En la enseñanza de
las verdades fundamentales relativas al Espíritu Santo debería hacerse un énfasis
especial sobre el hecho de su personalidad. Esto es porque el Espíritu no habla
ahora de sí mismo; más bien, El habla lo que El oye (Jn. 16:13; Hch. 13:2), y
El dice que ha venido al mundo para glorificar a Cristo (Jn. 16:14). En
contraste a esto, la Escritura representa a ambos, el Padre y el Hijo, como
hablando de sí mismos; y esto, no sólo con autoridad final y por medio del uso
del pronombre personal Yo, sino
que también presentándoles como en una inmediata comunión, cooperación,
conversión, el uno con el otro. Todo esto tiende a hacer menos real la
personalidad del Espíritu Santo, quien no habla desde sí o de sí. Como
consecuencia, en la historia de la iglesia, la personalidad del Espíritu fue
descuidada por algunos siglos; sólo cuando la doctrina del
Padre y del Hijo fue
definida, como sucedió en el Credo de Nicea (325 d.C.), el Espíritu fue reconocido
como una personalidad en los credos de la iglesia.
La forma como fue
definida más tarde la doctrina ortodoxa, la verdad escritural de que Dios el Padre
subsiste o existe en tres Personas -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo-, fue
generalmente reconocida. La Escritura es completamente clara cuando dice que el
Espíritu Santo es una Persona tanto como Dios el Padre y Dios el Hijo, y aun
así, como se ve en el estudio de la doctrina de la Trinidad, las tres Personas
forman un Dios y no tres.
La personalidad del espíritu santo en las escrituras
1.
El Espíritu hace aquello que sólo una persona puede hacer.
a)
El convence al mundo: «Y cuando El venga, convencerá al
mundo de pecado, de justicia y de juicio» (Jn. 16:8).
b.
El enseña: «El os enseñará todas las cosas» (Jn. 14:26; ver
también Neh. 9:20; Jn. 16:13-15;
1 Jn. 2:27).
c)
El Espíritu habla: «Y por cuanto sois hijos, Dios envió a
vuestros corazones al Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!» (Gá.
4:6).
d)
El Espíritu intercede: «Pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles» (Ro. 8:26).
e)
El Espíritu guía: «Guiados por el Espíritu» (Gá. 5:18; cf.
Hch. 8:29; 10:19; 13:2; 16:6-7; 20:23; Ro. 8:14).
f) El Espíritu señala
a los hombres para el servicio específico: «dijo el Espíritu Santo: Apartadme a
Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado» (Hch. 13:2; cf. Hch.
20:28).
g) El Espíritu está
El mismo sujeto a un plan (Jn. 15:26).
h)
El Espíritu ministra: El regenera (Jn. 3:6), El sella (Ef.
4:30), El bautiza (1 Co. 12:13), El llena (Ef. 5:18).
2.
Él, como una persona, es afectado por otros seres.
a)
El Padre le envía al mundo (Jn. 14:16, 26), y el Hijo le
envía al mundo (Jn. 16:7).
b)
Los hombres pueden hacer enojar al Espíritu (Is. 63:10),
pueden contristarle (Ef. 4:30), pueden resistirle (1 Ts.5:19), pueden
blasfemarle. (Mt. 12:31), pueden mentirle (Hch.5:3), pueden hacerle afrenta
(He. 10:29), pueden hablar en contra de El (Mt. 12:32).
3.
Todos los términos bíblicos relativos al Espíritu implican su personalidad.
a)
El es llamado «otro Consolador» (Abogado), lo cual indica
que El es una persona tanto como lo es Cristo (Jn. 14:16-17; 26; 16:7; 1 Jn.
2:1-2).
b)
A El se le llama Espíritu en el mismo sentido personal que
Dios es llamado Espíritu (Jn. 4:24).
c)
Los pronombres usados para el Espíritu implican su
personalidad. En el idioma griego la palabra «espíritu» es un nombre neutro, el
cual, naturalmente, requiere un pronombre neutro, y en unas pocas oportunidades
es usado (Ro. 8:16, 26); pero a menudo se usa la forma masculina del pronombre,
enfatizando el hecho de la personalidad del Espíritu (Jn. 14:16-17; 16:7-15).
Como
una persona de la trinidad, el Espíritu Santo es co-igual con el Padre y el
Hijo.
1. Él es llamado Dios.
Este hecho se verá
comparando Isaías 6:8-9 con Hechos 28:25-26; Jeremías 31:31-34 con Hebreos
10:15-17. (Notar también 2 Co. 3:18 y Hch. 5:3, 4. « ¿Por qué llenó Satanás tu
corazón para que mintieses al Espíritu Santo?... No has mentido a los hombres
sino a Dios».) A pesar de que los juicios de Dios han caído tan drásticamente
sobre algunos que han mentido contra el Espíritu (Hch. 5:3), y aunque a los
hombres evidentemente no se les permite jurar en el nombre del Espíritu Santo,
y aunque El es llamado el Espíritu Santo, es cierto que El no es más santo que el
Padre o el Hijo; la absoluta santidad es el primer atributo del Trino Dios.
4.
Como se indica arriba, el uso de los pronombres personales afirma su
personalidad.
5.
Se presenta al Espíritu Santo en la Escritura como un objeto personal de fe
(Sal. 51:11; Mt.
28:19; Hch. 10:19-21). Como un objeto de fe, Él es también Alguien a quien se
le debe de obedecer. El creyente en Cristo, caminando en compañerismo con el
Espíritu, experimenta su poder, su guía, su instrucción y su suficiencia, y
confirma experimentalmente las grandes doctrinas concernientes a la personalidad
del Espíritu, la cual es revelada en la Escritura.
MATEO 12:32 A cualquiera que dijere alguna palabra
contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable
contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este
siglo ni en el venidero.