Abrirnos al amor sin censura. ¿Porqué nos cuesta tanto?
En una vieja película, Cinema Paradiso, el protagonista encargado de la sala de proyección de un cine de barrio, por insistencia de un cura párroco que velaba por la moralidad del pueblo, cortaba sistemáticamente todos los besos de las películas. Disimuladamente, guardaba todos los trocitos cortados en una cajita. Pasado mucho tiempo, el asistente, adulto ahora, recibe ese legado y con nostalgia que ayuda a tolerar el presente, une todos esos pedacitos logrando una larga escena de los mejores besos filmados.
¿Historia antigua? No tanto. Aún hoy nos da como cosa el ve que dos jóvenes se besan en la boca por la calle, miramos para otro lado, lo que equivale a un “corte” ,esto no existe para mí, y ya Dios los castigará no por la osadía de amarse, que no es poco, sino por mostrar al mundo que se aman. Es mas fácil ver sin censuras una película de guerra, que ver una de amor. Detrás de la guerra siempre hay un “ideal” de patria, o de salvación mesiánica, jamás deseo de petróleo, territorios y tesoros ajenos; detrás de un acto de amor no existen tan innecesarias motivaciones.
Junto a esos besos encerrados, posiblemente liberemos también suspiros, gemidos de placer y de dolor, lágrimas escondidas, anhelos y secretos olvidados. Ariel Baldrich Dr.en Psicología (argentino)
Nathy |