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Ciencia: La Ciencia y la Espiritualidad
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De: Marti2 (Mensaje original) |
Enviado: 02/09/2009 09:02 |
La Ciencia y la Espiritualidad Después de una feroz oposición, la ciencia y la espiritualidad han terminado en el siglo XX en una coexistencia pacífica: el enfoque científico ya no prohíbe la hipótesis de una trascendencia. Mejor aún, se diría que en lo sucesivo todas las ciencias plantean la cuestión central de un sentido que escapa a la razón pura.
¿Tiene la ciencia algo que decir sobre el sentido ? Resulta audaz plantear una pregunta tal porque, para las dos escuelas que han dominado el pensamiento científico del siglo XX - el materialismo y una espiritualidad que llamaría "separacionista" - la respuesta es no. En efecto, después del impulso científico del siglo XIX, se ha establecido un modus vivendi. Los materialistas y los espiritualistas admiten ambos que la ciencia no es todopoderosa, que ella no posee la Verdad con mayúscula y, por lo tanto, no puede prohibir la fe. Sus posiciones científicas no difieren: la ciencia no tiene nada que decir sobre el sentido, se trata de dos dominios separados y la cuestión del sentido depende de las convicciones de cada uno.
Es cierto que esta posibilidad, debida al derrumbamiento de la supremacía de la ciencia, es ya en sí una gran novedad porque, tanto para los científicos de antes de la Primera Guerra Mundial como para el gran público del curso del siglo XX, la ciencia parecía oponerse a las diferentes tradiciones de la humanidad que postulaban a la existencia de un sentido. He aquí una gran noticia: después de los años veinte - aunque se necesitó tiempo para que todos fueran avisados - la ciencia admitió la posibilidad de una trascendencia. Así el premio Nobel de física, Eddington, ha podido decir, haciendo referencia al año de elaboración de la síntesis de la mecánica cuántica: "Después de 1927, ha llegado a ser posible para un hombre inteligente creer en Dios". Atención, se trata de una posibilidad, no más que eso. Y parece apenas posible ir más lejos. En efecto, una vez descendida del pedestal donde había sido colocada, la ciencia no puede pretender llegar a conclusiones de orden ontológico; en especial porque no se puede jamás decir que una teoría científica es verdadera, sino solamente que ella no ha sido todavía desmentida por la experiencia.
Un paso más:
Lo que estamos ensayando aquí es ver cómo podría ser posible dar un paso más (sólo un pequeño paso suplementario) a partir de esta posición tan razonable que parece imposible de superar.
El primer punto esencial es de orden metodológico. Cuando se habla de consecuencias de las nuevas teorías científicas no se separa lo suficiente, a menudo, los hechos que hablan a favor de otro nivel de realidad de aquellos que conciernen a la existencia de un sentido en ese otro nivel. Para los materialistas, lo real existente se confunde con lo real observable o que será observado en el futuro. La existencia de un otro nivel de realidad, que no sería ni observable ni detectable, evidentemente no le concierne a la ciencia. La eventual demostración científica de ese otro nivel constituiría entonces una pequeña parte del paso que buscamos efectuar. Pero esto no es suficiente, pues nada garantiza la existencia de un sentido en aquel otro nivel (podría allí reinar el caos). Además, hay "materialistas inteligentes" que admiten la existencia de un otro nivel. Ser materialista es ser extraño al universo, es tener proyectos y sentimientos en un universo que no tiene ni lo uno ni lo otro. Ser creyente es, al contrario, sentirse en su casa en el Universo, es pensar que este tiene, como nosotros, proyectos y sentimientos. Aquí está la verdadera pregunta: ¿ somos o no extraños al Universo ?
Los documentos del expediente:
La Física Cuántica.- Es verdad que una onda no es más espiritual que una partícula, pero esta "decosificación" de la materia que efectúa la física cuántica - el hecho que los constituyentes fundamentales de los objetos no sean objetos - es una situación menos confortable para un materialista que la precedente. Se accede así a un nivel de complejidad de lo real donde ciertas certidumbres se disuelven. Se podría a continuación hablar resueltamente de otros niveles de realidad con el aporte de la no-separabilidad, esta influencia misteriosa que liga dos partículas escapando al espacio y al tiempo. Existe así una "causalidad global' en el universo la que - cualesquiera que sean las implicaciones consideradas - necesita la existencia de ese otro nivel.
La Astrofísica.- El big-bang no es la prueba de un comienzo del universo, porque no es posible remontarse más allá del tiempo de Planck (10 -43 segundos "después" de un comienzo supuesto); pero él hace que esta hipótesis sea al menos tan probable como su contraria, según lo dijo Xuan Thuan: "La noción de creación introducida en el pensamiento cosmológico por santo Tomás de Aquino en el siglo XIII - después desechada con desdén por Laplace y sus sucesores - encontraría así un soporte científico en el momento en que menos se lo esperaba". Por el contrario, la existencia de una reglamentación particularmente precisa del universo sin la cual la vida no hubiera podido aparecer, plantea directamente la cuestión del sentido. Es sobre él que el físico de Princeton, Freeman Dyson, se apoya para responder a la pregunta fundamental, la de nuestra relación con el Universo: "Yo no me siento extranjero en el Universo; mientras más examino y estudio en detalle su arquitectura, más descubro pruebas de que él esperaba sin duda nuestra venida", contradiciendo así directamente a Monod, quien afirmaba: "El hombre sabe por fin que está solo en la inmensidad indiferente del Universo de donde él ha emergido por azar".
La Biología.- En la visión darwiniana y neo-darwiniana “la vida es un largo río tranquilo', un continuum donde no existe verdaderamente la noción de especie, siendo continua e insensible la transformación de una especie en otra. Bajo la evidencia de hechos ligados a la anatomía comparada como a la paleontología, las teorías actuales de la evolución han debido revisar este juicio. Así Stephen ]ay Gould nos dice que la evolución se parece más bien a la vida de un policía: largos períodos de inactividad entrecortados por algunos minutos de terror. También un paleontólogo como Roberto Fondi, un biólogo molecular como Michael Denton defienden una concepción como esa, en la que son los tipos (hombre, perro, mariposa, callampa ... ) que existen y no habría intermediarios entre ellos. Pero ¿cómo podría ser el paso de un tipo a otro un fruto del azar? Este concepto ha sido fuertemente reforzado por los trabajos de Anne Dambricourt mostrando la existencia de embriogénesis fundamentales", verdaderos "planos de organización" sobre los cuales reposan los tipos.
Esto plantea inmediatamente el problema de la existencia de arquetipos, correspondiendo a las ideas" según Platón, especie de "atractores" dirigiendo las macromutaciones necesarias para pasar de un tipo a otro, y nos envía de vuelta a esta noción de otros niveles de realidad.
La biología da cabida también a la cuestión del sentido. El célebre argumento de William Paley, según el cual al encontrarse un reloj en el desierto, se tendría que postular la existencia de un relojero y no su fabricación a partir de la erosión producida por el agua y por el viento; por lo que - enfrentados a un sistema viviente - es preciso postular un creador, ha sido refutado por David Hume. Según él, la analogía entre sistemas vivientes y máquinas es muy imperfecta. Para llegar a la conclusión de que un objeto es debido a un creador inteligente, es preciso que la analogía con una máquina sea muy fuerte.
Pero Michael Denton ha hecho notar que para una civilización primitiva un objeto como una calculadora no sería considerado un artefacto, pues se trata de una técnica demasiado avanzada para que pudiera ser concebible por una civilización de ese nivel. Por lo tanto - según él - el progreso de la bioquímica y de la biología molecular invalidan la crítica de Hume: 'En todas las direcciones hacia donde dirija su mirada, el bioquímico que camina a través del fantástico laberinto molecular percibe dispositivos y aplicaciones que le recuerdan la tecnología más avanzada de este siglo. Nosotros hemos observado un mundo tan artificial como el nuestro, tan familiar como si hubiéramos colocado un espejo delante de nuestras propias máquinas." El no titubea en concluir con una de las frases más audaces escritas por un biólogo contemporáneo: “La hipótesis de la creación inteligente de la vida es un concepto metafísico a priori que debe entonces ser rechazado como desprovisto de todo valor científico. Al contrario, el deducir una creación es una inducción a posteriori que procede ineludiblemente de la lógica de la analogía entre sistema viviente y tecnología avanzada. Aun si esta conclusión pueda tener implicaciones religiosas ella no depende de presuposiciones religiosas."
La Neurología.- Se localizan cada vez mejor las áreas visuales, auditivas, del lenguaje, pero - como lo han mostrado Libet y Lambert - hay algo que escapa a toda representación en términos de neuronas, y ese algo es lo esencial, es la unidad de la mente humana, nuestro "yo consciente".
Las Matemáticas.- Einstein decía: 'Lo más incomprensible es que el mundo sea comprensible", indicando con ello que el solo hecho de que las matemáticas sean posibles y funcionen indica la existencia de un cierto lazo entre la estructura del mundo y la mente humana.
Recientes debates han puesto en actualidad la cuestión del "platonismo" en matemáticas. Parece claro que los conceptos matemáticos existen fuera del espacio, del tiempo y del cerebro humano.
Resumen:
Vemos aparecer en todas las grandes disciplinas científicas "cosas ocultas detrás de las cosas". Detrás de la no-separabilidad de la física cuántica, detrás del big-bang, detrás de los arquetipos de la evolución, detrás del cerebro humano y de las matemáticas se perfila la "realidad velada", según d'Espagnat, o "el orden implícito" de Bohm. Así parece cumplida la primera parte de "un paso más". El principio de la entropía y el carácter de tecnología avanzada del fenómeno viviente no podrían por ellos solos probar la existencia de una finalidad. Ellos nos proporcionan, sin embargo, "síntomas de sentido", como diría Lambert.
Debemos enfrentar ahora una objeción fundamental: ¿ en nombre de qué objetaríamos que todo esto no pueda desaparecer con los progresos de la ciencia, y que ello no vaya a hacer volar en pedazos la noción de otros niveles de realidad ? En el nombre de una "tendencia", de un "postulado" y de un "teorema".
La tendencia es justamente la que se manifiesta en todos los dominios científicos al mismo tiempo (con algunas decenas de años de desfase). Una de las expresiones claves de la nueva visión es el "holismo", la idea de que el todo es más que la suma de sus partes. Si sólo se tratara de la mecánica cuántica y de la astrofísica las que fueran en ese sentido, la demostración no tendría gran valor. Pero anteriormente todas las ciencias iban en el sentido del reduccionismo y del materialismo ¿ Entonces ?
Es aquí que interviene el postulado. El consiste en afirmar que la ciencia no conocerá jamás un estado de indeterminismo comparable al existente antes de nuestra civilización - el cielo que puede caernos sobre la cabeza - ni el estado de indeterminismo absoluto que hemos conocido al comienzo del presente siglo.
Si se confeccionara un gráfico para mostrar la evolución de las concepciones científicas entre las nociones de determinismo e indeterminismo, se vería a la curva estabilizarse al medio del gráfico, lo que correspondería a una visión del mundo que yo llamaría " semi- determinada".
En función de un postulado como ese, aun si es concebido de una manera muy diferente, este "otro nivel de realidad" existiría siempre, una vez sobrepasada la etapa del desconocimiento científico y de la ilusión de la omnisciencia.
Algunos protestarán exclamando que no se podrían asignar límites a la ciencia. Es aquí que interviene el teorema. El teorema de Godel, uno de los postulados más importantes de este siglo, afirma justamente que “todo sistema finito de axiomas contiene al menos una proposición indescifrable". Se puede decir que se trata aquí de la demostración que no se podría jamás demostrar.
Auto organización e incompletitud:
Henos aquí con nuestros síntomas de sentido. Pero es necesario hacer notar que el sentido buscado puede ser de dos naturalezas diferentes. Ya sea que se trate de un sentido que no existe previo al mundo sino que se construye con él (el sentido de la relación del hombre con el mundo); entonces se trata de la idea de la auto organización, o de un sentido situado "en los márgenes del mundo", según la expresión de Wittgenstein, es decir, proveniente del "Todo Otro" de la teología judeo- cristiana. He llamado a esto la "escuela de la incompletitud", porque ella postula la irremediable "incompletitud" del mundo aprehensible. No quiero caer en el reduccionismo colocando etiquetas sobre las personas, pero la gran mayoría de los científicos que participan en lo que se llama el "nuevo paradigma" puede repartirse en forma más o menos equitativa en una o la otra de estas escuelas.
Así, parece que la "cohabitación-confrontación" que ha existido en el siglo XX entre materialistas y separatistas creyentes (llamo así a los religiosos que piensan que la ciencia no tiene nada que decir sobre el sentido) será reemplazado en el siglo XXI por otra, entre partidarios de la auto organización y partidarios de la incompletitud.
El reencantamiento necesario:
Cualquiera que sea la importancia de las diferencias existentes entre estas dos tendencias, es necesario hacer notar aquí que ellas son por ahora 'compañeras de ruta" sobre la vía de un reencantamiento del hombre y del mundo. En efecto, nuestra sociedad es la primera donde ha sido posible concebir de una manera mayoritaria al mundo como un absurdo. Una gran parte del desconcierto contemporáneo, el aumento de los suicidios, el abuso de los medicamentos, pueden ser atribuidos a este sentimiento de que nuestra existencia estaría desprovista de sentido.
Basarab Nicolescu y Jean-François Lambert son - según mi conocimiento - dos de los autores que han percibido mejor los estragos a largo plazo que han sido generados por el abandono de toda búsqueda del sentido."Estamos en peligro de muerte, bajo la influencia de maestros de pensamiento que predican un solo nivel de Realidad horizontal, donde todo gira en círculo y engendra fatalmente el caos, la anarquía, la autodestrucción", dice Nicolescu.
Lambert le hace eco: "Si el hombre no es más que un conjunto de moléculas, y si el universo está desprovisto de significado, entonces no se es ni bueno ni malo, inteligente o torpe, sino bien o mal programado. Se deduce que no tenemos ninguna responsabilidad vis-a-vis de nosotros mismos o de los demás. La ética es inútil. Si no hay un sujeto no hay humanismo, y si no hay sentido no hay un sujeto... El humanismo científico no puede proponer más que una ética "reducida a los bienes gananciales", entregada a los caprichos de los más astutos o de los más cínicos”.
Ahora bien, en nuestra sociedad es la ciencia y no ya la religión o la filosofía - como anteriormente - la que determina nuestra visión del mundo y del hombre, visión que tiene repercusiones esenciales sobre nuestra sociedad. Desde hace tres siglos la ciencia nos da una visión determinista y mecanicista del hombre. Es por esta razón - como lo dice Nicolescu - que "el reencuentro contemporáneo entre la ciencia y el sentido es un evento capital que va probablemente a engendrar la única revolución verdadera de este siglo'.
Es por esta razón que estas dos vías, de incompletitud y auto organización, redescubriendo la posibilidad de la existencia de un sentido en el universo, desempeñan un rol que va mucho más allá de un cuestionamiento filosófico, siendo capaces de actuar sobre nuestras relaciones con la naturaleza, con los otros y con nosotros mismos. El hecho es que la ciencia haya "descubierto por sus propios medios, la existencia de otros niveles de realidad, hace que la búsqueda del Ser no sea un absurdo a priori".
La intuición (o revelación) fundamental:
Científicamente no es posible ir más lejos. Pero si queremos llegar al final de nuestro "un paso más", de este paso hacia adelante que ensayamos ejecutar desde la posición “separatista", en forma sabia y sin peligro, nos es necesario ahora sumergirnos en el estudio de las grandes tradiciones de la humanidad.
Estamos frente a dos alternativas: una es que las diferentes religiones hayan sido inventadas por el hombre para responder a su angustia delante de la muerte, a su alienación de este universo en el que ha surgido por azar; la otra es que, ya sea por una vía de intuición o revelación, las religiones contienen una información verdadera sobre la estructura del mundo. No podemos descartar desdeñosamente esta última posibilidad, pues nuestro recorrido a través de la ciencia nos ha mostrado, como lo dice d'Espagnat, que: "no se puede excluir el que otras formas de conocimiento nos aporten igualmente luces sobre la Realidad.”
Para eliminar una de estas dos hipótesis, la cuestión clave es la de la coherencia. Si detrás de las formas y de las imágenes propias a cada civilización aparece una coherencia más sólida que la que se pueda normalmente esperar, entonces la segunda hipótesis pasaría a ser creíble. No tengo la competencia ni el espacio para hacer aquí un análisis comparado de las religiones, sólo deseo - sobrevolando rápidamente las grandes tradiciones de la humanidad - mostrar que en todos los tiempos y lugares se encuentra en ellas una intuición fundamental, la de un universo con dos niveles de realidad, donde el primero, fuera del tiempo, del espacio y de la materia, engendra después de una ruptura un segundo nivel, el del devenir y de la evolución, donde se desarrollan procesos de auto organización.
El Hinduismo.- A pesar de las apariencias, la doctrina védica no es ni politeísta ni panteísta, las diversas potencias no son más que los nombres de las energías divinas. Más allá está el sentido supremo sin definición alguna, el principio situado fuera del tiempo, noción que volvemos a encontrar en las otras tradiciones. Después, hay una ruptura, una división (que podría ser el equivalente de la Caída en las religiones de la Biblia), que hace que más allá del Uno aparezcan la multiplicidad y el devenir.
Brahman, según la simbología hinduista, es la realidad única y profunda que existe más allá de las apariencias y a la que se accede mediante un acto de auto conocimiento e introspección. Los distintos y sucesivos rostros señalan cómo Brahman somos todos nosotros, en tanto que es permanente nuestra identidad en el Ser.
El Budismo.- Ciertos autores modernos han afirmado que el budismo era un materialismo: el budismo en su pureza primitiva ignoraba la existencia de Dios, negaba la existencia del alma, sería por sobre todo un código moral. "Desgraciadamente, estas tres proposiciones son falsas - dice Coomaraswamy - la elevada ética del budismo no es más que un estado preliminar. Los textos más antiguos muestran que lo esencial se encuentra en la vida contemplativa, las especulaciones materialistas son muy posteriores".
El Buda lo dice de manera más clara: "Hay un no-nacido, no-llegado a ser, no-creado, no-compuesto, y si él no existiera no podría haber ningún camino de evasión fuera del nacimiento, del llegar a ser, de la creación y de la composición de las cosas". Afirma así la existencia de estos dos niveles de realidad, el del devenir y el situado fuera del tiempo y del espacio, y el hecho de que la meta de la vida es la de reunirse con este último.
El Taoísmo.- Para el taoísmo también existe una ambigüedad. Basándose sobre el I-Ching, el Libro de los Cambios, se ha podido concebir al pensamiento chino como materialista. Ahora bien, Lao-tsé nos dice: "Lo que se llama Tao es indistinto e inefable, él contiene por lo tanto todas las formas y todos los objetos". Él explicita esto, diciendo: "El Tao que no puede ser nombrado es el origen del Cielo y de la Tierra (el nivel indecible). El Tao que puede ser nombrado es la madre de todas las cosas (la creación)". Se trata del nivel del llegar a ser, y es a este nivel y no al otro a que se refiere el libro del I-Ching, que es, bien seguro, un libro del devenir.
Las Religiones de la Biblia.- Su mito común es el Génesis. Más claramente todavía que en lo anterior, está descrita esta estructura a dos niveles. El Génesis I es el mundo del llegar a ser, aquel donde el hombre y la mujer y todos los animales llegan juntos. El Génesis II es el mundo del pensamiento creador de Dios, y el hombre llega antes que todo lo demás. Se dice en la exégesis moderna que allí hubo dos relatos contradictorios de la Creación, y que se han conservados ambos para no disgustar a nadie. Ustedes comprenderán por qué esta interpretación parece algo simplista. Si se la detalla se verá:
* En el judaísmo, el Árbol de la Kábala es perfectamente explícito: en la cima se encuentra la "Corona" y sus dos derivados "Sabiduría" e Inteligencia", las que forman una tríada superior, una unicidad absoluta, trascendente, cuya esencia es inaccesible al entendimiento humano. Los siete sephirot siguientes son fuerzas actuantes, obreros - si se puede decir así - cuya acción se sitúa en el mundo del llegar a ser.
* Desde los inicios de la cristiandad encontramos en Gregorio de Nyssa y sobre todo en Dionisios, llamado el "Areopagita", a la vez la trascendencia y la inaccesibilidad de Dios y la existencia de las jerarquías divinas operantes.
* Igualmente en el islam, los místicos y visionarios nos describen cómo lo que es inefable interactúa con el mundo del llegar a ser por intermedio de aquello que Henri Corbin ha denominado mundus imaginalis.
Esta unidad de fondo concerniente a la visión de un mundo de lo inefable ligado a un mundo del llegar a ser, en las religiones monoteístas, puede ser resumida por la frase de Jacobo Boehme: “La Naturaleza es una formación y una configuración continua de las ciencias y del amor divino. Lo que el Verbo hace por la Sabiduría, la Naturaleza le da forma por la Cualidad," Boehme ha mostrado las siete cualidades (asimilables a los siete sephirot) y el segundo y tercer principio como estando en el mundo del devenir, de la auto organización. En cambio, el primer principio está situado en otro nivel. Como lo dice Boehme: "Dios considerado en Sí Mismo es sin distinción, sin naturaleza. El es a la vez Dios y el Todo."
Terminaré este demasiado breve recorrido a través de los textos fundamentales con una cita de Eckhartshausen, quien afirma que: "La unidad de las religiones está en el santuario más interior y la multiplicidad de religiones exteriores no pueden cambiar ni debilitar esta unidad que es la base de todo el exterior', postulando así a la vez la existencia de un nivel incorruptible - por relación a aquel corruptible donde evolucionan las "religiones exteriores" - y la unidad trascendental de las religiones sobre la cuestión esencial, la del sentido.
Así entonces no hay realmente oposición entre la incompletitud y la auto organización. Tal como Einstein ha avalado a Newton, la incompletitud avala la auto organización; ellas no están situadas al mismo nivel. La visión que extraemos de este viaje a través de todas las grandes tradiciones de la humanidad es la siguiente:
1.- Un sentido preexistente pero inalcanzable, hacia el cual el ser humano debe por lo menos dirigirse.
2.- Un mundo del devenir a veces no lineal, a veces buscado a ciegas, a veces contradictorio, a veces incomprensible, pero que permanece no obstante misteriosamente ligado a este primer principio.
3.- Y entre los dos, una ruptura (la Caída de la tradición cristiana), que se encuentra bajo otras formas en otras tradiciones.
Esto no es una prueba, pero una tal estructura aparece demasiado coherente para ser debida únicamente a contingencias socioculturales.
He aquí entonces como podemos efectuar la última parte de nuestro "un paso más", confrontando la mayor intuición de la humanidad con la estructura deducida por la evolución del conjunto de los grandes campos científicos. Esta no es una demostración en el sentido científico del término, pero es por lo menos un paso más hacia una nueva filosofía de la Naturaleza, un paso fuera del mundo de la filosofía del absurdo, un paso hacia un mundo donde estaríamos en nuestra casa en lugar de ser extraños en él.
Las tres épocas de la humanidad:
Augusto Comte se revolvería tal vez en su tumba, pero se puede decir que la humanidad ha conocido tres épocas. La primera fue dominada por la religión, pero allí faltaba la razón. El fanatismo podía desarrollarse de modo que la gente se mataba por desacuerdos sobre alguna característica menor de un Dios por otra parte incognoscible.
La segunda época fue dominada por la razón, que iría a relegar la religión entre las supersticiones prehistóricas. De allí se derivó el triunfo de los filósofos del absurdo.
La tercera, que comienza en este fin del siglo XX, es esta donde, según el premio Nobel de medicina Roger Sperry: "Después de haber estado en conflicto directo al punto de casi excluirse mutuamente, las creencias religiosas y las creencias científicas parecen ahora dispuestas a una nueva compatibilidad, tal vez a una armonía." Esperemos que esta época sabrá tener la inspiración que pueda dar el sentido y el equilibrio que pueda dar la razón.
Citamos a Lao-tsé: "Treinta rayos convergen al centro de la rueda pero es el vacío del medio el que hace rodar al carro". Y a Saint-Exupéry: "Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos".
No nos es posible ir más lejos en nuestra búsqueda de este Uno inefable cuya presencia se manifiesta sólo por la ausencia de totalidad que nos deja toda visión inmanente del mundo. Nos queda recurrir a la teología de Dionisios el Areopagita:
"Decimos entonces que la Causa Universal, situada más allá del universo entero, no es ni materia ni cuerpo; que no tiene rostro ni forma, ni cualidad ni masa; que no está en ningún lugar, que escapa a toda percepción por los sentidos, que no se la puede expresar ni concebir; que no tiene nombre, ni orden, que no es grande ni pequeña, ni igual, ni desigual, ni semejante ni desemejante; que no permanece inmóvil ni se mueve, que no es ni potencia ni luz; que no vive ni deja de estar viva; que no es ni esencia, ni perpetuidad, ni tiempo; que escapa a todo razonamiento, a todo apelativo, a todo saber".
“¡Y sin embargo, ella existe !" podría decir un Galileo moderno.
Jean Staune
Traducido y extractado por Alberto Carvajal de Question de Editions Ritz Paris
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