El “panqueque” Almagro

El servilismo del secretario general de la OEA desbordó la copa al sugerir la opción militar contra Venezuela, precisamente desde la frontera colombiana
Almagro no puede ocultar su disgusto ante los fracasos que ha tenido para agredir a Venezuela. (Internet)

Almagro no puede ocultar su disgusto ante los fracasos que ha tenido para agredir a Venezuela. (Internet)

Por LÁZARO BARREDO MEDINA

“Cambiacasaca” se les llama a los que sobresalen por sus permutas de posiciones políticas a favor de donde gire el viento. En Uruguay le dicen “panqueque”, y así tildan a Luis Almagro, calificativo que le acreditan no de ahora, sino desde que cambió del Partido Blanco hasta llegar a formar parte del Frente Amplio. Siempre lo calificaron de maestro del zigzagueo, capaz de engañar a otros, como le hizo a José Mujica con el asunto Venezuela.

El secretario general de la OEA ni se equivocó ni fue mal interpretado cuando coincidió con Donald Trump en la opción militar contra la hermana República Bolivariana de Venezuela, bajo un  supuesto clamor humanitario. Fue bien preciso en lo que dijo: “En cuanto a la intervención militar para derrocar a Nicolás Maduro, no debemos descartar ninguna opción”, destacó en la conferencia de prensa que ofreció en la fronteriza ciudad colombiana de Cúcuta.

Almagro desbordó la copa con esa declaración violatoria del Derecho Internacional, donde se proscriben expresamente los actos que atenten contra la integridad territorial, la soberanía y la independencia política de los Estados, sin contar la grave amenaza que representan para la paz y la seguridad regional. Trasgredió los principios que está obligado a ·defender, incluida la famosa “Carta Democrática”,  han subrayado varios juristas.

Almagro desbordó la copa con esa declaración violatoria del Derecho Internacional, donde se proscriben expresamente los actos que atenten contra la integridad territorial, la soberanía y la independencia política de los Estados, sin contar la grave amenaza que representan para la paz y la seguridad regional. Trasgredió los principios que está obligado a ·defender, incluida la famosa “Carta Democrática”,  han subrayado varios juristas.

En los comentarios y declaraciones de gobiernos y personalidades se critica al secretario general del “Ministerio de Colonias” por abusar  del poder de su cargo contra el mandato constitucional establecido en Caracas, ante el odio que profesa a la Revolución bolivariana,  y ser cómplice de  la oposición golpista, extremista y antidemocrática venezolana, así como alentar la violencia en los disturbios de las llamadas guarimbas.

Desde que asumió  la OEA, en 2015, Luis Almagro no ha cesado de presionar al Ejecutivo de Nicolás Maduro y es extensa la cronología de sus incesantes acciones para desde supuestos falsos criminalizar con los temas de  derechos humanos al Gobierno Revolucionario e intentar aplicarle normativas de la llamada Carta Democrática que favorezcan el aval a Estados Unidos en sus  planes de agresión. Como señalan fuerzas políticas uruguayas, Luis Almagro  se ha comportado como  “operador desembozado del imperialismo yanqui”, mientras actúa “con niveles de servilismo raramente vistos”, puesto que  “ataca donde el imperialismo ordena y calla lo que le ordenan callar”.

Por lo pronto, no pocos demandan su renuncia. No está actuando con la objetividad que le corresponde y por lo tanto no ofrece garantías. Mira para un solo lado cuando tiene muchos lados para mirar. No ha hecho ni una sola crítica a las medidas de bloqueo  y persecución económica que el Gobierno de Estados Unidos ha impuesto  a la nación suramericana, pero se recrea en la falacia de “la crisis humanitaria” y apoya la guerra, obviando las consecuencias desastrosas que eso tendría para la región, porque un conflicto acabaría con la zona de paz que es hoy América Latina y el Caribe.

La insensatez del “panqueque” solo encontró mucho agrado en los “jinetes del Apocalipsis” que en Washington y Miami están procurando que otros asuman el baño de sangre

Junto a la solidaridad de naciones y movimientos sociales, está también la  respuesta de desacuerdo  inmediato  que produjeron 11 de los 14 gobiernos que integran el Grupo de Lima en contra de la intervención militar sugerida como opción por el secretario general de la OEA. No obstante, no deja de llamar la atención que dos de los países que no se adhirieron al pronunciamiento (Colombia y Guyana) son naciones fronterizas con Venezuela y han estado insuflando fuego a los conflictos bilaterales de manera peligrosa e inquietante.

La insensatez del “panqueque” solo encontró mucho agrado en los “jinetes del Apocalipsis” que en Washington y Miami están procurando que otros asuman el baño de sangre.  Es lógico, como aseveró un filósofo: “La guerra es una masacre de personas que no se conocen entre sí para el beneficio de las personas que se conocen entre sí pero que no se aniquilan los unos a los otros”.


Lázaro Barredo Medina

 
Lázaro Barredo Medina