Se han hecho ricos en Pekín, Shanghai o Guangzhou. Fue en estas ciudades, o en otras regiones desarrolladas como Jiangsu o Zhejiang, donde crearon empresas, compraron inmuebles y realizaron rentables inversiones. Con el paso de los años, sin embargo, estos millonarios han mandado a sus familias al extranjero y han conseguido permisos de residencia en otros países. En muchos casos, estos ricos buscan también la forma de mudar parte de su riqueza al extranjero.
Este fenómeno de la emigración multimillonaria china se lleva comentando en los medios del país al menos desde el año 2010 y lo ha vuelto a poner de actualidad la semana pasada el semanal Nanfang Zhoumo gracias a un artículo titulado “Ganar dinero en China, instalar a la familia en el extranjero”. A pesar de las críticas que el fenómeno ha generado en la sociedad china, este reportaje pone de manifiesto que los multimillonarios chinos (como los del resto del mundo) responden a incentivos económicos y familiares y buscan siempre asegurar (e incrementar) su riqueza.
Según la información publicada por la China State Administration of Foreign Exchange (SAFE), por primera vez desde finales de los 90 está saliendo más dinero de China del que entra. Además, el 16% de los millonarios chinos ya ha emigrado a otro país, un proceso que otro 44% de ricos también se está planteando. Estos datos coinciden con los que ofreció en marzo de 2012 un informe publicado por el China Merchants Bank. En éste, además, se apuntaban las tres razones principales para explicar esta emigración: mejorar la educación de sus hijos, garantizar la seguridad de su riqueza y preparar su futura jubilación.
Gráfico publicado en el informe del China Merchants Bank.
El reportaje elaborado por el Nanfang Zhoumo, una publicación conocida por sus críticas al gobierno y su rigor periodístico, ofrece otras cifras para contextualizar el fenómeno. Según sus entrevistas con distintos profesionales del sector, por cada inversor o rico que emigra al extranjero, hay en China otros 20 que dejan el país para trabajar en sectores de alto valor añadido. Además, aquellos ricos que abandonan el país no lo hacen con todas sus riquezas en la maleta: sólo el 6% de sus propiedades y activos se van al extranjero, mientras que el 94% restante se queda en China.
A pesar de eso, el fenómeno se ha extendido tanto que esta clase social ya cuenta con un nuevo apelativo: “los empresarios desnudos” (裸商, luoshang). La expresión hace referencia a aquellos hombres de negocios que después de haberse enriquecido en China deciden enviar a la familia al extranjero y sacar parte de su fortuna del país. En ocasiones, el fenómeno se ha dado entre aquellos empresarios con problemas que primero sacaron su capital privado del país y después aprovecharon para anunciar que sus empresas estaban en bancarrota.
El Nanfang Zhoumo hace especial hincapié en estos “empresarios desnudos” que sin embargo deciden quedarse en China para seguir haciendo negocios. Según el modelo presentado por el semanal chino, que entrevistó a numerosos millonarios chinos y a agencias encargadas de facilitar visados, pasaportes y transacciones al extranjero, el empresario suele quedarse en el país mientras que la mujer y los hijos se van al extranjero. Como explica uno de estos multimillonarios:
“Nosotros no podemos irnos de China. En Canadá es muy difícil encontrar un negocio con unos beneficios del 15%, pero en China se puede”.
Viñeta publicada por el Nanfang Zhoumo. Según este semanal: “Debido a que se preocupan por la seguridad de su riqueza y propiedades y a que buscan una mejor educación para sus descendientes, los “empresarios desnudos” envían a sus familias al extranjero. Como no pueden dejar escapar las oportunidades comerciales en China, ellos se quedan ocupándose de los negocios”.
Junto a la educación de sus hijos (una muestra de la importancia que se le da en la cultura china y de las carencias del sistema educativo del país), el segundo motivo más importante para salir de China es la seguridad de sus propiedades y activos. Muchos de los empresarios entrevistados por el Nanfang Zhoumo se quejaban de lo mismo: una legislación cambiante, subidas repentinas de impuestos y restricciones tanto a los movimientos de capital como a la compra de viviendas e inmuebles. Al mismo tiempo, algunos de estos empresarios han tenido malas experiencias a la hora de enfrentarse a las poderosas empresas estatales, que acaban impidiendo el despegue de sus empresas o perjudicando sus inversiones en el sector privado. Todo esto facilita que los multimillonarios chinos decidan llevar su dinero a otra parte para garantizar la seguridad de su riqueza y diversificar sus inversiones.
A pesar de todo esto, son pocos los que deciden adoptar la nacionalidad de otro país y renunciar a la china (Pekín no reconoce la doble nacionalidad). La fórmula más extendida parece ser la residencia permanente (las famosas tarjetas verdes -green card- de EE.UU.), que les permiten entrar y salir de estos países libremente sin tener después que solicitar un visado para entrar en China. Lo único que no consiguen con estos permisos es poder votar en las elecciones del país de acogida, algo en lo que pocos de ellos están interesados.
¿Cómo se van de China?
La salida de yuanes de China cada vez preocupa más al gobierno y a los ciudadanos.
Salir de China e instalarse en otro país no está al alcance de todo el mundo. Tampoco es fácil, al menos a simple vista, sacar dinero del país. Para empezar, los ciudadanos chinos sólo pueden cambiar a título individual hasta 50.000 dólares al año. A esto hay que añadir las dificultades que muchos países ponen a los ciudadanos chinos, tanto para conseguir visados como para obtener la residencia permanente. Es aquí donde entra en juego la picaresca, las agencias encargadas de facilitar los trámites y los intereses de otros países por captar a los nuevos ricos chinos.
Una de las fórmulas de las que más se ha hablado es elformulario EB-5 de Estados Unidos, que todos los años concede a 10.000 inversores de todo el mundo el permiso de residencia permanente. El requisito indispensable es “sencillamente” invertir en Estados Unidos al menos 500.000 dólares. Este dinero, además, se puede retirar cinco años después. Otros países tienen un proceso similar por el que cobran bastante más, como es el caso del Reino Unido, que exige una inversión de más de un millón de libras (1,7 millones de dólares).
Aunque hay distintas formas de conseguir sacar todo ese dinero de China, una de las más comunes es contactar con empresas o agencias especializadas, que en muchas ocasiones también ayudan a las familias a instalarse en el extranjero, gestionar los visados o comprar vivienda. Para conseguir los 500.000 dólares del trámite del EB-5, las agencias sólo necesitan contactar con diez personas y utilizar su cuota de 50.000 dólares al año.
Este dinero se puede presentar en EE.UU. de distintas formas. Una de las más comunes pasa por crear una empresa en China con una sucursal en las Islás Caimán. Una vez que se han invertido esos 500.000 dólares en la empresa china, se hace uso del dinero libremente desde el conocido paraíso fiscal. Las Islas Caimán son también vistas como una forma de internacionalizar y diversificar el capital acumulado.
Según un abogado chino-británico que lleva diez años dedicándose a estos temas, Estados Unidos es uno de los países con mayor flexibilidad para los ricos chinos. Durante el 2010, este país concedió 70.000 permisos de residencia, muchos de los cuales fueron a parar a “empresarios desnudos” chinos.
Viñeta publicada por el Diario del Pueblo. En sus cabezas, los adinerados chinos piensan en "¡Emigrar!".
La facilidad para conseguir permisos de residencia es otro de los factores que determina el lugar de destino de estos emigrantes chinos. En Nueva Zelanda, por ejemplo, para conseguir la residencia permanente, durante los dos primeros años la persona tiene que pasar en el país 184 días al año. Una vez cumplido este trámite, pueden entrar y salir libremente del país.
En países más pequeños, como San Cristóbal y las Nieves, el trámite es más barato que en EE.UU. En estas islas caribeñas, se puede conseguir el permiso de residencia con “sólo” comprar una propiedad por un valor de 350.000 dólares. Además, como explica uno de los inversores chinos al Nanfang Zhoumo, “no tienes que decirles a los funcionarios de inmigración de dónde vienes, ni tampoco tienes que presentar los certificados con el origen de tus propiedades y activos”.
Una oportunidad para el blanqueo de dinero
El blanqueo de dinero también entra en la agenda de estos “empresarios desnudos”. Como explica el propio semanal chino, “para los ricos y poderosos, quedarse con los ingresos ilegales en China no es una elección inteligente”. Además de sacar parte de capital al extranjero, muchas veces esta ruta se convierte en una forma de blanqueo de dinero. Países como Singapur, por ejemplo, no exige cuentas sobre la procedencia del dinero, y además aquellos que viven en el extranjero no tienen que pagar impuestos.
En ocasiones entran en juego también los casinos de Macao. Citando al círculo de empresarios de la ciudad de Wenzhou, en la provincia de Zhejiang, los periodistas chinos afirman que algunos casinos específicos de la antigua colonia portuguesa son la tapadera perfecta para enviar dinero al extranjero. Algunos multimillonarios chinos acuden allí a “perder” un dinero que, días después y tras haber descontado la comisión, aparece en las cuentas bancarias que estos adinerados chinos tienen en el extranjero.
Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda o Singapur son algunos de los destinos preferidos por estos empresarios chinos, empeñados en ofrecer a sus hijos la mejor educación y en asegurar sus cuentas de ahorro. A pesar de la importancia de este fenómeno, al mismo tiempo existe el viaje en la dirección contraria: la de aquellos ciudadanos europeos o estadounidenses de origen chino que están llevando su inversión y sus negocios a China.