Empezar bien, es tener la mitad ya hecha. (Aristóteles)
EL PODER DE LA PALABRA
A lo largo de mis muchos años de docencia, en gran parte dedicados a la enseñanza de la oratoria, he podido comprobar que aquel proyecto de domingo Faustino Sarmiento de alfabetizar a los habitantes de la Nueva Argentina, no tuvo la continuidad deseada durante el transcurso del tiempo.
Estudios realizados permiten comprobar que a partir de la segunda mitad del siglo XX poco a poco, la escuela pública fue perdiendo calidad, eficacia y población a raiz de la aplicación de sistemas educativos deficientes, que no promovieron ni la equidad, ni la motivación necesaria para igualar los niveles de enseñanza.
Esa desatención pedagógica y didáctica repercutió con la misma intensidad en el empobrecimiento del lenguaje, particularmente en las últimas décadas: de esta manera, el valor de la palabra fue empalideciéndose, maltratado por los medios televisivos, hasta llegar en muchos casos a la perversión.
Si bien es cierto que con el advenimiento de la era digital se amplió la posibilidad de intercambiar información y establecer relaciones interpersonales, al mismo tiempo se afectó el idioma en su forma y esencia al incorporar nuevas formas de expresión, ajenas a las reglas existentes.
Los especialistas en lengua han comprobado que la comunicación humana exige correspondencia entre personas que dialogan. La oratoria es un acto Psico-social en el cual el diálogo se retroalimenta : sus protagonistas son el emisor y el receptor, la palabra es el nexo entre el yo y el tu.
Mucha gente cree que para comunicar no es importante emitir el mensaje con palabras precisas y bien pronunciadas, ni tampoco estima que la calidad del lenguaje condiciona la calidad de la comunicación. Sin embargo, hablar sin propiedad no implica ser entendido. Para lograrlo, en necesario expresarse con capacidad de empatía: expresar es emitir palabras, comunicar, es compartir lo emitido.
Se deduce entonces que el lenguaje presenta dos niveles : lo que se dice y como se dice.
(Prof. Maria Angélica Vilches-BsAs)