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La escusa del otro lado de la vida.
Siempre me ha parecido que dejar el peso de las consecuencias de las acciones,
en el futuro del más allá, es una manera bastante simple y cómoda
de no asumir el presente.
Hace poco alguien me preguntó si creía en la reencarnación,
a lo que yo contesté que bastante ocupado estaba con vivir esta vida
como para preocuparme de otras posibles e hipotéticas vidas futuras
Entonces me contó cómo creía que pagamos en las vidas presentes
las consecuencias de las acciones de vidas pasadas,
lo que daba sentido, según él, a por qué había personas con tal mala suerte.
No me gustó demasiado el razonamiento,
ya que eso indicaba que era el mal karma de otra vida
lo que impedía que nos pasaran cosas buenas,
por lo que nada podríamos hacer para remediarlo.
Entonces le pregunté si obrando correctamente
podríamos compensar ese supuesto mal anterior,
a lo que contestó que al menos no añadiríamos mal karma para la siguiente vida.
Y entonces fue cuando me indigné.
No se puede dar por justificado el hecho de tener unas circunstancias adversas
con un razonamiento tan frágil y mediocre,
ni se debe uno rendir con ese determinismo que nos abocaría siempre
a no enfrentarnos a las cosas ni a tratar de remediarlas.
La vida es única, personal y un bien demasiado magnífico
como para quedarte de brazos cruzados
pensando en lo que fue o en lo que será.
Sólo tenemos la capacidad de vivir el presente a cada instante,
y si no se vive como algo único, lo que te pierdes es tu propia vida.
Sería muy triste morirse sin haber exprimido y disfrutado la vida,
solo por pensar en lo que vendrá después...
y que después no haya absolutamente nada.
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