La Biblia se compone de sesenta y seis libros, escritos en el
transcurso de quince siglos. La primera parte. Antiguo Testamento,
contiene treinta y nueve libros escritos en hebreo con excepción de
algunos cortos pasajes que fueron escritos en arameo. La segunda, es
decir el Nuevo Testamento, fue escrito en Koine o griego común y se
compone de veintisiete libros.
En ciertas versiones de la Biblia encontramos siete libros adicionales. Estos son: Tobías, Judit, Macabeos y 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, más algunos fragmentos de los libros de Daniel y Esther. Los protestantes rechazan estos libros por considerarlos apócrifos. Palabra que significa "oculto", "secreto", mientras que los católicos los denominan como "deuterocanónicos".
Los depositarios de la sagrada revelación del Antiguo Testamento fueron los Judíos según dice San Pablo en Romanos 3:1 y 2: "¿En
qué, pues, a ventaja el judío...? Mucho en todos los aspectos. Porque
primeramente les ha sido confiada la palabra de Dios" (Versión Católica de Nácar-Colunga).
Por lo tanto ¿quiénes son los únicos que tienen autoridad para
decirnos cuales son y cuáles no son los libros canónicos del Antiguo
Testamento? Los judíos por supuesto.
Hacemos notar -dice Victor Ampuero Mafla- que los Judíos de
Palestina nunca reconocieron los libros apócrifos como inspirados. Esa
posición correcta se ha mantenido con toda firmeza hasta ahora. Por
ejemplo, la Nueva versión castellana del Antiguo Testamento (con el
nombre de Biblia), de origen judío, efectuada por León Dujovne, Manasés
Konstanlynowski y Moisés Konstantynoski editada en 1961, por Editorial
Sigal, Corrientes 2854, Buenos Aires, sólo contiene los 39 libros que
están en el Antiguo Testamento de las traducciones que hacen circular
las Sociedades Bíblicas protestantes". "Los Libros Apócrifos", El Ministerio Adventista (Enero-Febrero, 1970) pág. 22.
Ahora cabe preguntar ¿cómo fue que los libros en cuestión llegaron a
formar parte de un ejemplar de la Biblia? Concedamos la palabra al
escritor Fernández: "No fue por iniciativa de, un cristiano o
israelita, sino de un pagano, Tolomeu Filadelfo, rey de Egipto. En
efecto, Tolomeu, gran amante de los libros, mandó a un grupo de hombres
entendidos en la materia que le tradujesen al griego el Antiguo
Testamento hebreo". Y escuche usted lo que dice el escritor católico Charles: "Los encargados de hacer la traducción vertieron al griego los 39 libros que 5 componen la Biblia hebrea de Jerusalén, y LUEGO LES AGREGARON OTROS SIETE LIBROS QUE SOLO TENÍAN ORIGINAL GRIEGO".
En estas palabras está dicho todo: "LES AGREGARON OTROS SIETE LIBROS".
Y como a Tolomeu no le interesaba la cuestión de la inspiración divina,
no protestó del asunto. Con el correr del tiempo, aquella Biblia fue
traducida al griego, empezó a circular en los siete libros agregados
entre los que hablaban la lengua griega. Para considerar tal anormalidad
se reunió, en Jamnia, el año 90 de la era actual, un concilio israelita
el cual ratificó, de modo definitivo lo que desde los días de Esdras
venía creyendo el pueblo hebreo: que el Antiguo Testamento se compone de
39 libros. Y por lo tanto, que a la Biblia que circulaba en griego le
habían agregado siete libros que no formaban parte de la Palabra de
Dios." (Fernández S., ¿Es la Biblia un Libro Católico? pág. 10 y 11)
Al leer los libros apócrifos, o deuterocanónicos, se puede concluir
que no son inspirados. Por ejemplo, en 2 Macabeos 14: 42, se alaba el
suicidio. En Tobías 6:16, las brujerías. Y en el libro de Judit 1:1 se
nos dice que reinó Nabucodonosor en Nínive. Pero ¿cómo es posible esto
si la capital del reino era Babilonia? ¿Cómo es lógico creer que
Nabucodonosor reinara en Nínive, si había sido destruida antes que
Nabucodonosor principiara su reino?
La parte final del libro de los Macabeos termina diciendo: "Daré
fin a mi narración. Si está bien y como conviene a la narración
histórica, eso quisiera yo: pero si es imperfecta y mediocre.
Perdóneseme". (2Macabeos 15:39).
Dice al respecto Fernández S.: "Y ante ésta confesión nos
preguntamos nosotros: ¿Es tal lenguaje o declaración propio de un
profeta o de un hombre que habla inspirado por Dios? De ninguna manera!
El hombre que escribe bajo la inspiración divina no puede ni siquiera
suponer que su Escritura sea imperfecta y mediocre".
"¿Quién va a confiar en las enseñanzas de un hombre que acaba
confesando que si su narración es imperfecta o mediocre le perdonemos su
error o mediocridad? Ese no es el lenguaje de los hombres que hablan en
nombre de Dios." (Fernández S., op. cit. pág. 10.Pero tal vez insistan los defensores de los libros apócrifos que la Biblia en su forma alejandrina o versión de los setenta contenía estos libros.
"Este argumento -dice Ampuero Matta- va demasiado lejos
puesto que en esta versión también se encuentran el Tercer libro de
Esdras y la Oración de Manasés, que no son reconocidos como inspirados
ni por los católicos ni por los protestantes.
"Estos hechos quitan su fuerza al argumento: en realidad, lo anulan.
"Recordemos que el Maestro condenó varias prácticas de los Judíos de
sus días y lanzó tremendos "ayes" contra los escribas y fariseos. Sin
embargo, no tuvo nada que reprocharles en cuanto a haber introducido en
las Escrituras algo espurio, y tampoco dijo nada en cuanto a que habían
dejado de colocar entre los libros sagrados los siete apócrifos que hemos mencionado."
"En el Nuevo Testamento nunca son citados los apócrifos. No hay una sola cita directa de ellos por nombre. y en cambio hay 280 citas de los otros libros..."
"En cambio, a veces hay textos del Nuevo Testamento donde
aparece una idea o figura de lenguaje parecida, o paralela, con algún
pasaje de un libro "apócrifo", pero nunca es exactamente igual y tampoco
hay ninguna referencia." (Ampuero Matta, áp. cit, pág. 20)
En Tobías 1:15 leemos: "Muerto Salmanasar, le sucedió en el trono su hijo Senaquerib"
(Biblia de Jerusalén). La Verdad es que Senaquerib fue hijo de Sargón y
no de Salmanasar. Así lo afirma el diccionario católico que aparece
agregado a la versión de Straubinger; "Senaquerib -Hijo y sucesor de
Sargón..." (pág. 276, columna 3).
En el mismo diccionario católico, en la pág. 253, dice que Rafael es
"uno de los siete ángeles que están constantemente ante el trono de
Dios" Tobías 12:15). Pero si leemos en Tobías 5:16-18, podemos notar que
Rafael es un ángel mentiroso.
Y en Tobías 12:9 leemos: "Pues la limosna libra de la muerte y limpia de todo pecado." Esto no armoniza con la enseñanza que encontramos en 1 de Juan 1:7 donde se afirma que "LA SANGRE DE JESUCRISTO NOS LIMPIA DE TODO PECADO". También Hebreos 9:22: "Sin derramamiento de sangre no se hace remisión."
La salvación se obtiene no por obras, sino por la gracia. "Porque por gracia -dice San Pablo- sois salvos por la fe: y esto no de vosotros pues es don de Dios" (Efesios 2:8).
Dice el prof. Juan Carlos Priora en la revista Vida Feliz, pág. 19: "Según
1 Macabeos 1:6-8, Alejandro repartió su reino entre sus generales. Esto
es imposible puesto que la enfermedad (malaria) fue tan rápida, que en
pocos días llegó a la tumba sin dejar sucesor designado. Así lo confirma el gran historiador alemán Ulrich Wilcken: "Fue
una circunstancia fatal para la existencia del imperio de Alejandro que
en el momento de producir se su muerte inesperada no hubiese sido
designado ningún legítimo sucesor al trono en condiciones de continuar
la política y el pensamiento de Alejandro" (Historia de Grecia, Ediciones Pegaso, segunda edición castellana, Madrid, 1951, pág. 353). Citado por Priora, Juan Carlos, "La forma en que se preservó la pureza de la Biblia", Vida Feliz (marzo. 1970).
Cierto defensor de los libros apócrifos dice: "Por cierto, el
punto de vista protestante en esta cuestión es el de una pequeña minoría
entre los cristianos del mundo entero. Pues de los 1080 millones de
cristianos que hoy día hay en el mundo, 850 millones (es decir: casi 80
por ciento) aceptan los siete libros como inspirados. Sólo los 200
millones de protestantes los rechazan..." (Por Felix Struik).
"Mirando retrospectivamente la historia -dice Lewis Lloyd- recordemos
que nada hay de sagrado, nada de seguro, en la opinión de la mayoría.
El haber seguido la opinión pública en los días de Cristo, habría
implicado rechazar al Salvador del mundo. ¿Creyó en él alguno de los
dirigentes de su tiempo? Y eso fue lo que determinó la actitud de
muchísimas personas.
"Parece que la mayoría está muy raras veces en lo correcto. La
mayoría, con excepción de ocho almas, rechazó la verdad en los días de
Noé y pereció en la catástrofe que la opinión pública -incluyendo la
gente más educada- aseguraba que nunca podría ocurrir. En el tiempo de
Elías la verdad era tan impopular que el profeta se quejó ante Dios de
que estaba solo. Hasta los siete mil que el Señor le aseguró se habían
mantenido fieles, constituían una muy escasa minoría.
La espada, el patíbulo y la estaca han estado a través de
todas las edades en manos de las multitudes. Las mayorías han sido casi
siempre las perseguidoras y los mártires, los menos. Con harta
frecuencia la voluntad de los que representan el mayor número se ha
impuesto en las conciencias de los hombres. Y a eso se ha llamado el
gobierno de la mayoría."Marjorie Lewis Lloyd, "Las Multitudes y la Conciencia Individual". El Centinela, mayo, 1964) pág. 1.
"No añadas cosa alguna a las palabras de El, porque no seas reprendido y hallado mentiroso" (Proverbios 30:6).