A quienes intentan entrever cuándo podría producirse la próxima crisis económica mundial, un blog de la agencia Bloomberg dedicado a las finanzas les propone marcar en el calendario el 1 de enero de 2018. En su opinión, la fecha se perfiló a finales del año 2010, cuando fue firmado y publicado el conjunto de los llamados acuerdos de Basilea III, que implican una reforma de la regulación bancaria coordinada entre los países de Europa y América del Norte.
En 2017 las instituciones financieras ya no podrán usar sus modelos internos para tasar los riesgos que implican los derivados para las contrapartes. En 2018 esto se extenderá a la titularización de activos
A partir del año 2017, advierte el columnista Christopher Langner, "las instituciones financieras ya no podrán usar sus modelos internos para tasar los riesgos que implican los derivados para las contrapartes. En 2018 esto se extenderá a la titularización de activos y a partir de entonces, aunque la fecha exacta aún está por determinar, los prestamistas tendrán que evaluar a todos sus clientes de préstamo basándose en los patrones establecidos por el comité de Basilea".
De esta manera los bancos se verán limitados a la hora de prestar dinero a personas, tanto físicas como jurídicas, y solo se permitirá el crédito a los prestatarios más fiables. Se pondrán límites unificados también al volumen total de los créditos concedidos en proporción con el balance acumulado. Estas restricciones propiciarán un crecimiento en el número de bancarrotas en todo el mundo. Los casos de insolvencia serán cada vez más tangibles, incluso antes de la aplicación obligatoria de las nuevas normas, pronostica el columnista.
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Entre otras consecuencias Langner destaca la necesidad de despedir a cientos de miles de empleados de la intermediación crediticia (solo en EE.UU. cerca de 2,6 millones de personas trabajan en este sector). Los despidos afectarán a más gente que durante los años 2006 y 2009, antes y durante la reciente crisis financiera mundial.
Serán las pequeñas y medianas empresas las que sufrirán más pérdidas y correrán el riesgo de perder por completo el acceso a los recursos crediticios. Basilea III estimula que los bancos cooperen solo con las multinacionales y otras empresas grandes con los negocios más asentados. Además, las nuevas normas internacionales de información financiera, que forman parte del conjunto de medidas, ponen en práctica la compensación temprana de las posibles pérdidas crediticias: un paso que puede aumentar por lo menos un tercio las inmovilizaciones en muchos bancos.