IEVE Dios tomó la decisión de desechar a Saúl, por no actuar como le dijo que hiciera contra toda persona, todo animal y demás cosas que tuviera la ciudad de Amalec. (I. de Samuel 15:3).
Saúl al contrario de lo anteriormente ordenado, perdonó conjuntamente con el pueblo, la vida al Rey Agag, y se reservó de los animales, lo mejor de las ovejas y del ganado, y lo más engordado de los carneros y de todo lo bueno para ofrecer sacrificios a Yahváhe. (I. De Samuel 15: 8, 9,15 y 21).
Ante tal incumplimiento, he aquí lo que Samuel dijo a Saúl: ¿Se complace IEVE tanto en los holocaustos y victimas, como en que se obedezca a las palabras de IEVE? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de IEVE, él también te ha desechado para que no seas Rey. (I. De Samuel 15: 22, 23).
Aunque Saúl reconociendo que había quebrantado el mandamiento de IEVE y la palabra de Samuel, y por tanto procurando que éste consintiera en perdonarlo y lo acompañara al lugar donde él iría adorar al Señor, no lo pudo complacer en esto, ya que el mismo Dios escogió a David, para que fuera el nuevo Rey. (I de Samuel 15:24,28).
De ese tal David, se sabía que su padre se llamaba Isaí de la Ciudad de Belén, donde debía ir Samuel a buscarlo para ungirlo. (I. De Samuel 16:2).