Con frecuencia vuelvo al espacio
Que tu Hijo, tu único Hijo ocupa,
Mis ideas se ajustan a su forma,
pero quedan vacíos los ojos
Y cuelgan de sus labios las palabras de siempre,
las mismas tras las que se ocultaba
Cuando deseaba quedarse entre nosotros.
¿Es posible que estas mismas palabras
Contengan el espacio mejor que la mirada?
¿Mejor que la memoria y el corazón?
¡Oh Madre! de nuevo puedes hacerlo tuyo
Inclínate junto conmigo y acepta,
Tu Hijo tiene sabor a pan
Pan de una sustancia eterna
¿Donde está este espacio: en el murmullo de mis labios,
En los pensamientos, en la mirada, en el recuerdo,
o, tal vez en el pan?
Se ha perdido entre tus brazos, con la cabecita
apoyada en tu hombro,
porque este espacio ha quedado en ti y de ti procede.
Nunca se ve el vacío. Nuestra unión es tan intensa,
que, cuando con dedos temblorosos partía el pan
para ofrecerlo a la Madre,
me he quedado un momento atónito,
Al ver toda la verdad en una lágrima que asomaba
en tus ojos
Karol Wojtyla