"Sólo falta crucificarnos en la plaza pública para que oigan nuestro clamor"
Norma Cruz
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Norma Cruz, activista de la Fundación Sobrevivientes
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Norma Cruz, activista de los derechos de la mujer, ha recibido en el año recién concluido tres reconocimientos por demostrar que mantener intacta la integridad física y psicológica de las mujeres constituye su principal lucha.
Ella bien se sube en una patrulla de la policía para rescatar a una víctima, que se convierte en querellante adhesiva por llevar a la cárcel a un agresor, o hace huelgas de hambre en reclamo de la repatriación de niños dados en adopción ilegalmente.
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El diario español El País la incluyó en su relación de los 100 personajes de 2009 que han incidido para cambiar un problema, en este caso el que aqueja a la población femenina: la violencia. La ex primera dama de los Estados Unidos, Hillary Clinton, le entregó el premio Mujer de Coraje, por su tesón en defensa de los derechos de la mujer. Y el periódico de mayor circulación de Guatemala, Prensa Libre, la nombró personaje de 2009.
Dirige una fundación, Las Sobrevivientes, que el año pasado apoyó a 17.000 mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, feminicidio y trata de personas.
Norma Cruz dice, en entrevista : "Queremos dar dos mensajes: demostrarles a las víctimas que sí se puede, en medio de un sistema de justicia nefasto; y a los agresores, que no estamos dispuestas a que nos sigan matando, violando o golpeando, y sepan que quien le toca un pelo a una mujer será castigado".
¿Qué implica el reconocimiento como una de las 100 personas influyentes en el mundo y ser el personaje de 2009 en Guatemala?
Es un reconocimiento a la problemática no sólo de Guatemala, sino del mundo; a la gran cantidad de mujeres asesinadas, violadas y captadas por redes de tráficos de personas.
No representa un reconocimiento a Norma Cruz por ser Norma Cruz, sino a la lucha de las mujeres que hay detrás o a la par de ella. Y un espaldarazo a mi labor, porque no es lo mismo un trabajo en el anonimato que el que trasciende fronteras.
Los reconocimientos son un estímulo, pero el sistema de justicia es lento e inoperante. ¿No está cansada de batallar?
Definitivamente, hay momentos de impotencia y quisiera ser policía, fiscal y juez. A veces no tengo paciencia. Necesitamos un sistema que salve vidas y no entregue cadáveres.
¿Qué sentimientos fluyen al ver el sistema lento en el tema de violencia contra las mujeres?
Lloro, me lleno de coraje y de ira contra los funcionarios indiferentes ante el dolor de mujeres y niñas. A veces me siento sola y me pregunto: ¿a quién acudo, qué puertas toco? Se que todo se hace pasito a pasito, pero en Guatemala yo quisiera dar pasos de gigante.
¿La ira y el llanto la han llevado a hacer huelgas de hambre, plantones y exhibiciones de vestidos de mujeres asesinadas?
De ahí vienen las medidas extremas. Lo hago cuando ya topé y debo ser más enérgica. Yo les digo a las señoras: "Cristo bendito, sólo hace falta crucificarnos en la plaza pública para que oigan nuestro clamor", y no es necedad, es pedir justicia.
En Guatemala sólo usted toma esas medidas.
En Guatemala necesitamos romper con el silencio, con la indiferencia. Siempre digo que una no puede defender lo que no ama, y aquí nos hemos acostumbrado a la muerte.
¿Quiénes son las víctimas que más le duelen?
Los niños y las niñas. Sus cuerpecitos violentados de forma tan cobarde. Duele el silencio de la casa antes llena de risas, de ruidos, de bulla y que, de pronto, se convierte en un lugar silencioso.
¿La muerte que sufre la niñez es más cruel que la de las mujeres?
Hay más agresión y crueldad. Quebraduras, violencia sexual en grados fuertes, criaturas literalmente partidas, degollamiento, ahorcamiento, cabecitas destrozadas.
Son las escenas que más cuesta borrar de la mente.
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¿Es elevado el número de muertes de niñas vinculadas a feminicidio?
Suman 46 niñas entre las 700 muertes de mujeres en 2009 y en lugares donde se deberían proteger. Eso demuestra que la sociedad y el Estado no les da el lugar que se merecen.
El reconocimiento Mujer de Coraje, ¿no muestra la ausencia del activismo de otras mujeres en el tema de defensa de sus derechos?
Son perspectivas diferentes. Yo soy práctica, no soy feminista de la academia. Soy una mujer que trata de agarrar al toro por los cuernos. No me quedo callada, esa es la diferencia. Si hay que ir a capturar al agresor, voy con la policía; si hay que hacer una huelga de hambre, dejo de comer; si tengo que abrir un proceso contra quien haya tocado un pelo a una mujer, lo hago. La Fundación tiene ese tinte, enfrentarnos al agresor día a día.
¿De esa dinámica se ve el resultado de la Fundación Sobrevivientes?
Este año atendimos a 17.000 víctimas. De 900 casos, 159 fueron de asesinato, trata y violación, y 700 las mujeres salvadas de la muerte porque las sacamos del círculo de violencia.
¿Quiénes son sus enemigos más fuertes?
Las redes de trata de personas para explotación sexual y el mercado internacional de adopciones. Son estructuras muy consolidadas dentro del Estado. Redes de asesinos. Después, los narcotraficantes y funcionarios corruptos vinculados con estructuras paralelas.
En 2009 logramos enviar a la cárcel a narcotraficantes porque le quitaron la vida a una mujer. Aquí los narcotraficantes marcan territorio violando y matando mujeres y nadie hace nada.
¿Sigue siendo el machismo y el patriarcado impedimentos para castigar a los agresores?
Hay una alianza entre el patriarcado y las estructuras de poder oscuras. Es la expresión máxima: los hombres por ser hombres, y con toda la cultura patriarcal, se protegen cuando se trata de un hecho de violencia hacia la mujer, y esa cultura patriarcal ha evolucionado, porque el Estado es cómplice y no hace nada por resolver el problema.
Alba Trejo