimiento, siempre hacia nuevas conquistas y el progreso.
No hay en esa definición ni un ápice de esquematismo ni de invitación al aprendizaje memorístico, y sí un llamado a mantener los ojos abiertos y la mente actuante frente a cualquier adormecimiento incapaz de percibir las dificultades y peligros, que siempre se han cernido contra la Revolución Cubana, y todas las revoluciones verdaderas.
Llama la atención cómo «la igualdad y libertad plenas» se encuentran en los umbrales de los enunciados de Fidel, entre otras razones porque una y otra constituyen el sustento básico de nuestro humanismo. Ambas llegaron con el triunfo de la Revolución, barredora de desigualdades ignominiosas que los testigos de la época no olvidan, y propiciadora de una libertad que los enemigos, que todo lo niegan, tratan de escamotear con sus argucias entreguistas.
Igualdad y libertad, conceptos que desde tiempos inmemoriales han ocupado la atención de filósofos y pensadores y que todavía en nuestros días –ríos de tinta y definiciones de por medio– se aúnan en un mar de axiomas y argumentaciones.
Igualdad y libertad plenas sin las cuales la estructura analítica del concepto de Revolución dejado por Fidel –y bien que lo sabía él– dejaría de ser lo que es. De ahí que en el ánimo de todo revolucionario debe prevalecer el propósito de mantenerlas, perfeccionarlas y seguir luchando por ellas.
En nombre de todo su pueblo, muy especialmente en el de las nuevas generaciones, la juventud cubana realizó una velada político-cultural por el primer aniversario de la desaparición física del hombre que guio a Cuba a la victoria y la seguirá iluminando por siempre
Al conocerse la noticia de su desaparición física, miles escribieron sobre el Fidel que hicieron suyo, el rebelde de siempre, el héroe que continúa navegando por la historia. Juventud Rebelde reproduce estos textos nacidos en aquellas horas posteriores al 25 de noviembre de 2016 y que forman parte del libro Al eterno Comandante, de la editorial Ocean Sur
Logo Cuba Fidel.Autor: Juventud RebeldePublicado: 26/11/2017 | 02:25 am
Morir y seguir viviendo
por: Carmen Luisa Hernández
10.29 p.m.
El mundo se me paró a esa hora.
Inmediatamente después de saber la noticia, y no sé aún por cuál artilugio, mientras en la radio, Omara Portuondo rajaba el silencio cantando La era, comencé a calmarme rezando un Padre Nuestro, a él, que es padre, es nuestro y es el Altísimo del siglo XX y del XXI.
Yo dormía y él moría. Un mundo sin Fidel no es un mundo posible. A mi Fidel una hora no puede matarlo.
Por allá, por donde un Padre se responsabilizó por todos, y los machetes gritaron que no había vuelta a la servidumbre, y la Sierra demostró ser la Maestra de los rebeldes, bajo la mirada de Martí nació la Patria; porque es cierto, escasos son los hombres que sienten con entrañas de nación… que viven para darse, para compartirse, para crear y fundar. Por eso, a los 33 años no cualquiera logra brotar un país-República con los humildes, por los humildes y para los humildes, de un país-caos; sobre todo si su mejor arma es una fe verdeolivo de ¡Patria o Muerte! Ser el primero entonces le da el derecho a todo: a leerle la primera cartilla al pueblo, a darle un puntapié al enemigo en el alma metálica del Houston, a ponerle cinco puntos encima a los misiles, a perseguir ciclones, a ganar medallas, ayudar a levantar un país de libres en el África herida de apartheid, y sobrevivir a un Período Especial de aislamiento.
Solo un hombre puede despertar a los 72 años un continente desde el Sur y prometer a los 74 que sus «Cinco hijos volverán». A él, Gigante de mil batallas, el poeta dijo una vez que le regalaba hasta su persona. A él, los cubanos buenos sabemos deberle lo que somos; no como obligación de gratitud sino como prueba de hijos que esculpe en el país que anhela para su pueblo. Solo un hombre puede seguir siendo a los 90 el corazón de una Revolución: Fidel, porque solo este hombre puede definirse Cuba y guardar toda su gloria en un grano de maíz, y morir y seguir viviendo.
Camino a la montaña
por: Betsy Benítez
Un hombre se levanta y mira al horizonte.
No es divino ni malévolo, es solo un hombre, con un camino de montañas sobre sus espaldas, como Atlas el titán, destinado a cargar el mundo sobre sí.
Resulta extraño no verlo ni mencionar su nombre en presente, da un poco de miedo, vivir tanta historia y no percatarse.
Mi foto con Fidel
por: Claudia Yilén Paz
Esto no es una elegía, un epitafio, una oración.
Yo siempre quise tener una foto con Fidel, verlo de cerca, pero no tuve la dicha de conocerle personalmente. La historia, los libros, las circunstancias, siempre me llevaron a él. A aquel niño de Birán, al abogado, al que no le tembló la mano cuando redactó «Yo Acuso», cuando se dirigió al tribunal de urgencia para condenar a Batista, al Fidel que vino en el Granma, al que subió a la Sierra, al líder…
Estiraba las sábanas para irme a dormir cuando la noticia me hizo la noche triste, cuando mis manos no lograban estabilidad mientras temerosa esperaba la noticia, porque tantas veces me lo quisieron muerto… No puedo separarme de las páginas de la historia de Cuba, de aquel acto del teniente Pedro Sarría, bien supo él que las ideas no se mataban y no entregó a Fidel luego de los sucesos del Moncada.
No he sido capaz de llorar, no he sido capaz de reaccionar ante tanto dolor, he declarado mis redes sociales en luto y aborrezco a todo el que llegue con un comentario ofensivo. Pido, por favor, que respeten el dolor del pueblo cubano.
Una piensa en estas cosas, una se sorprendió muchas veces, acongojada, pensando en lo triste que sería el momento, pero estas noticias no dejan de sorprender, de entristecer, una nunca está preparada del todo para despedir a un grande.
Pero tengo esta foto, mi única foto con Fidel, y estoy orgullosa de haberlo tenido entre nosotros, de saber que sus ideas están ahí, que nadie, nadie, las asesinó. Fidel es Fidel.
La última travesía
por: István Ojeda
Hace 60 años, un hombre comenzaba la última etapa de la batalla de su vida con el absoluto convencimiento en el triunfo sin importarle que partía a bordo de un yate de madera atestado de combatientes y en medio de un mar embravecido. Igual salió y lideró una Revolución que estremecería al mundo.
Este 25 de noviembre, ese mismo hombre volvió a partir, pero a la inmortalidad. Ha fallecido Fidel y yo solo tengo ganas de decir una mala palabra.
«Extrañaremos su luz», me dicen desde el otro lado del mundo, mientras una amiga se siente como yo, golpeada por la noticia.
Porque uno sabe que la muerte es inexorable pero jamás se está completamente preparado. Fidel se ha ido al futuro definitivamente y ya no podrá regresar para decirnos lo que viene. No lo tendremos de cuerpo presente, así que nos tocará a todos juntarnos para hacer esa luz que era él, para aprender de su humildad ante la gloria, de su fe en la victoria y de su infinito desvelo por Cuba y la humanidad toda.
El sobreviviente
por: Rafael Cruz
Mi madre me llamó en la madrugada. «Mijo, están diciendo en la televisión que se murió Fidel»; luego me llamaron mis hijos. En la voz se les notaba que estaban preguntando si era cierto, a pesar de que habían visto la alocución de Raúl todavía no lo creían, tampoco yo lo creía, ni lo creo aún. Fidel es un guerrillero, los guerrilleros saben cómo hacer para sobrevivir, Fidel es un sobreviviente.
La alocución de Raúl es sencilla, casi magra, dicha con dolor, contiene la información precisa para entender lo que ha ocurrido y que, con la sencillez de siempre, Fidel no pide ningún exceso, ninguna exaltación, ni momificación, ni urnas de cristal.
En La Habana la madrugada parece más silenciosa que nunca, los amigos y amigas nos llamamos por teléfono para comentarnos la noticia. Informan en la televisión que Fidel ha muerto casi a la misma hora que 60 años atrás, salía de Tuxpan el yate Granma con 82 hombres a bordo, para el inicio de una azarosa aventura en la que seguramente todos los que allí viajaban, tenían pocas esperanzas de sobrevivir. En 1956 Fidel llegó a la Isla, sobrevivió, triunfó, trajo la independencia y la libertad a Cuba, unió a toda la nación y ha defendido por todos estos años la unidad del pueblo. Ese es su principal legado, la libertad y la independencia de Cuba.
Ahora pienso que Fidel se ha vuelto a subir al Granma. Tiene un plan para alzarse en las sierras de la eternidad, para seguir como un guerrillero, un activista por la Revolución y la construcción de un mundo mejor. Ni muerto Fidel se daría el lujo de detenerse, de abandonar el combate.
¿Qué haremos los revolucionarios a partir de ahora? seguir la lucha para hacer de este un planeta mejor; es lo más fidelista que podemos hacer. Me visto de miliciano para ir al ensayo del acto por el 60 aniversario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Hay tanto silencio en la madrugada, la primera madrugada de una nueva era.