Esta noche quisiera decir unas pocas palabras en cuanto al lugar y la importancia que la ley tiene en la Palabra de Dios.
Romanos
10:4 nos enseña que en la presente dispensación la ley ya no tiene
lugar. Cuando el Señor Jesús fue crucificado, la ley llegó a su fin
(1.ª Pedro 2:22); y, a la vez, fue probada hasta lo sumo. Aun cuando el
Señor había sido el Dador de la ley, nació y vivió bajo dicha ley
(Gálatas 4:4).
Al mismo tiempo, el Señor fue el único que
jamás cometió ni siquiera una simple transgresión de la ley, sin
embargo, según la aplicación de esta misma ley, Él fue crucificado.
¡Qué contradicción! La ley (o la aplicación de la ley por los judíos)
juzgaba al único Ser perfecto y santo, a tal punto de hacerlo maldición
(Deuteronomio 21:23; Gálatas 3:13). Ésta era la manera en que la ley
debía llegar a su fin.
Si la ley juzgaba así al único Ser
santo y perfecto, ¿qué se podía conseguir por medio de ella? ¿De qué
manera la ley podía llevar algo a la perfección? Ciertamente, la ley no
podía perfeccionar nada (Hebreos 10:1).
Entonces, ¿para quién fue dada la ley ?
«Pero
sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo
esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores
y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y
profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para
los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los
mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina» (1.ª Timoteo 1: 8-10)
Pero,
entonces surge una cuestión: ¿Por qué entonces Dios promulgó la ley?
Una de las razones fue que ella presentaba los requerimientos mínimos
que Dios exigía del hombre. La ley emanaba de Dios, por lo tanto,
estaba de acuerdo con Dios y su voluntad. Pero, lo primero que quiero
remarcar es que la ley no fue dada a los
creyentes. Esto es muy importante. La ley fue dada para el pueblo de
Israel en el Sinaí, y es muy probable que la mayoría de las personas de
dicho pueblo no hayan sido creyentes. Abraham, Isaac y Jacob sí habían
sido creyentes fieles a Dios, pero sus descendientes sólo eran hombres
naturales. Dios no los había elegido a ellos por ser creyentes, sino
como una nación elegida de sobre la tierra. La ley, entonces, no fue
dada a creyentes, sino a inconversos, a fin de restringir sus pecados.
Esto explica la validez de la ley. Ella nunca fue dada por Dios a fin
de servir de guía al creyente, sino para aquellos que eran injustos y
que aún no habían nacido de nuevo.
¿Por qué entonces fue dada la ley?
«Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Romanos 5:20)
La
ley vino a fin de que el pecado abundara. El pecado siempre estuvo
presente en el mundo desde la caída del hombre, pero nunca había sido
mostrado tan claramente en el hombre caído como cuando éste recibió el
mandamiento «No harás»; pues inmediatamente de recibido dicho
mandamiento, el hombre lo transgredió.
Es a lo que se
refiere Pablo en el versículo de arriba. Los hombres ya eran pecadores
desde Adán y Eva, pero la razón por la cual se dio la ley fue que el
pecado debía manifestarse claramente en la luz. La ley que Dios había
dado estaba de acuerdo con su carácter y naturaleza: luz y amor, como
puede verse en el mandamiento «amarás a tu prójimo como a ti mismo».
Esta ley era perfecta, como todo lo que viene de Dios es perfecto;
pero, como el hombre natural no podía responder a la voluntad de Dios,
el resultado obvio fue que la ley únicamente sirvió para mostrar que el
hombre era pecador.
«Entonces, ¿para qué sirve
la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la
simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de
ángeles en mano de un mediador» (Gálatas 3:19).
La
ley fue dada por Dios para que el estado caído de los transgresores se
hiciera claramente manifiesto. Si ellos tenían el deseo de agradar a
Dios, llegarían ineludiblemente a la conclusión de que nunca podrían
dar respuesta satisfactoria a los mandamientos de Dios a causa de su
naturaleza pecaminosa. La ley fue dada para revelar el pecado en el
hombre. Al morir el Señor, quedó demostrada la total inutilidad de la
ley en la tarea de llevar al hombre a Dios. En lugar de esto, en
cambio, quedó revelado que el hombre estaba aún más alejado de Dios. Es
absolutamente necesario tener en mente siempre estas dos cosas para
poder comprender la epístola a los Gálatas: primero, que el objetivo de
la ley, según el pensamiento de Dios, era revelar el pecado en el
hombre y segundo que, por la muerte de Cristo, la ley fue
definitivamente puesta de lado.
La epístola a los Gálatas
nos enseña que es absolutamente erróneo y contrario a la voluntad de
Dios tratar de vivificar esta ley, la cual ya ha llegado a su fin, e
intentar introducirla en la vida del cristiano, quien vive en Aquel que
murió a la ley y que ha sido levantado de entre los muertos. Esto sería
contradecir la voluntad de Dios y mezclar dos ideas fundamentalmente
diferentes. La ley nunca pudo llevar a nadie a Dios, y tampoco fue dada como guía para los creyentes.
¿Cómo podían entonces salvarse los hombres que se encontraban bajo la ley?
« Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto » (Salmo 51:16).
¿Cómo es posible que personas como Moisés, Aaron, Josué y David, quienes estaban bajo la ley, hayan sido creyentes en Dios?
Tomemos
a David como ejemplo. Él experimentó que no podía cumplir con lo que
marcaba la ley. Siempre que pecaba él estaba compelido, según la ley, a
ofrecer una ofrenda; pero entonces, como él era un hombre honesto, se
preguntaba: «¿Cuál es el resultado de traer esta ofrenda?» Como ya
leímos, en el Salmo 51:16 él llegaba a la siguiente conclusión:
«Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto»
David
comprendía en lo profundo de su ser que el cumplimiento literal de la
ley no podía hacerlo a él aceptable ante los ojos de Dios. ¡Qué
experiencia debe haber sido para este hombre que deseaba agradar a
Dios, que estaba bajo la ley, luego de un gran ejercicio de corazón y
conciencia, pensar y concluir: «Esta no puede ser la forma. No
es posible que yo pueda tener paz con Dios por medio del ofrecimiento
físico de una ofrenda, cuando quizá espiritualmente estoy tan alejado
de Él» De esta manera, David y todos los creyentes que se hallaban bajo
la ley, ante la imposibilidad de cumplir la misma, exclamaban con
contrición: «¿Y qué puedo hacer?» Entonces, todos ellos llegaron a
experimentar lo que expresa el Salmo 51:
«Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (v.17).
Esta
era la forma de alcanzar su conversión. En el Antiguo Testamento no
hallamos el concepto «conversión» tal como lo entendemos hoy, ni
tampoco leemos acerca del «nuevo nacimiento»; no obstante, era la única
forma de que alguien pudiera ser aceptado por Dios. Esto les había sido
revelado por medio de la ley, pues ésta le mostraba al hombre cuán
inepto era como para presentarse ante Dios, a la vez que lo conducía al
punto de experimentar que dicha ley no lo podía salvar. Lo único que lo
podía salvar era la fe en la gracia y el perdón de Dios.
¿Cuál es por lo tanto la guía para nuestras vidas ahora?
«Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree» (Romanos 10:4)
Claramente,
no lo es la ley ni el cumplimiento de ciertas reglas, sino la Persona
del Señor, el que murió por nosotros y marcó el fin de la ley. Es Aquel
que fue resucitado por nosotros, y con quien también hemos resucitado,
el Hombre celestial. Aquel que creó el hombre nuevo para nosotros y en
nosotros. Él es la guía para nuestras vidas.
Ya no hay más
mandamientos, sino el amor y la luz perfectos de la vida de nuestro
Señor Jesús. Nunca podremos decir como el joven rico de Lucas 18:
«Todo esto lo he guardado desde mi juventud»
Nosotros
siempre seremos discípulos de Aquel cuya vida es nuestro modelo
perfecto, aun cuando una y otra vez fallaremos. Pero, Él mismo nos ha
dado por medio del Espíritu la energía necesaria para andar según el
ejemplo intachable que Él nos dejó. Si deseamos saber cómo debe ser
nuestro andar, entonces debemos contemplar la vida de nuestro amado
Señor. Esta es la ley de vida para el cristiano . El
tratar de volver a la ley es contradecir la voluntad de Dios, tal como
sucedía en las iglesias de Galacia, donde necesitaban volver a poner
sus ojos en el Cristo vivo. Este era el motivo por el cual el apóstol
Pablo se desanimaba, pues, aquellos que al principio corrían bien en el
Espíritu, habían terminado en la carne. La idea de intentar hacer obras
o hacer cualquier otra cosa a fin de obtener justicia, es una actitud
inherente de nuestra carne. Nos agrada sentir que somos capaces de
presentar algo que hemos hecho, y esto es lo que la ley provoca en el
hombre. Claro que Dios no dio la ley para ese fin, sino que el hombre
quiso aprovecharse de la ley para poder decir: «¡Miren, yo he hecho
todo esto!». Muchas veces detectamos la misma actitud en nuestros
corazones, pero debemos juzgar tal cosa y decir: «¡Necesitamos seguir
al Señor Jesús!».
Quiera el Señor darnos fuerzas y
concedernos que, por medio de estos estudios de la preciosa pero
también muy seria epístola a los Gálatas, nuestros corazones sean
guiados más y más hacia Él. Hay muchos pasajes de esta epístola que nos
presentan al Señor Jesús como no lo hace ninguna otra epístola del
Nuevo Testamento. El Señor Jesús es «presentado claramente» ante
nuestros ojos (Gálatas 3:1). ¡Cuán hermoso pensamiento!
Rm,13:8 No debais a nadie nada, sino el amaros unos a otros, porque el que ama al projimo ha CUMPLIDO LA LEY.(¿esta abolida?)
9) Porque No adulteraras,no mataras,no hurtaras,no diras falso testimonio,no codiciaras, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume; Amaras a tu projimo como a ti mismo,.10) El amor no hace mal al projimo, asi que el cumplimiento de la ley( ¿abolida?) es el amor.Rm,11:13,Porque a vosotros hablo, gentiles, Porcuanto yo soy apostol a los gentiles, honro mi ministerio,14) por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos,15)
Porque si su exclusion es la reconciliacion del mundo ¿que sera su admision, sino vida de entre los muertos? 16) si las primicias son santas tambien lo es la masa restante; y si la raiz es santa, tambien lo son las ramas.17) Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tu siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raiz y de la rica savia del olivo,
18) no te jactes contra las ramas, y si te jactas, sabe que no sustentas tu a la raiz, sino la raiz ati.19) Pues las ramas diras, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.20),Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tu por la fe estas en pie.No te ensoberbezcas,sino TEME.
21) Porque si Dios no perdono a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonara.
Yo me refiero a la LEY MOSAICA dada por Dios a Moises AL PUEBLO JUDIO, tu te refieres a la Ley de Cristo son dos leyes diferentes una pertenece al antiguo pacto y la otra ley mejorada, es la ley de Cristo que obtuvimos los gentiles en el Nuevo Pacto. Un cristiano real no roba, no asesina, y no adultera, no fornica porque nueva criatura somos en Cristo. Asi es que la ley esta muerta a nosotros los crsitianos que no practicamos estas cosas.