"Solo tú puedes ayudar a nuestra familia. Dependemos totalmente de ti". Con esta contundente frase, la madre de Ti Leum selló el destino de su hija, de tan solo 15 años, que en adelante se convertiría en prostituta. "Decidí hacerlo por el bien de mi familia, mi madre me convenció. Yo no quería hacerlo, pero ella me convenció", asegura la menor, que no obstante reconoce que nunca ha sentido rencor en su corazón por eso.
Su caso es revelador de una atroz realidad que ocurre en Camboya en pleno siglo XXI. Muchas familias prostituyen a sus hijas para obtener el dinero necesario para subsistir y cubrir sus necesidades más básicas.
Una madre lo reconoce con esta crudeza: "Un día conocí a un hombre y le conté que tenía una hija virgen. Luego le dije que no me llegaba para pagar el alquiler y que vivíamos en la extrema pobreza". Cuando el hombre en cuestión mostró interés por comprar a la menor, la madre puso el precio: "1.000 dólares me parecía demasiado, pero de todos modos se los pedí. Y él aceptó".
"Quiero a mi madre, pero también la odio por lo que me hizo"
La adolescente vendida se llama Mich Kheing, y cuenta su frustración por el estilo de vida que le ha sido impuesto: "Si mi madre me obliga a volver a ese negocio cuando necesite dinero, no tendré otro remedio que hacerlo. No quiero dejar los estudios, no quiero que la gente me desprecie cuando sea mayor". Por otra parte, expresa una profunda ambivalencia emocional con respecto a su madre: "Quiero a mi madre, pero también la odio por lo que me hizo".
Su progenitora se muestra inflexible. Agobiada por la escasez económica, no parece dispuesta a moderar la presión sobre su hija: "Quiero que mi hija vuelva a trabajar en la industria del sexo, pero ella dice que está harta de eso y que solo quiere estudiar. Se niega a hacerlo de nuevo. Tendré que pegarle para que lo haga. No tengo más remedio, ¿qué otra cosa puedo hacer?".