Hay un lugar en lo más recóndito de tu esencia, donde guardas los más hermosos recuerdos, esos que atesoras y que dan sentido a tu vida, donde guardas además los afectos más especiales, aquello que algunos llaman los amores inolvidables, esos que cuando los traes a la mente te avivan la llama de los sentimientos que crees dormidos, pero que siempre están allí aletargados, y que han quedado grabados a fuego lento y han abierto un surco en el corazón...
Cuando ya nos toque partir sólo quedará la huella imborrable del amor y la trascendencia del espíritu que con nobleza perdura en el transcurrir de los tiempos, lo que nos permitirá viajar inexorablemente hacia el renacer de una nueva vida, de una nueva dimensión, para resplandecer la luz de nuevas esperanzas y entonces...
Sólo entonces habremos perdido esos recuerdos, ya no quedarán huellas del ayer y ya no habrá penas, ni llanto, ni odios, ni rencores y todo lo que antes nos quitaba el sueño y aquello que constituía un afán en nuestro diario vivir, ya no tendrán importancia, porque nos habremos librado de una cárcel de huesos y piel, haciendo que nuestro espíritu vague en total y absoluta libertad, sin complejos, sin ataduras, eternamente joven, fuerte y absolutamente feliz... Haciéndonos recordar que sólo el amor perdura...
Colaboración de "La Vida es un Ratico"
Venezuela