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Madre, bibliotecaria 'amateur' y profesora
En seis años ha rescatado de la basura más de 200 libros de texto
Con ellos completa la educación de su hija, que ahora destaca en clase
La colección servirá también para ayudar a los demás niños de la comunidad
"Donde hay educación no existe distinción de clases". La cita de Confucio parece el faro que guía la vida de Maria Aparecida de Souza, una madre trabajadora que a sus 48 años madruga cada día para buscar sustento y sabiduría en las basuras del humilde barrio de Anchieta, en la zona norte de Río de Janeiro.
¿Sabiduría entre los desperdicios? Tal cual. Porque Maria Aparecida no rastrea los escombros sólo en busca de cartones y objetos que después vende para mantener a Brenda Helena, su hija de 11 años.
En el último lustro, la mujer ha desenterrado pacientemente su tesoro particular: más de 200 libros de texto desechados junto a latas vacías, manzanas mordisqueadas y calcetines raídos. Una colección de obras desparejadas pero valiosas que ha ido llevando hasta su hogar para formar una biblioteca casera con la que completar la insuficiente educación de la niña.
"Todos estos libros son el ordenador de mi hija. Todo lo que ella necesita lo encuentra en nuestra casa", asegura orgullosa al recibir al diario local 'Extra'.
Falta de profesores
La doble misión de Maria Aparecida como madre y maestra adquirió aún mayor sentido a comienzos del año pasado, cuando el colegio de Brenda atravesó por una sequía de profesores. Hasta bien entrada la primavera, mientras los educadores entraban y salían de la Escuela Municipal Paraíba casi de una semana a otra, la pequeña apenas llevaba deberes a casa y era su progenitora quien la empujaba a instruirse con el material didáctico recuperado de la basura.
Y el esfuerzo mereció la pena. La joven estudiante consiguió completar el quinto curso con un brillante expediente del que presume con una amplia sonrisa: "Saqué un 10 en Geografía y en Arte. También tuve la mejor nota de mi clase en Historia: un 8,5".
Biblioteca comunitaria
Un éxito que hincha de gozo a su madre, insaciable en todo lo que tiene que ver con la formación de la chica. "Ahora sigo ayudándola en casa, porque quiero que siempre aprenda más", reconoce. "La pongo a leer libros, le hago un cuestionario de todo lo que la profesora le enseña en clase y también le pido que se estudie bien las tablas de multiplicar".
La educación de Brenda puede ser sólo el primer granito de arena de la pequeña montaña de sabiduría que parece dispuesta a levantar esta bibliotecaria 'amateur', después de que los demás vecinos de la comunidad de Parque Esperança se enteraran de la existencia de su archivo de libros leyendo las páginas de la prensa local.
Decidida a conseguir que los compañeros de su hija también sean capaces de superar los exámenes con nota, Maria Aparecida no ha dudado en abrir de par en par las puertas de su colección doméstica. "Les he dicho a algunas madres que pueden traer a sus hijos para hacer trabajos los fines de semana", explica. "Tenemos que animar a los niños. Ahora sólo hay una biblioteca en Nilópolis [un municipio situado a unos cuatro kilómetros de Anchieta], pero no por eso pueden dejar de hacer las tareas del colegio".
fuente: el mundo
 Nathy |
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