Recuperación económica?
A pesar de lo que muchos sugieren, la recuperación de la economía norteamericana se encuentra lejos de ser una realidad. La crisis financiera fue el resultado de la fijación de tasas de interés artificialmente bajas por parte de la Reserva Federal sumada a la irresponsabilidad fiscal del gobierno de Bush y al diseño de toda una estructura institucional – Fannie May y Freddie Mac incluidas- promovida por sectores políticos para hacer accesible viviendas a millones de personas sin capacidad de pago. Lo preocupante es que ninguno de los que hoy están supuestamente “arreglando la economía” vio venir el cataclismo. La pregunta es obvia: ¿Podemos confiar en ellos? Esta pregunta cobra más sentido aún cuando se leen las declaraciones que esas mismas personas y las instituciones que integraban hacían poco antes del colapso financiero. Así el año 2004 por ejemplo, la Reserva Federal de Nueva York, a la sazón bajo la presidencia de Timothy Geithner, en un paper titulado “Are home prices the next bubble?” hacía una acalorada defensa de la solidez del mercado inmobiliario descartando la existencia de cualquier burbuja. Los autores del informe señalaban textualmente que “el alza de los precios en las vivienda se debe a la solidez de los fundamentos del mercado”. Y agregaban categóricamente: “en nuestra opinión no existe una burbuja”. En marzo del año 2007 el predecesor de Geithner en la secretaría del tesoro y ex CEO de Goldman Sachs, Henry Paulson, declaraba que la economía global “está tan sólida como nunca la he visto en mi carrera de hombre de negocios”, y agregaba en marzo de 2008: “nuestras instituciones financieras son fuertes, nuestros bancos son fuertes y seguirán siéndolo por muchos años”. Mientras tanto, en mayo de 2007, cuando comenzaba la declinación de los precios de los bienes raíces en Estados Unidos, Ben Bernanke sostenía con toda calma: “no esperamos un efecto de contagio relevante desde el mercado sub prime al resto de la economía o del sistema financiero”. Lo cierto es que todos estos personajes estuvieron equivocados antes – la historia lo demostró de forma categórica- y siguen estándolo por una razón muy sencilla: la crisis se generó esencialmente por un exceso de gasto y endeudamiento y lo que están haciendo actualmente el gobierno norteamericano y la FED es más de lo mismo: comprar tiempo estimulando artificialmente el consumo. Eso es todo lo que hay detrás de la última cifra de crecimiento económico en Estados Unidos que alcanzó un 3,5%, impulsada esencialmente por más gasto en bienes durables y más gasto en viviendas, ambos consecuencia de los billones que entre el gobierno y la FED han inyectado al sistema. Pero la falsa sensación de recuperación no será gratis ni menos sostenible. El déficit del gobierno federal supera ya los 10 billones de dólares, a lo cual se agregan los déficits proyectados para seguridad social, salud y otras obligaciones del Estado norteamericano, que en conjunto arrojan la increíble cifra de 53 billones de dólares, prácticamente el 80% del PIB mundial. Según David Walker, ex director de la Oficina de Rendición de Cuentas del gobierno norteamericano, en no más de dos décadas, de no tomarse medidas drásticas, esta situación llevará a Estados Unidos prácticamente a la quiebra. Paralelamente, la impresión de dinero sin respaldo por parte de la FED ha desatado un proceso de devaluación del dólar que, con toda razón, muchos temen no pueda revertir. Baste considerar que sólo en 2009 este ha perdido casi un 20% de su valor – cerca de un 40% desde 2003-.
Sin considerar la tasa de desempleo más alta desde 1983, existen todavía dos factores que contribuyen a hacer aún más crítico el escenario para Estados Unidos. El primero es un déficit comercial del orden del 5% del producto, el que volvió a aumentar este último trimestre, y que según Warren Buffet debe ser remediado de manera urgente para evitar consecuencias desastrosas para la economía norteamericana.
El segundo factor dice relación con un severo déficit en la tasa de ahorro privado de los norteamericanos, que también cayó el último trimestre, y que sólo tiene parangón en tiempos previos a la gran depresión de la década del 30. Si el promedio de ahorro en los 70’ y 80’ osciló entre 7% y 11% de los ingresos personales, en los últimos 25 años, esta se desplomó registrando un 0% el año 2005 y niveles negativos los años 2006 a 2008.
Así como las fantásticas cifras de crecimiento hasta 2006 no tenían asidero en la realidad, tampoco lo tienen las nuevas cifras económicas. Y es que no se puede resolver un problema B derivado de una causa A, sin remover A. La situación entonces, no sólo no va a mejorar realmente, sino que se agravará aún más.
Axel Kaiser. Instituto Democracia y Mercado.