Se sugiere a menudo que antes de que podamos alcanzar al mundo con el
Evangelio, debemos emplear los métodos del mundo para proclamar la
verdad de Cristo. Pero este razonamiento no puede ser defendido debido a
por lo menos dos razones importantes: (1) Los métodos mundanos hacen
que el mensaje sea trivial; (2) los métodos mundanos son contrarios a la
enseñanza bíblica.
Haciendo que el Mensaje sea Trivial
Aunque proclamemos el Evangelio eterno, hacemos que la importancia
del mensaje se vuelva trivial y barata cuando adoptamos los métodos de
entretenimiento del mundo para comunicar la verdad. El entretenimiento
es entretenimiento y el público generalmente no lo toma en serio como un
vehículo para proclamar mensajes importantes. Si adoptamos elementos
del entretenimiento tales como la música rock, el drama, los payasos,
las marionetas, y los magos, nuestro mensaje fracasará en crear alguna
verdadera demanda moral sobre los que lo escuchan.
Si es cierto que la música rock (disfrazada de música de alabanza
y de danza de alabanza) es el medio más efectivo para alcanzar a la
gente joven hoy día, ¿por qué es que los profesores de matemáticas y de
química no acompañan sus clases con una música de rítmo fuerte y de
mover las caderas? ¿Por qué los políticos no emplean payasos e
ilusionistas para presentar sus mensajes políticos?
El sentido común nos dice que ese medio de entretenimiento no
constituye los métodos más verosímiles para comunicar mensajes serios.
Un doctor, entrevistándose con una paciente asustada, no se viste como
payaso a fin de decirle a su paciente que ella tiene cáncer. Si un
médico que desea ser tomado en serio no recurre a esa clase de
frivolidad, ¿no es insensato anunciar el mensaje de advertencia y de
juicio divino a un mundo que muere recurriendo al entretenimiento?
Jesús no usó los trucos del entretenimiento para proclamar su
Sermón del Monte. En el día Pentecostés, Pedro no colocó un juego de
tamboras o le pidió a maría que dirigiera en una danza de alabanza para
anunciar la resurrección de Jesús y su entronización en el cielo.
Nos estamos engañando a nosotros mismos si creemos que los
tambores, las luces de discoteca, los disfraces, las ilusiones, los
ruidos estridentes son capaces de representar la infinita santidad y
misericordia de Dios a una generación perdida. Aquellos de nosotros que
recurrimos a esos trucos mundanos solamente podemos hacerlo porque
servimos a un dios diferente de Aquel a quien los apóstoles adoraban.
El apóstol Pablo deja en claro que el método preeminente para proclamar la verdad espiritual es la palabra hablada. "Agradó
a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación...Porque
lo loco de Dios es más sabio que los hombres; y lo flaco de Dios es más
fuerte que los hombres" (1 Cor. 1:21, 25).
Contrario a las Escrituras
Es un error pensar que el mundo aceptará nuestro mensaje cuando
usamos métodos mundanos. El Nuevo Testamento nos dice que cuando Cristo
vino al mundo, "el mundo no le conoció" (Juan 1:10), porque él no era "de este mundo" (Juan 8:23).
Jesús mismo mencionó que los cristianos "no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo"
(Juan 17:16; véanse también los versículos 9, 14). El declaró de manera
enfática que las obras de este mundo son malas (Juan 7:7). Dijo que los
verdaderos creyentes no son del mundo y oró que fueran preservados de
sus malos caminos (Juan 17:14-15). Porque el Espíritu de Dios está
contra del espíritu del mundo (1 Cor. 2:12), el Evangelio no debería ser
presentado de tal manera que éste sea acoplado con las normas del
mundo.
Los apóstoles también enseñaron que "la amistad del mundo es enemistad con Dios" (Santiago 4:4) y que el mundo contamina al creyente (Santiago 1:27). Por lo tanto, se insta a los cristianos: "No
améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo, ni las cosas que
están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en
él. Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y
la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del
Padre, mas es del mundo" (1 Juan 2:15-16).
Nos apartamos de la enseñanza bíblica cuando creemos que el así
llamado rock evangélico, los payasos evangélicos, los magos evangélicos,
y otras formas de entretenimiento pueden ser usados legítimamente para
comunicar verdad espiritual. Las Escrituras enseñan que el mundo está en
sí mismo, "sin esperanza y sin Dios"
(Efesios 2:12). Por lo tanto, en lugar de tomar prestados los métodos
mundanos para alcanzar al mundo, los cristianos son enviados como el
apóstol Pablo, para que abran "sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios" (Hechos 26:18).
¿Evangelismo de Cebo y Anzuelo
Se sugiere a menudo que a causa de que la mayoría de las personas
-especialmente la gente joven- no quieren escuchar el Evangelio, tenemos
que ponerles un "cebo" con el Evangelio del entretenimiento y de los
trucos. Una vez que los atraemos mediante esos métodos contemporáneos,
entonces los podemos "agarrar" a través del verdadero mensaje. El texto
de prueba para justificar el uso de los métodos mundanos para alcanzar a
la gente es la declaración de Pablo:
"Heme hecho a los Judíos como Judío, por
ganar a los Judíos,...A los que son sin ley,...por ganar a los que
estaban sin ley. Me he hecho a los flacos flaco, por ganar a los flacos:
a todos me he hecho todo, para que de todo punto salve a algunos"
(1 Cor. 9:20-22). Así que, algunos argumentan, debemos emplear lo que
sea que a la gente le agrade oír a fin de lograr que escuchen el
Evangelio.
Pero el contexto del pasaje revela que Pablo estaba hablando de
la predicación (véase el versículo 16), no del uso de métodos mundanos
para el Evangelismo. El apóstol declaró que en su predicación y al
testificar, siempre adaptaba su mensaje para que éste se adaptara al
nivel de comprensión de sus oyentes. En otras palabras, siempre hablaba
apropiadamente. Por lo tanto, 1 Cor. 9 no enseña que Pablo usó o animó a
que se usara el método del cebo y el anzuelo para el Evangelismo. Por
el contrario, persuadió a la gente a partir de la Palabra de Dios usando
la predicación como su método.
Además, a la iglesia de Dios le ha sido divinamente confiado el
Evangelio eterno. Esta mayordomía es un gran privilegio. Pero también es
una solemne responsabilidad. Porque "se requiere en los dispensadores
que cada uno sea hallado fiel" (1 Cor. 4:2). La fidelidad a la cual la
iglesia ha sido llamada nos compele a preservar la integridad del
mensaje al preservar el método que empleamos para comunicarlo.
Por lo tanto, el apóstol Pablo nos insta a no "pescar" a la gente
con el "cebo" del entretenimiento a fin de "agarrarlos" con el
Evangelio. El escribe: "Porque nuestra exhortación
no fue de error, ni de inmundicia, ni por engaño, sino según fuimos
aprobados de Dios para que se nos encargase el Evangelio, así hablamos;
no como los que agradan a los hombres, sino a Dios, el cual prueba
nuestros corazones. Porque nunca fuimos lisonjeros en la palabra, como
sabéis, ni tocados de avaricia; Dios es testigo" (1 Tes. 2:3-5).
Nótense los siguientes dos hechos en este pasaje. Primero, la
palabra griega traducida como "engaño" (plane) significa error. El
asunto más importante en cualquier tópico siempre debería ser la verdad.
"El Evangelio o es verdad o no lo es". Pablo se jugó el todo por el
todo en la verdad del Evangelio. Hay una tendencia en nuestros días de
juzgar los valores por la norma equivocada.
En segundo lugar, la palabra griega dolos, traducida "engaño" en 1
Tes. 2:3, significa "truco", "carnada", "sagacidad", "sutileza", o
"seducir". No hay lugar para los trucos o para la manipulación en el
evangelismo. La versión de la Biblia NIV traduce este pasaje como: "Porque la apelación que hacemos no surge del error o de motivos impuros, tampoco estamos tratando de engañaros" [traducción].
No debemos emplear el "engaño" en la proclamación del Evangelio.
Nuestro mensaje debe determinar el método. Pablo nos dice en 1 Cor. 1
que cuando los judíos querían ver milagros y los griegos deseaban
escuchar sabiduría mundana, él se negó a plegarse a sus gustos porque
Dios le había ordenado que predicara el Evangelio. La predicación
efectiva siempre es el método bíblico preferido para proclamar el
Evangelio.
Animando a los Jóvenes a Envolverse
A veces oímos que el uso de métodos contemporáneos de entretenimiento
es la única manera de envolver a los jóvenes de la iglesia en la vida
eclesiástica. Los que apoyan esto argumentan que a causa de que la gente
joven tiene muchos talentos maravillosos y habilidades, la iglesia debe
darles "un pedazo del pastel". Afirman además que el fracasar en
permitirles que empleen sus dones especiales en los servicios de
adoración y en las actividades misioneras de la iglesia hace que los
jóvenes pierdan interés en ésta.
Este argumento no es totalmente correcto ni tampoco bíblico. A
través de la historia, los jóvenes han estado activos en la vida y en el
ministerio de la iglesia. Pero lo que diferenciaba a esos jóvenes
pioneros de muchos de los jóvenes de hoy día era que estaban
convertidos y eran asiduos estudiantes de la Biblia. Como tales, no
podían usar métodos de entretenimiento mundanos en el servicio del
Señor.
Muchos de los jóvenes de hoy día tienen talentos y habilidades
especiales. Pero el tener talento para realizar ciertas funciones no
significa necesariamente que esas habilidades debieran ser empleadas en
la adoración espiritual o en la obra misionera. El hecho de que una
persona pueda tocar tambores, o danzar, o hasta realizar ilusiones
mágicas y actos de acrobacia no significa que necesitemos el rock
evangélico, la danza evangélica, los magos evangélicos o los acróbatas
evangélicos en la iglesia. Si ese fuera el caso, tendríamos que insistir
en que jugadores evangélicos de futbol y lanzadores de pelota
evangélicos usaran su talento especial durante los servicios de
adoración. En vez de eso, debiéramos animar a los jóvenes que están
verdaderamente convertidos a que usen sus dones en maneras apropiadas
para el servicio de adoración de un Dios santo, mientras que no los
colocamos en posiciones que los expongan demasiado temprano a los
peligros del orgullo espiritual y de la arrogancia.